La coalición EH Bildu ha confirmado este lunes, tras una reunión al más alto nivel de su mesa política nacional, que votará en contra de la reforma de la ley educativa planteada por el Gobierno de Iñigo Urkullu. En la jornada en que se ha elevado a definitivo el dictamen final de la nueva ley y que incluye un blindaje expreso de los modelos lingüísticos A, B y D, la formación ha terminado por romper los puentes que mantenía particularmente con el PNV en esta materia desde hace más de dos años. Como estaba anunciado, EH Bildu celebrará una asamblea extraordinaria para explicar la decisión a las bases y abrirá una votación telemática hasta el martes a las 19.00 horas para conocer si los 'bilkides' secundan esta decisión.
En 2022, y después de meses de trabajo discreto, EH Bildu firmó con los partidos del Gobierno, PNV y PSE-EE, y con Elkarrekin Podemos-IU unas bases para la reforma educativa. Se vendió como un hito político, un gran acuerdo de país para un tema de enorme calado. Se publicitó una y otra vez que la ley educativa iba a contar con el respaldo del 90% del Parlamento Vasco, quizás como contraposición a las reformas educativas estatales, que las aprueba el Gobierno en solitario y las puntualiza el siguiente, también en solitario.
Primero fue Elkarrekin Podemos-IU el que se bajó del consenso porque interpretó que la ley no iba a poner coto a la escuela concertada en la comunidad autónoma con más alumnado en centros de titularidad privada, casi el 50%. Y ahora tampoco estará EH Bildu. La causa principal se debe al tratamiento de las lenguas. El pacto inicial planteaba caminar hacia un modelo único modulado centro a centro con el euskera como eje y un objetivo de alcanzar el B2 al término de la etapa obligatoria en las dos lenguas oficiales (B1 en la extranjera). Así, los modelos actuales de enseñanza en castellano (A), en euskera (D) y mixta (B) no se mencionaban en la ley presentada por el consejero del ramo, Jokin Bildarratz. Pero el PSE-EE, socio en el Ejecutivo del PNV, forzó una enmienda para citarlos en aras a mantener el derecho de las familias a la elección, aunque también están garantizados por otra ley, la del Euskera.
Desde que en octubre se conoció esta enmienda EH Bildu se ha ido alejando del acuerdo, aunque ha hecho intentos por reconducir el texto. El PNV, una vez superada la crisis con los socialistas, de quienes depende en el Gobierno, ya no se ha vuelto a mover, aunque admite incluso públicamente que el marco del A, B y D parece superado por la realidad. La coalición, en todo caso, se ha quejado también de que el remate final de la ley es excesivamente generoso con la concertada. Asegura que la figura nueva del Servicio Vasco de Educación, que une bajo un mismo paraguas a colegios públicos y privados siempre que reciban financiación, no acota las obligaciones adicionales requeridas para acceder a los conciertos. EH Bildu había recibido críticas -también internas- por haber defendido este modelo, particularmente por las ikastolas, pero ahora todas las sensibilidades de la coalición se alinean contra el texto definitivo. En una consulta anterior a las bases, EH Bildu cifró en alrededor de un 20% ese rechazo al modelo.
Ese texto ha sido visado este lunes en el Parlamento en una ponencia que ha durado muy pocos minutos, más teniendo en cuenta que ha empezado con notable retraso. Será este miércoles cuando se someta a primera votación la ley. Será en la comisión de Educación y, para entonces, EH Bildu ya tendrá el resultado de la consulta interna. Después, quedará el trámite de la votación en pleno.
La posición de EH Bildu no condiciona la aprobación de la reforma educativa, eso sí. El Gobierno tiene mayoría absoluta. Pero del 90% se pasa al 54%, que es el peso de PNV y PSE-EE en el hemiciclo. No es tan impactante como titular para la principal ley de la legislatura. Si todo continúa conforme a lo previsto, el 21 de diciembre estará ya promulgada la nueva ley. Habrá sido tramitada en la Cámara en tiempo récord. Además del 'no' de la oposición de izquierdas, la de derechas ya criticó la propuesta desde el inicio. PP, Ciudadanos y Vox esgrimen, entre otros argumentos, que prima el euskera frente al castellano.