'Egunaren adinak', una historia para visibilizar el día a día de las mujeres mayores: “Soy vieja, pero no idiota”
Cuando se despierta, antes del primer café, es una mujer de 80 años a la que le cuesta moverse y levantarse de la cama. Tras el primer café, la edad se va reduciendo hasta los 60. Mientras se viste, se mira al espejo y los años bajan. Y sale a la calle sintiendo que vuelve a tener 30 años. Hasta que un niño le mira y pregunta “¿Señora, quiere sentarse? ¿Necesita ayuda?”. “Cuando pisas la calle la sociedad te pone una etiqueta: tercera edad, vejez, mayor, retirada, pensionista. Pero por las tardes, frente al ordenador, mi edad flota en un limbo. Leo, escribo y corrijo como si tuviera 25 años, pero me duele la espalda como si tuviera 75 y me levanto a estirarme como con 35 años”, cuenta 'Egunaren adinak', la historia de una mujer mayor actual contada a través del humor por la escritora Mariasun Landa (Errenteria, 1949) y la ilustradora Maite Gurrutxaga (Amezketa, 1983) en colaboración con la Asociación de Mujeres Pensionistas Oneka.
“A lo largo del día tengo muchas edades, dependiendo de qué situación esté viviendo. Eso es lo que quería contar con esta historia, que es narrativa y a la vez poética, pero que no pierde el humor, porque la vida sin humor no tiene sentido”, explica Landa durante la presentación que ha tenido lugar en Donostia. “Desde fuera, te ponen un número, en mi caso 74, pero muchas veces la edad es solo una sensación. Hasta que llegan las cartas del banco o las pruebas del médico o te cruzas en la calle con un niño en patinete que no te ve y te arrolla”, reconoce la escritora.
'Egunaren adinak', en castellano 'Las edades del día', ha sido ilustrada por Maite Gurrutxaga de forma que se vea reflejada una vejez en la actualidad, pero lejos de los estereotipos. “En muchas ilustraciones, al dibujar a una mujer mayor, te encuentras a mujeres limpiando un montón de cacharros en la cocina o cocinando un potaje. Se suele ilustrar la vejez de forma anacrónica. Pero hoy en día, las abuelas utilizan el ordenador. Y eso es algo que queríamos que se viera. Cómo la vejez ha evolucionado”, reconoce Gurrutxaga.
En este sentido, para Landa, el término “vejez” al igual que “niñez”, es una “trampa”. “En la palabra vejez se mete todo, pero una persona con 65 años y una con 85 no tienen nada que ver. Hay una complejidad que merece respecto y dignidad para todas las etapas. La vejez ha evolucionado y eso es algo que tenemos que disfrutar. Pero también debemos pelear y reivindicar que se trate a las personas mayores con respeto y sin infantilizarles”, explica la escritora, que ha contado durante la presentación del libro una anécdota personal en una tienda de telefonía móvil. “La chica que me explicó cómo usar el teléfono no tenía paciencia y no me quería explicar más, hasta que le dije que yo había sido profesora universitaria y que he tenido que explicar mil veces a jóvenes como ella cuestiones que no entendían. Entonces, me pidió perdón y me lo volvió a explicar. Es algo histórico, pero el mundo te empuja a ser siempre joven y, si no lo eres, a parecerlo y yo me pregunto ¿por qué?”, cuestiona Landa.
Otra de las cuestiones que refleja el libro y que han reivindicado durante la presentación es la necesidad de hacer visibles a las personas mayores. “Los jóvenes no ven la vejez. El que va en bici o patinete no nos ve cuando nos arrolla. El conductor del autobús no se da cuenta de que cuando para en seco nos podemos caer. El niño con el balón no ve que estamos pasando y nos puede dar un golpe. Nadie ve a los viejos, por eso debemos defendernos. Tomar conciencia y fortalecernos políticamente. Soy vieja, pero no idiota. No quiero que me infantilicen. Los jóvenes deberían saber que a ellos también les va a tocar, pero el tema de la vejez, al final se ve con pereza o miedo porque no es algo sencillo”, reconoce Landa, que confiesa que se dio cuenta de esto cuando con 22 años 'La vejez' de Simone de Beauvoir le pareció “un horror” y ahora es uno de sus libros de referencia.
El objetivo del libro es visibilizar la vejez de forma colectiva contando situaciones cotidianas con las que todas las mujeres que llegan a esa edad se encuentran alguna vez y que no son tan distintas a las que viven mujeres de otras edades. “Todos los jóvenes se convertirán a su vez en viejos. Los jóvenes no se deben olvidar de que su juventud solo dura un tiempo y que todo viejo, antes ha sido joven. Por eso es importante empezar a ver la vejez con respeto, pero también como un privilegio. Yo he llegado hasta aquí y soy una privilegiada por ello”, concluye la escritora, recientemente galardonada con el Premio Emakunde a la Igualdad.
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