Euskadi busca 200.000 coches eléctricos hasta 2030 y multiplicar las electrolineras
Quiere llegar al 16% de los vehículos electrificados -y al 50% de los autobuses y al 80% de los taxis- desde una base de apenas 3.500 coches enchufables en 2021
Euskadi ha aprobado este martes una estrategia de movilidad que aspira a que el “16% del parque móvil” esté “electrificado” en 2030. Con las cifras actuales, eso supone que 220.753 coches eléctricos estén matriculados en menos de ocho años. El reto es mayúsculo ya que, según los datos contenidos en la propia memoria del plan, en 2021 solamente había 3.540 unidades de este tipo en la comunidad autónoma, el 0,25% del total y la mitad de los considerados vehículos “alternativos”. Se trataría de multiplicar por 62 los actuales o, lo que es lo mismo, renovar el equivalente a dos veces la flota total de una ciudad como Vitoria. Se da la circunstancia de que ya ha quedado muy lejos el horizonte de que uno de cada diez coches que salieran del concesionario de 2020 en adelante fuesen enchufables y que el total superase las 37.000 unidades hace ya dos años.
En cifras, siempre con los datos de 2021, en Euskadi hay 1.379.712 coches. 756.582 son diésel, 616.087 de gasolina y de los 7.043 alternativos, 3.540 son eléctricos, 3.019 de GLP, 465 de gas natural y 19 de biocarburantes. No hay datos sobre los vehículos híbridos. En cuanto a los puntos de recarga, hay 85 normales, 44 rápidos y ocho ultrarrápidos. En Álava hay 26, en Bizkaia 67 y en Gipuzkoa 44. El Ejecutivo, en este contexto, se felicita por que “el número de matriculaciones de vehículos de combustibles alternativos ha ascendido a lo largo de los últimos tres años” pero apenas representan un 0,51% de la flota total. El transporte es el responsable de la mayor proporción de emisiones de gases de efecto invernadero, con un 34,6%, y “la evolución no ha sido favorable en la última década”. El parque de coches ha crecido un 6,6% entre 2010 y 2019.
El plan es aún más ambicioso con el transporte público. Se prevé que, también de cara a 2030, el 50% de los autobuses urbanos esté electrificado y que lo esté también el 80% de la flota de taxis. Además, se desea “duplicar el número de puntos de carga rápida”, crear “doce emplazamientos con terminales de carga ultrarrápida” y apostar por la industria del vehículo eléctrico. Euskadi vivió en sus carnes el fiasco del proyecto Hiriko, regado con subvenciones públicas, pero ahora camina hacia otros planes como la gigafactoría de baterías en el parque tecnológico de Miñano o hacia la electrificación de parte de la producción de la Mercedes-Benz de Vitoria. Se alude a quince proyectos en el sector de la automoción “traccionados por la iniciativa privada y apoyados por el Gobierno vasco” y de otros diez relacionados con la recarga, también con apoyo público. La memoria económica del plan alcanza entre 1.550 y 2.340 millones de euros, de los que entre 1.000 y 1.500 son para la electrificación de la flota.
Se argumenta que estos cambios acarrearán un impacto medioambiental positivo, incluso en la acústica urbana, aunque se considera que hay que “seguir mejorando” la amabilidad de los nuevos vehículos “a lo largo de todo el ciclo de vida”. Toca reducir la “huella” de algunos componentes como las baterías y trabajar en el reciclado y reutilización de esos motores nuevos. En la presentación, la consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, Arantxa Tapia, ha reconocido que el sector de la movilidad eléctrica también se enfrenta a “interrogantes y dificultades”.
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