Euskadi homenajea a otras 52 víctimas de ETA: “Nos tienen que agradecer que lo sepamos aceptar, ha tardado mucho”
En vísperas del día en memoria de los asesinados por el terrorismo, el Gobierno vasco entrega nuevos informes con detalles de casos que, en su mayoría, nunca fueron esclarecidos
En la víspera del día europeo de homenaje a las víctimas del terrorismo, que coincide con los aniversarios del atentado yihadista del 11 de marzo en Madrid, el Gobierno vasco ha elaborado otros 52 “cuadernos de memoria y reconocimiento”, que son informes con todos los datos disponibles sobre cada uno de los crímenes y que se suman a otras entregas anteriores. En un acto en el palacio de Villa Suso de Vitoria, la nueva consejera responsable de Derechos Humanos, Nerea Melgosa, que es titular de la cartera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales y que ha sido propuesta por el PNV, se ha hecho acompañar de las familias de once asesinados por ETA para entregarles el documento en persona y rendirles homenaje. “Lo queremos hacer reafirmando una vez más nuestro compromiso con las víctimas del terrorismo”, ha solemnizado Melgosa, que llegó al cargo hace menos de un mes. “Consideraron que su vida no merecía la pena y le pegaron cuatro tiros”, ha resumido la hija de una de las víctimas. Y ha añadido sobre el homenaje: “Nos tienen que agradecer que lo sepamos aceptar, porque ha tardado mucho”.
“No supimos siempre estar cerca [...]. ¿Por qué? [...] ¿Qué pasó? ¿Cómo fue? ¿Quién fue? [...] Preguntas que, en muchos casos, hoy siguen abiertas porque no hay verdad judicial y el esclarecimiento de los hechos es insuficiente e incompleto. No podemos devolverles la vida. No podemos desde el Gobierno vasco hoy ofreceros la verdad judicial [...]. Pero sí podemos contribuir a la verdad”, ha añadido la consejera, que ha dado las gracias a la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) por su contribución a la elaboración de los informes, que incluyen hemeroteca y también documentación oficial. “Recogen quiénes fueron, cómo vivieron y cómo murieron estas víctimas del terrorismo de ETA cuyos casos no están resueltos, así como diverso material gráfico proporcionado por familiares con la ayuda de la AVT. Asimismo, se incluye un documento firmado por el lehendakari, Iñigo Urkullu, en el que expresa solemnemente el reconocimiento institucional del Gobierno vasco”, informa el Ejecutivo. “Mantener su memoria contribuye a evitar que algo parecido pueda volver a repetirse”, les dice Urkullu.
Entre los asistentes al acto, además de altos cargos del área de Derechos Humanos como José Antonio Rodríguez Ranz, Monika Hernando o Aintzane Ezenarro, estaban también los máximos representantes de Covite, Consuelo Ordóñez, y de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, Tomás Caballero, ambos familiares directos de víctimas de ETA, así como el director del Memorial de Vitoria, Florencio Domínguez. La imagen, unida a la buena sintonía de la AVT con la Administración de Urkullu, constata el acercamiento del PNV a estos colectivos hasta el punto de que, en un pronunciamiento histórico que tuvo lugar el pasado año, se llegó a poner en valor el trabajo de Guardia Civil y Policía Nacional como “punta de lanza” contra la banda. Antes, en 2015, Urkullu admitió que las instituciones vascas debieron haber reaccionado “antes” y “mejor”.
Las once familias presentes en Villa Suso eran las de Alfredo Ramos (asesinado en 1980 en Trapagaran), Alfredo Díez y José Martínez (Ispaster, 1980), Luis Martos (Irún, 1980), Julio Santiago Expósito (Sestao, 1980), Joaquín Becerra (Amurrio, 1980), Mario González (Eibar, 1980), Antonio García (Markina, 1980), Jose Ignacio Ustarán (Vitoria, 1980), Carlos García Fernández (Eibar, 1980) y Juan de Dios Doval (Donostia, 1980). 1980 fue uno de los años más sangrientos en la España contemporánea. ETA, en total, mató a más de 90 personas y las víctimas totales rondan las 130 sumadas de las de la ultraderecha, el Batallón Vasco Español (BVE) o el GRAPO. En toda la historia, ETA causó más de 800 de los aproximadamente 1.450 fallecidos totales por el terrorismo reconocidos en España.
Ha dicho Melgosa que “no hubo, no hay y no habrá” ninguna “razón, causa política o no política” que “justifique un asesinato”. Desde las instituciones, ha afirmado, toca trabajar por la “no repetición” y por la “verdad”. “No cejaremos en el empeño y en la exigencia [...]. Quisiera tener un recuerdo para todas [...] las víctimas del terrorismo de ETA y también las víctimas de otras expresiones de terrorismo. Porque todos los asesinatos han sido, son y serán injustos, radicalmente injustos”, ha abundado. Y ha añadido que los puntos donde fueron asesinados “forman parte del mapa del terror” y que hay “un segundo mapa”, que son los puntos donde siguen residiendo sus familias.
En el acto, en el que una banda ha interpretado piezas musicales desde partituras leídas de grandes tabletas y que ha estado presidido por un gran mosaico con fotografías de las víctimas, han tomado la palabra también tres familiares directos de los homenajeados. Adeli Becerra ha contado la historia de su hermano, de origen malacitano y afiliado de UGT. Los terroristas acudieron a su bar simulando que habían golpeado su coche. Al salir a observar los supuestos daños, le dispararon siete veces. Ella fue testigo de lo ocurrido. José Ignacio Ustaran se llama como su padre asesinado. Él era dirigente de la UCD en Álava. También su madre, Charo Muela, de origen andaluz, era edil en Vitoria. El comando, dos hombres y una mujer, entraron en la casa familiar con el pretexto de “entregar un paquete” y encañonaron a los tres niños, entre ellos José Ignacio. La madre imploraba que se la llevaran a ella, que tenía mas responsabilidades políticas. El cadáver apareció en un coche aparcado delante de la sede del partido. “A partir de ahí empezó una vida diferente. La familia saltó por los aires”, ha narrado. Ruth Doval, hija de un profesor de la UPV/EHU y también miembro de UCD, ha sido breve: “Por defender la idea de que el País Vasco es de todos, tres personas consideraron que su vida no merecía la pena y le pegaron cuatro tiros”. Los tres testimonios han coincidido en que, tras el crimen, se vieron forzadas a abandonar Euskadi.
Y Doval ha dejado una reflexión final: “No sólo sufrimos lo que sufrimos, sino también un abandono. No tuvimos ningún tipo de ayuda ni reconocimiento. Casi teníamos que pedir perdón porque nos hubieran matado a un familiar. Aquí era muy difícil vivir. El primer homenaje fue en 2003, en San Sebastián, y había un grupo insultándonos. Me llena de alegría. Hay una evolución tremenda. Nos tienen que agradecer que lo sepamos aceptar, porque ha tardado mucho. Tiene que haber una condena absoluta y tajante al terrorismo. No se puede aceptar en absoluto que esto tuviese ningún tipo de sentido ni justificación. Vamos en el buen camino pero hay que avanzar un poco más”.
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