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Casi todos los exámenes con nota alta en las oposiciones vascas de Traumatología repiten palabras clave

Carteles de la OPE de Osakidetza en una calle de Vitoria

Iker Rioja Andueza

26 de enero de 2022 21:51 h

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A 48 horas de que finalice el plazo de investigación de las denuncias de filtraciones en las oposiciones médicas del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) de 2018, ha aparecido un nuevo indicio de las irregularidades que presuntamente se produjeron. En los exámenes de Traumatología, cuyo contenido no ha llegado hasta fechas muy recientes al juzgado, los aspirantes que sacaron las mejores notas -rayanas a la perfección en muchos casos- coinciden en tener marcada una misma palabra clave -un nombre propio- en cada uno de los tres casos clínicos de que se componía el examen práctico. Son Lenke, Mason y Lichtman -en ocasiones se sustituye igualmente por Reagan Morrey- y siempre aparecen en mayúscula y subrayadas. Incluso aunque estén escritas con pequeños errores, se visan como correctas.

Según las notas de esta especialidad -son alrededor de veinte las que están siendo investigadas por sospechas de filtraciones-, en la parte práctica de los mejores 55 aspirantes, que han obtenido una puntuación superior o muy cercana a 70 puntos sobre 100 en pruebas consideradas de dificultad elevada, solamente un par de excepciones no tienen marcadas esas palabras clave. De hecho, dos opositoras que han marcado Lenke y Mason pero no el tercero son la número 54 y la número 55. Ni uno sólo de los exámenes del 56 al 91 en ranking final tienen esos conceptos en mayúsculas o subrayados, según explican fuentes judiciales.

En este escenario, una de las tres acusaciones, el sindicato LAB, ha registrado un escrito demandando la “imperiosa necesidad” de “acordar una nueva prórroga” de seis meses para analizar en detalle estos exámenes y que se aporten los del resto de categorías médicas de la OPE de 2018. El documento, de esta misma semana, recalca que “el análisis de esos 120 exámenes ha puesto de manifiesto una serie de llamativas coincidencias en los exámenes con la calificación más destacada”.

Aunque estos datos hayan aparecido sobre la bocina, la realidad es que en el verano de 2019 este periódico ya publicó la declaración íntegra de un vocal del tribunal de este examen, el doctor Enrique Uriarte, quien afirmó con rotundidad que los mejores exámenes eran “fotocopias” entre sí y con respecto a la plantilla de corrección. “Se aproximaban una barbaridad a la exposición inicial del caso” que tenían ellos como plantilla para corregir“, explicó en una comparecencia interna ante comisionados del Departamento de Salud al poco de conocerse las denuncias de las anomalías. En esa declaración de casi una hora añadió que había claras sospechas de que se habían producido filtraciones y de que no era nada diferente a lo sucedido en convocatorias anteriores de Osakidetza. Destacó que los mejores exámenes eran práctica perfectos, extremo anormal, y que ninguno de sus colegas de hospital en Basurto obtuvo una nota alta porque, según resaltó, él no participó en el reparto. En la OPE -y no solamente en una categoría sino más de una docena- se repite el patrón de que los resultados elevados coinciden con compañeros de centro o personas afines a los autores de las preguntas.

“¿Qué pasa, que en algunos sitios son todos tontos?”, ironizó Uriarte, que recalcó que los profesionales de Basurto estaban en el “quinto coño” en la lista de notas. “Las circunstancias siempre son las mismas y, mientras Osakidetza no se invente otro sistema, la gente llevará el agua a su molino”, añadió. Y admitió que había tenido problemas por no haber participado en el sistema. “Es Enrique el que ha quedado de malo”, protestaba hablando de sí mismo en tercera persona. “Enrique no nos ha dado nada”, “¡Menudo jefe tenemos!” o “¿Se va a dar algo y tú no nos ha dado?” fueron algunos de los comentarios que recibió. “Soy el malo de la película, pero tengo la conciencia tranquila. Yo no he filtrado nada [...]. Si hubiera habido acuerdo, [los míos] habrían sacado 100. Pero yo estoy sentado aquí con la conciencia tranquila. No he filtrado”, recalcó. Según el escrito de LAB, haciendo una comparativa entre las 28 notas por encima de 90 puntos 18 corresponden a colegas de vocales del tribunal. Ninguno de ellos es de Basurto, en cambio.

