“En agricultura, injertar una especie sobre otra se ha hecho desde siempre, modificando así el genoma de las especies. Pero si lo hacemos en un laboratorio se considera tecnología transgénica y surge el debate”, afirma José Miguel Mulet, investigador y profesor del Instituto de Biología Celular y Molecular de Plantas de la Universidad Politécnica de Valencia. Mulet ha hablado del 'Auge y caída de los transgénicos' en el curso de verano ‘Historia natural de la comida’, organizado por la Universidad del País Vasco.
“Nadie quiere transgénicos. Es una tecnología que tiene muy mala fama debido a que gran parte de la información que circula sobre este tema está desprovista de cualquier base científica. Es una mera repetición de tópicos”, según Mulet. El intercambio de genes en la naturaleza, conocido como transferencia horizontal, es un hecho bastante frecuente en la naturaleza. Que un alimento esté mutado genéticamente es bastante habitual, la polémica surge en cómo se ha hecho esa alteración. “Hoy por hoy sería imposible vivir sin transgénicos. El problema surge cuando a un alimento se le pone la etiqueta transgénico. Por lo tanto, el problema es burocrático”.
Mulet recuerda como durante años se ha demonizado esta tecnología y se auguraban auténticas catástrofes sanitarias. “Veinte años después esas predicciones se han quedado en nada. No ha habido ningún problema de salud derivado de su consumo”. Y en esta línea, considera que los movimientos en contra responden a “criterios de marketing”.
Cuando un transgénico sale al mercado debe superar unos controles sobre su repercusión en la salud y en el medio ambiente. “Muchos alimentos 'naturales' que consumimos, como los frutos secos por ejemplo, no superarían estos controles, ya que las reacciones alérgicas que desencadenan no son aceptables en los modificados genéticamente”.
Hoy se están desarrollando novísimas tecnologías que pueden superar a la transgénica, o complementarla, como es la tecnología CRISPR que permite a los investigadores alterar las secuencias de ADN y modificar la función de los genes. “Paradójicamente estas nuevas tecnologías no están teniendo tanto ruido mediático simplemente por una circunstancia coyuntural”.
Además de esta tecnología que ya está en el mercado existe la “carne sintética”. “Es cuestión de dos o tres años que la veamos en los supermercados. Es una carne de cultivo celular que se desarrolla en un laboratorio y que pronto estará lista para su comercialización. Las células ya están, falta darle la textura de la carne. Esta tecnología es la que se usa en medicina para el desarrollo de las células madre”.
¿Y qué ventajas tiene la carne sintética? “Pues que supera los prejuicios éticos que llevan a muchas personas a dejar de comer carne. Además reduciría la contaminación medioambiental que provocan las granjas y los mataderos. También eliminaría el problema actual de la resistencia de las enfermedades a los antibióticos, ya que es a través de la cadena alimentaria donde se ha generado esta resistencia”.