El pintor y escultor vasco Agustín Ibarrola, nacido en 1930, ha fallecido en el hospital de Usansolo en Bizkaia a los 93 años, según se conocido este viernes. Deja un gran legado artístico capitaneado por el conocido como Bosque de Oma, precisamente reinaugurado en fechas muy recientes.
Según la web oficial del artista, nació “en el seno de una familia obrera” y “muy pronto ingresó en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao”. “Ya en 1948 celebró su primera exposición individual. A raíz de esta muestra en la capital vizcaína, se traslada a Madrid e ingresa en el taller de Daniel Vázquez Díaz. Desde muy joven se interesa por aunar la tradición pictórica vasca con las corrientes de vanguardia del Arte Contemporáneo”, se indica.
En 1950 fue “invitado a participar en los trabajos de la basílica de Arantzazu (Gipuzkoa)”, aunque “le encargaron realizar un mural para el pórtico aunque nunca lo llegaron a materializar”. En París, a partir de 1956, “ejerce diversos trabajos y conoce a los que, junto a él, formarán el Equipo 57”. Regresó a Bilbao en 1961, en plena dictadura, y “entró a formar parte del grupo de grabadores de Estampa Popular, en la sección vasca”.
Ha sido profesor de Bellas Artes en la UPV/EHU, pero “cinco años después” fue despedido “ teóricamente, por carecer de titulación”. En 1987, según se destaca, “el Ministerio de Cultura y el Ayuntamiento de Madrid organizan una gran exposición antológica que se repite poco después en Bilbao y Zaragoza” y “en 1993 recibió la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes junto a los integrantes del Equipo 57”.
En su carrera, ha experimentado “en el uso de variados materiales como traviesas de ferrocarril, cartones, maderas o acero corten”. Pero son los troncos del bosque de Oma su legado más conocido. Eso sí, a ello se suman Piedras y árboles de 1999 en Allariz (Ourense), Los Cubos de la Memoria (2001-2006) en el puerto de Llanes (Asturias), las traviesas del Ruhr, en Bottrop (Alemania), de 2002, las Piedras pintadas en Garoza (2005-2009, Muñogalindo, Ávila) o las “numerosas esculturas donadas en homenaje a las víctimas del terrorismo de ETA”.
En su faceta más política, su biografía recoge que “como miembro del PCE es detenido en 1962 y juzgado, por un tribunal militar, a nueve años de encarcelamiento”. “Dentro de la cárcel siguió pintando y dibujando aunque no pudo firmar las obras ni exhibirlas en el exterior. Un año después Appel for Amnisty, organizó una exposición en Londres, París, Bélgica, Alemania e Italia con estas obras 'ilegale'”, se remarca. Quedó en libertad en 1965, pero de nuevo fue arrestado en 1967 y quedó preso hasta 1969. En mayo de 1975, la extrema derecha quemó su caserío en Ibarrangelua. El Bosque de Oma también sufrió “dos atentados terroristas en mayo del 2000 y marzo del 2003”, indican en la familoa. Llevó escolta durante doce años, hasta el final de ETA.
El delegado del Gobierno de España, Denis Itxaso, ha escrito en X que Ibarrola deja “un gran vacío”, tanto en el “mundo del arte” porque se trabajo “forma parte de la iconografía contemporánea vasca” como en “valores cívicos” por su “compromiso democrático” contra la “barbarie” de ETA y su respuesta al terrorismo “con la palabra y la cultura por bandera”. Por su parte, el consejero vasco de Cultura, Bingen Zupiria, ha indicado que “se ha ido una referencia muy importante” de la cultura vasca, un “gran nombre” del arte y una muestra de la “pluralidad” de la sociedad. “Ibarrola se quedará con nosotros en sus obras”, ha señalado en un mensaje en X. El actual secretario general del PCE-EPK, Jon Hernández, ha destacado en el Parlamento la “aportación democrática” del artista y “su papel público contra el terrorismo”.
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