José María Zubia (1809-1866) fue un pescador vasco que se hizo famoso por la ayuda que prestaba de forma desinteresada a otros pescadores en situaciones difíciles durante las tormentas que sorprendían en la mar. Su lancha siempre estaba dispuesta para zapar en auxilio al extraviado y al náufrago.
Sus heroicos rescates dieron nombre al atunero Aita Mari, de Getaria, que convertido en un buque de salvamento, espera de la resolución del Gobierno para poder zarpar hacia el Mediterráneo y participar en misiones de rescate de las personas inmigrantes que tratan de llegar a Europa. A pesar de llevar su nombre, mucho dista el atunero de la txalupa que José María empleaba para rescatar a personas.
Juan Rodríguez es el primer oficial del Aita Mari. Ha trabajado en el Mediterráneo durante más de un año frente a las costas de Libia y ha participado en dos rescates: uno abordo del Open Arms, de 575 personas y el segundo en el Dignity, de más de 900 náufragos.
“Cuando hablan de que no tenemos condiciones de seguridad para rescatar, no hay otro barco que tenga mejores condiciones. Nos han hecho revisiones de todo y las hemos pasado. Tenemos balsas salvavidas, 500 chalecos, el propio barco con capacidad para 120 personas en condiciones de seguridad y una depuradora del agua que produce 3.000 litros de agua al día. Además de un hospital con equipo sanitario, cosa que Salvamento Marítimo no tiene”, explica Rodríguez, mostrando cada una de las instalaciones del barco.
“Es algo mediático, nos paran por temas políticos. Las cifras que dan de muertos reales, no son las que se dan. Porque se dan las listas de cadáveres que han aparecido, y desaparecidos hay un montón. Las cifras son irreales, habría que multiplicar el número de muertos por dos o por tres por lo menos”, detalla el primer oficial.
Jon García Andonegi es el cocinero de la tripulación. No sabe de medicina ni de navegar, él ayuda con lo que puede, que es cocinar. Y no es poco. Eso sí, cuando hay un rescate, dice “todos vamos a ayudar a la gente”, ahí no importa quién se dedique a qué.
“Es inhumana la situación que está atravesando toda esta gente. Gente que pensaba que había escapado de la guerra, de la miseria y hambre, y muchos se encuentran con un vacío legal que no les brinda ninguna ayuda. Es la respuesta de los gobiernos, de Europa en General”, señala Andonegi mientras hace café para los voluntarios y amigos que se han acercado a ver el barco, que aún no zarpa.
Cuando realizan un rescate, por la mañana, a los rescatados les dan té caliente y arroz, “lo más sencillo de hacer”, dicen, pero la cuestión se complica cuando son 500 las bocas que alimentar.
“Como pasó en la Segunda Guerra Mundial, que ahora recordamos el Holocausto, que vamos a Auswitch, que no tengamos que ir al Mediterráneo dentro de 30 años porque lo que se está haciendo ahora, porque estamos dejando morir a la gente”, señala Amaia Iguaran, una de las voluntarias.
“Es el único barco vasco que sale al Mediterráneo, eso te engancha. Yo empecé a colaborar con ellos, les dije que quería ir a una misión, estuve en Pasaia tres días de sukaldari. Me parece tan injusto en esta Europa, que un gobierno de izquierdas español esté dejando morir a gente en el Mediterráneo. Eso te da más fuerza”, Iguaran quien es activista en la plataforma Ongi Etorri Errefuxatuak, además de cooperante y responsable de Educación y Género de la ONG Ayuda Mas.
El Aita Mari continúa anclado en el puerto de Bilbao hasta nuevo aviso. Sus marineros siguen a la espera de poder alzar la vela y zarpar. Mientras tanto, el Parlamento Vasco ha instado este jueves, 7 de febrero al Gobierno central a permitir que los buques de ayuda humanitaria Aita Mari y “Opem Arms” zarpen de los puertos en los que están anclados.