En un contexto de restricciones energéticas, y sobre todo, de gran incertidumbre sobre el futuro por el impacto que pueda suponer la guerra de Ucrania sobre los precios de la energía, el autoconsumo energético se abre paso como una fórmula de garantía de suministro y de precios más competitivos. Los paneles solares para abastecer pequeñas comunidades se extienden por toda la geografía española y Euskadi no es ajena a este boom. Se busca, de entrada, energía verde, y se busca la que llega del sol.
A partir del año que viene empezarán a extenderse por la geografía vasca plantas de energía solar, que ocuparán cada una de ellas al menos 10.000 metros cuadrados -el equivalente a un campo de fútbol- y que serán gestionadas por los vecinos de diferentes municipios en régimen de cooperativas. Hasta ahora 17 cooperativas en constitución, con los municipios que se han sumado a esta iniciativa que impulsa la empresa Ekiola, constituida por el Ente Vasco de la Energía (EVE) y la ingeniería promotora Krean, integrada en el grupo Mondragon, pero se está explicando la iniciativa a más ayuntamientos que están interesado en sumarse a la iniciativa, según señala la directora de Ekiola, Amagoia Barandiaran.
La primera de estas cooperativas se pondrán en marcha en la localidad guipuzcoana de Azpeitia, con un poco más de retraso sobre lo que estaba pensado. Será en octubre, cuando se espera contar con todos los permisos sobre el uso del suelo -estaba planificado contar con ellos en septiembre- el momento de que puedan empezarse las obras. “Tardarán unos cuatro meses en finalizarse la instalación, por lo que podremos contar con la primera de estas plantas solares construidas a finales del primer trimestre del año 2023”, señala Barandiaran. A partir de ahí irán poniéndose en marcha las demás a medida que se vayan contando con los permisos pertinentes. “Hay que tener en cuenta que estas licencias pueden demorarse más de un año”, señala la directora de Ekiola, que destaca que esta es una de las trabas fundamentales para poner en marcha este tipo de plantas. “Son trámites que hay que realizar porque hay que cumplir la Ley del Suelo, y luego, cada ayuntamiento tiene su propia normativa para suelos no urbanizables”, que son los que se están utilizando para instalar estas plantas, y que muchas veces requieren de un plan especial por parte del Consistorio. Los suelos que se están usado son en su mayora parte degradados o que surgen de rellenos de tierra quitados para hacer carreteras o autopistas. “No se trata de suelos que se estén quitando para uso agrícola”, puntualiza. En cuanto al tamaño, Barandiaran fija en los 10.000 metros cuadrados el tamaño mínimo para que la instalación, que tendrá capacidad para producir entre 1 y 5 Mw, sea rentable. Podrá abastecer de energía a alrededor de 400 vecinos.
En concreto, además de en la localidad de Apeitia, se están poniendo en marcha en Donostia, Gorbeialdea, Zumaia y Arrasate, también en Gipuzkoa; en Lea Artibai en Bizkaia; y en Zigoitia, Kuartango, Maeztu, Amurrio, Agurain, Leniz, Laguardia-Rioja Alavesa, Llanada Alavesa, Motaña Alavesa, Ayala, Añana, en Álava.
Plantas fotovoltaicas de suelo y enganchadas a la red general
Se trata de plantas fotovoltaicas en suelo, una cuestión que las diferencia de las que se instalan por ejemplo en las azoteas de algunos edificios para autoconsumo de la comunidad de vecinos. En el caso de las promovidas por Ekiola, se trata más de autoabastecimiento, que de autoconsumo, por que las plantas las plantas están conectadas a la red general de distribución, lo que implica que no están sujetas a una distancia mínima respecto a los receptores, como como ocurre con otras comunidades energéticas de autoconsumo puro. Y por ese mismo motivo, porque estarán conectadas a la red general los dueños cooperativistas no tienen que acometer ninguna obra. Tendrán garantizado el abastecimiento anual y un precio competitivo a través de un PPA, las siglas en inglés (Power Purchase Agreement), con el que se define el acuerdo o contrato de compraventa de energía a largo plazo entre un desarrollador renovable y un consumidor. La inversión que deben hacer varía según las instalaciones, pero oscilan entre los 1.000 y 2.500 euros, para instalaciones que tendrán un plazo de trabajo de unos 25 años.
Según recuerda Barandiaran, en ningún caso estas cooperativas solares permiten hacer negocio con la energía en el sentido de que no se puede vende la energía que no se consume. El propietario tiene garantizado tu abastecimiento a un precio y el resto va a la red general sin que se pueda comerciar con ella.
La directora de Ekiola asegura que se trata de un proyecto que ha suscitado “mucho interés” entre los ayuntamientos desde el principio. “Todos tienen en su agenda como objetivo propio la eficiencia energética y el impulso a las renovables”. Un interés que se está incrementado con la crisis energética en la que toda Europa está sumida en estos momento y la necesidad de acelerar la transición energética“.