La declaración se produjo en 2018 y no motivó ninguna actuación interna en Osakidetza. Trascendió en 2019, ya que Salud nunca la envió a la Fiscalía para su investigación inicial, a la que solamente aportó los informes de conclusiones de sus comisionados, que no apreciaban “elementos objetivos” de las filtraciones a pesar de que, además de Uriarte, había más declaraciones contundentes sobre el “tongo” que se produjo en algunos exámenes. Solamente en 2022 estos exámenes han llegado al juzgado y han podido ser revisados.

De hecho, en septiembre, la actual magistrada instructora, Cristina Rodríguez Ruiz, no consideraba oportuno ni siquiera leer los documentos clave de la investigación. “No aporta nada a la causa”, despachó. Lo argumentó así: “En relación a la aportación de los originales de los exámenes, no resulta necesario ni útil traer a este procedimiento un volumen de documentación que no será examinada por el tribunal por el escaso interés que tiene para la causa, así como por la innecesariedad de leer una sucesión interminable de preguntas médicas cuyo contenido y respuesta es totalmente ajeno a la función jurisdiccional y que no es objeto del presente procedimiento, ya que no se está enjuiciando una incorrecta valoración de los exámenes, sino una posible filtración”.

Esto se produjo después de que los únicos ejemplares que sí se han incorporado al sumario, los de Anestesia, mostraran que en los casos en que aparente se había producido una filtración había patrones que se repetían. Como publicó este periódico en 2019, las mejores candidatas contestaban a un cuestionario aleatorio en el mismo orden 1-6-3-4-5 y descartando una misma pregunta, la 2. Además, redactaban con estructuras gemelas, con palabras repetidas y hasta con abreviaturas calcadas. También describen de modo similar un poco conocido 'Test de Parson' y aluden a un medicamento que precisa autorización especial para su uso en España y que es de Estados Unidos. Finalmente, todas ellas repiten un mismo error básico para un facultativo sobre cromosomas que no les impide recibir una alta calificación.

Se da la circunstancia de que tanto en Traumatología como en Anestesia tres de los denunciantes desde el inicio de las irregularidades, los anestesistas Marta Macho, Manoel Martínez y Roberto Sánchez, habían elaborado una “quiniela” ante notario antes de la OPE mencionando que un grupo concreto de candidatos iban a obtener plaza y una nota alta. En ambas especialidades el pronóstico se cumplió. El consejero de Salud entonces, Jon Darpón, desechó esta prueba como válida alegando que se podían haber realizado decenas de porras y que solamente se exhibía la acertada. Este caso, en cambio, supuso la salida del Gobierno de Darpón, de la directora general de Osakidetza, María Jesús Múgica, y de otros altos cargos de la Sanidad vasca. Darpón y otros miembros de su equipo trabajan ahora para la compañía sanitaria privada Keralty.

Estos avances en la investigación llegan 'in extremis'. Este 29 de enero expira la prórroga de seis meses que la juez Rodríguez Ruiz concedió a la causa en verano. Sin embargo, en este tiempo apenas ha habido movimientos y la propia continuidad de la causa esté en el aire. De no admitirse la prórroga pedida por LAB -en verano también la secundaron la Fiscalía y ESK, las otras acusaciones- la instructora tendría que decidir si con la documentación actual hay base suficiente para celebrar un juicio. Hasta el momento, son veinte los imputados. Tras la prórroga, fueron citados Maite Izaguirre, Esther Bravo, Ricardo Asensio, Manuel Hernando Rydings y Claudia Aramendi de la OPE de Angiología, Fe Arcocha, Laura Quintas y Francisco de la Cuesta de Cardiología y el autor del examen de Urología, el doctor Javier Extramiana, que comparecerá este viernes, a 24 horas del final del plazo. Los once anteriores eran José Luis Cabriada (autor del examen de Digestivo), César Augusto Valero (Anestesia), María Reyes Vega (Angiología), Eduvigis Álvarez (Neurofisiología), José Antonio Elexpuru y Covadonga Fernández (Neurocirugía), Iñigo Echevarría (Traumatología) y Thais Salas, Alfredo Martínez Flórez, Andrés Beltrán y Javier Meléndez (opositora y miembros del tribunal de Cirugía Plástica). El caso se originó con una denuncia preliminar de la Fiscalía y, en estos años, han sido ya tres las juezas al cargo. Antes de Rodríguez Ruiz dirigieron la investigación Yolanda Varona y Ana Jesús Zulueta.

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