Durango llora 85 años después a los 300 muertos en el bombardeo fascista
El 31 de marzo de 1937 era miércoles. España llevaba ya casi nueve meses en Guerra Civil y el bando sublevado de Francisco Franco contaba con el apoyo de la Alemania nazi y de la Italia fascista para conquistar el frente del norte en su intento de imponer un nuevo Estado contra la legítima y democrática II República. En Durango, a primera hora de la mañana de este jueves de 2022, han sonado las sirenas de alerta de bombardeos en recuerdo del ataque sufrido hace 85 años. Por la tarde de ese mismo día, la Aviazione Legionaria de Benito Mussolini realizó nuevas pasadas. En total, 15.000 kilogramos de explosivos, unos 300 muertos y unos 300 edificios destruidos. Unos pocos días después, la Legión Cóndor de Adolf Hitler y los propios aparatos fascistas repitieron en Gernika.
“Tarea: Bombardear reiteradamente Durango y Elorrio en la jornada del 31/3/37”, se puede leer en los documentos que los militares italianos redactaron en España. En ese informe sobre la 'misión', planteaban una acción “de sorpresa”. El objetivo militar real era la capital de Bizkaia, Bilbao, pero los informes de inteligencia que manejaban los hombres de Mussolini indicaban que “gran parte” de las tropas de defensa estaban acantonadas en el Duranguesado. En 2017, coincidiendo con el octogésimo aniversario, se produjo un intento fallido de abrir una causa judicial por crímenes de guerra contra 46 italianos identificados en los archivos de la época como participantes en los ataques. El potente aparato de propaganda que Italia desplazó a España durante la Guerra Civil grabó y fotografió con detalle las actuaciones militares sobre el terreno, como muestra la imagen principal de este reportaje.
“85 años después, aquí estamos, en el pórtico de la iglesia de Santa María”, ha manifestado la alcaldesa de Durango, Ima Garrastatxu, que ha clamado por la “memoria”, la “justicia” y la “reparación”. Ese templo fue uno de los principales objetivos. Ha recordado igualmente un tercer acto de crueldad de los “fascistas”, ya que varias personas “fueron ametralladas en el camino del cementerio” cuando “iban a ver a sus víctimas”. El teniente de alcalde, Julián Ríos, ha añadido: “Más de 300 fueron asesinados cruelmente. Queremos recordar esta fecha para que no sigan sucediendo estos desastres. Es un sinsentido”. La alcaldesa ha publicado en Twitter una recreación de cómo serían los impactos de los explosivos en la actual Durango, de 30.000 habitantes. El lehendakari, Iñigo Urkullu, que reside en Durango, ha expresado en un mensaje que es un “tesoro” que sigan vivas siete personas supervivientes de aquella fecha. Urkullu ha aprovechado sus palabras para denunciar nuevamente la invasión unilateral de Rusia en Ucrania. Y ha deseado “un futuro basado en la convivencia”.
Se da la circunstancia de que ese mismo día, en Vitoria, ya conquistada desde el inicio de la Guerra Civil y tomada por nazis y fascistas, 16 presos de la antigua cárcel de La Paz fueron conducidos por falangistas al puerto de Azaceta para su ejecución. Un hecho no se entiende sin el otro, ya que entre los paseados estaba el alcalde republicano de la capital alavesa, Teodoro González de Zárate. “Aquel grito de libertad y democracia que hoy nos llega y su eco es más fuerte que nunca. Vitoria-Gasteiz recordará siempre su esfuerzo por la democracia y por la libertad”, ha señalado el alcalde actual, Gorka Urtaran, en un pequeño homenaje institucional celebrado en la plaza de Correos, que ha seguido a otro paralelo organizado por partidos de izquierdas.
González de Zárate -regidor de 1931 a 1934 y luego de nuevo desde 1936- fue sustituido por Rafael Santaolalla tras un breve interregno de Tomás Alfaro Fournier, nieto del fundador de la conocida fábrica de naipes de la ciudad. Santaolalla, abiertamente fascista y pronazi, puso alfombra roja a alemanes e italianos y dispuso dos edificios para acoger ministerios del primero Gobierno de Franco, los de Justicia y Educación. Vitoria se convirtió acogió cuarteles general a todos de los enviados de Italia y Alemania. Sus aeródromos fueron base -como otros en La Rioja o Castilla- de los aviones de Hitler y Mussolini. Sus hoteles acogieron a todo tipo de altos mandos militares, espías y propagandistas. Las autoridades locales, después de deponer a las legítimas electas en la República, celebraron a lo grande festejos de bienvenida a los socios nazis y fascistas. Las calles eran engalanadas con esvásticas y carteles glorificando al Duce para lo que se gastaron decenas de miles de pesetas de dinero público.
En el caso de Durango, Vitoria solamente ejerció como aeropuerto de contingencias, aunque sí como base topográfica italiana. En el caso de Gernika, el Frontón Hotel de la calle de San Prudencio, ya desaparecido, alojó al estado mayor nazi en España, con el sanguinario Wolfram von Richthofen al mando. Los aparatos de la Legión Cóndor estaban en el campo de aviación de Salburua. Este colaboracionismo se dio también en otras zonas vascas en territorio controlado por Franco y se impuso igualmente a medida que se iban conquistando localidades. “España entra en Durango”, escribía un semanario del bando rebelde cuando, tras los bombardeos, se certificó la toma de ese municipio, totalmente arrasado.
La Guerra Civil en la actual Euskadi duró 405 días. En total, se registraron en ese período 2.042 bombardeos, el 91% a cargo de franquistas, fascistas o nazis y el 9% por las fuerzas republicanas. Es un media de cinco cada día. En la ofensiva en la que se produjeron los ataques de Durango y Gernika se acumularon 747 actuaciones de los aviadores sublevados contra la II República. Sobre el caso concreto de Durango, Gerediaga Elkartea ha aportado en los últimos días numerosos datos históricos en Twitter.
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