La escuela, ¿reproduce las desigualdades sociales o da oportunidades de ascenso?
Dilucidar si la escuela contribuye a reproducir las desigualdades sociales o, por el contrario, ofrece oportunidades de ascenso social a los grupos en desventaja es una de las grandes interrogantes. Lo cierto es que una escuela que da esas oportunidades demuestra el éxito de un sistema educativo y el futuro de una sociedad, en especial considerando la apuesta por la economía del conocimiento. El estudio Aprendizaje y ciclo vital. La desigualdad de oportunidades desde la educación preescolar hasta la edad adulta, muestra cómo el origen socioeconómico marca en gran medida las competencias y expectativas educativas de los individuos, mientras que la educación recibida tiene escasa incidencia en las desigualdades sociales. El informe recogido por el Centro de Documentación y Estudios, de la Fundación Eguía Careaga, concluye que la mejor manera de reducir la desigualdad educativa a lo largo del ciclo vital es, por encima de otras alternativas, la inversión en educación infantil y primaria.
Aunque la opinión pública y el debate político perciban el problema del fracaso escolar como un hecho que se produce en la educación secundaria, que es cuando se manifiesta con toda crudeza, “el remedio se encuentra en el origen de la trayectoria escolar de los niños”, apunta el documento. “Las desventajas experimentadas por los hijos de familias con pocos recursos se acumulan con los años, así que ya sea mediante un estímulo activo ejercido por los padres, o de la promoción de la educación preescolar y una efectiva estandarización de las competencias que se adquieren en la educación primaria, estas primeras fases de la vida educativa podrían resultar mucho más provechosas y eficientes desde el punto de vista de los costes y beneficios que una intensificación del gasto en la educación secundaria, cuando las soluciones ya son limitadas”.
Según los autores del trabajo, el debate sobre las reformas educativas en España está “mal enfocado”. “Sin restar importancia a la regulación del funcionamiento de los centros, al currículo y a la provisión de los recursos necesarios para la etapa de secundaria, resulta sorprendente que el foco no se dirija hacia las fases en las que la desigualdad según el origen social alcanza sus máximos y cuando se pueden sentar las bases para el aprendizaje de toda una generación de niños”.
La desigualdad socioeducativa persiste a lo largo de la vida
Otra conclusión general del estudio es que el estatus socioeconómico de la familia de origen –medido a través del nivel educativo de madres y padres– tiene un peso determinante en las competencias adquiridas. Esa influencia, además, “se mantiene a lo largo del ciclo vital, si bien tiende a decrecer. España se encuentra entre los países de la OCDE donde la escuela juega un menor papel en la estratificación social”. Además, cuestiona algunos estereotipos muy extendidos sobre el sistema educativo. De acuerdo con el informe, la escuela no modifica el efecto del origen familiar o el estatus migratorio en las competencias del alumnado, y la titularidad de los centros educativos no incide sustancialmente en el nivel de conocimientos y destrezas del currículo escolar. Las diferencias en el rendimiento académico que se dan entre escuelas son poco significativas y obedecen, en cualquier caso, a la segregación escolar por factores socioeconómicos.
El informe también aporta una novedad radical. Los estudios internacionales sobre educación comparada han ignorado casi por completo el efecto que el contexto económico puede tener sobre la formación de las expectativas educativas de los estudiantes antes de terminar su educación obligatoria. “El impacto de una recesión económica, como la que padecen muchos países desarrollados y muy particularmente españa en los últimos años, podría tener serios efectos en el medio y largo plazo al reducir el entusiasmo necesario para emprender con éxito las transiciones educativas. En concreto, una recesión económica implica una reducción general de las expectativas, que en el caso de los hijos de las familias menos favorecidas es aún mayor”.
En otro apartado se ofrecen conclusiones poco optimistas sobre la universidad española. “A diferencia de lo que ocurre en otros países desarrollados, la universidad española está poco estratificada. Es decir, que hay pocas universidades excelentes, si bien también son pocas las muy malas. Todas se sitúan en un rango de calidad muy similar. La relativa igualdad de calidad del sistema universitario español podría considerarse una buena noticia, pero la conclusión final no puede ser rotundamente positiva, ya que el nivel medio en que convergen las facultades españolas es bajo en términos internacionales”.