“La agricultura familiar es la que más hace por el medio ambiente”

El 70% de los alimentos que se producen a escala mundial proceden de la agricultura familiar, es decir, de explotaciones que en su mayor parte dependen de mano de obra familiar. Sin embargo, este sector necesita “una mayor implicación” de las administraciones para que la sociedad visualice su importancia. Con este objetivo, el año pasado se celebró el Año Internacional de la Agricultura Familiar que sirvió para reflejar algunas de sus reivindicaciones, como la necesidad del cambio generacional, la financiación para los jóvenes que se quieren incorporar al campo y la puesta en marcha de tierras que permanecen en desuso. En España, el 80% de las explotaciones son de agricultura familiar, un porcentaje que se eleva prácticamente al 100% en el caso de Euskadi.

Lorenzo Ramos, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de España (UPAG), ha comparecido ante el Parlamento vasco para explicar cómo ha sido el desarrollo del Año Internacional y los retos pendientes. Entre ellos, Ramos ha reclamado una distribución de las ayudas más progresista, que permita dar un vuelco al sistema actual, “cuyos beneficiarios son sobre todo las grandes explotaciones y propietarios que no trabajan directamente la tierra”.

La propuesta de la UPAG es que esos apoyos vayan dirigidos a los territorios con mayores dificultades (ya sean de índole física, como las zonas de montaña; por cuestiones demográficas, como las zonas más despobladas, o por aplicación de criterios restrictivos de carácter medioambiental, como los espacios protegidos) y, sobre todo, a los colectivos agrarios con mayores necesidades para poder seguir manteniendo su actividad.

Según Ramos, la Política Agraria Común (PAC) desarrollada por la Unión Europea es “injusta” con el modelo de agricultura familiar. “Las ayudas económicas se dan en función de hectáreas, con lo que favorecen a los grandes propietarios, que en muchos casos se dedican a la especulación. No se trata de una redistribución social, donde se ayuda al que de verdad lo necesita”.

Abandono del territorio

Abandono del territorio“La familia y la explotación”, ha explicado, “están vinculadas y combinan funciones económicas, ambientales, productivas, sociales y culturales”. La agricultura familiar y a pequeña escala están ligadas a la seguridad alimentaria mundial. “Rescatamos los alimentos tradicionales, se protege la biodiversidad agrícola del mundo y el uso sostenible de los recursos naturales. La agricultura familiar es la que más hace por el medio ambiente. Además, supone una oportunidad para dinamizar las economías locales. En un pueblo, todo el mundo vive en torno a la agricultura, en mayor o menor medida”.

Ramos ha alertado de un progresivo abandono del territorio, lo que provoca “unos desequilibrios territoriales de elevada gravedad, con un nivel de despoblamiento muy difícil de invertir”. Así, la agricultura familiar se enfrenta a un elevado nivel de envejecimiento de la población agraria, a lo que se añade “el escaso relevo generacional” dado el débil interés de los jóvenes en seguir con la actividad y, en muchos casos, continuar viviendo en el medio rural.

Todo ello se agrava “tanto por la reconversión sectorial que se está produciendo como por la progresiva y acelerada liberalización de los mercados mundiales, el incremento de los costes de producción y los escasos precios que reciben los agricultores por parte de intermediarios, comerciales e industriales”.