Josi Zabala reúne dos características: miembro de ETA –aunque se debería decir presunto porque nunca fue juzgado– y víctima del terrorismo. Junto a su amigo, José Antonio Lasa, fue secuestrado en Francia en octubre de 1983 por un comando de los GAL. Acabaron en el Palacio de La Cumbre, en San Sebastián, cuya propiedad correspondía al Ministerio de Interior. Allí fueron interrogados y torturados por guardias civiles del cuartel de Intxaurrondo.
El asesinato de Lasa y Zabala es uno de los episodios negros de la lucha antiterrorista en los años 80. No puede considerarse como un factor exterior a la actividad del Estado. Los responsables de las torturas, asesinato y desaparición de los dos jóvenes eran guardias civiles, condecorados y protegidos por el Ministerio de Interior, a los que se consideraba la primera línea en la lucha contra el terrorismo. Y al frente de ellos, el comandante Enrique Rodríguez Galindo, que en 1995 pasó a ser general.
La candidatura de Pili Zabala –hermana de Joxi Zabala– en Elkarrekin Podemos ha recuperado esa historia, que en el debate de los principales candidatos el jueves en ETB2 tuvo un momento extraordinario, al dejar casi sin palabras a Alfonso Alonso, líder del PP vasco. Alonso no quiso definir como terrorismo el asesinato de Lasa y Zabala. Este viernes ha rectificado en un tuit, en el que también ha prometido ayudar a la candidata de Podemos: “Ayer me impresionó tu dolor, que comparto”.
Lasa y Zabala huyeron a Francia en 1981. Según la sentencia sobre el crimen que sufrieron, formaban parte de un comando de ETA que realizó un atraco frustrado, lo que condujo a la huida de sus integrantes. Si eran miembros de ETA, no eran muy importantes. Dos años después, desaparecieron sin dejar rastro.
Fueron conducidos al palacio, en pleno centro de San Sebastián, donde el comandante Galindo ordenó su interrogatorio para conseguir pistas sobre el paradero de otros etarras más importantes. Desde arriba, se había dado la orden de conseguir resultados inmediatos como fuera. Ni siquiera secuestrar sin ningún mandato judicial a etarras en territorio francés estaba descartado tras el secuestro y asesinato por ETA del capitán Alberto Martín Barrios, ocurrido el 5 de octubre de 1983.
Un grupo de policías fracasó en su intento se capturar en Francia al etarra José María Larretxea el 18 de octubre. Dos días antes, los guardias civiles habían raptado a Lasa y Zabala.
Los interrogatorios fueron tan salvajes que los dos jóvenes quedaron en un estado físico lamentable. El comandante Galindo no iba a devolverlos a Francia para que contaran luego lo ocurrido. Quizá desde el principio tenían previsto eliminarlos. Fueron conducidos a Alicante donde fueron asesinados a sangre fría de varios tiros en la cabeza y enterrados en una fosa. Los cubrieron con cal viva.
Los restos fueron hallados en 1985, pero no fueron identificados hasta diez años más tarde.
Galindo, un exgobernador civil de Gipuzkoa, el socialista Julen Elgorriaga, y otros mandos de la Guardia Civil fueron condenados en abril de 2000 por estos asesinatos. El exjefe del cuartel de Intxaurrondo recibió una condena de 71 años de prisión, elevada a 75 por el Tribunal Supremo.
Uno de los casos más graves de terrorismo de Estado en la democracia española no supuso en la práctica un castigo muy severo para su responsable. Galindo sólo cumplió cuatro años y cinco meses entre rejas al ser excarcelado en 2004 por “razones de salud”. Pasó a cumplir la pena en su domicilio y en 2013 obtuvo la libertad condicional.
A día de hoy, Pili Zabala no tiene la condición oficial de víctima del terrorismo, porque la ley de ayuda a las víctimas aprobada por el Congreso sólo la asigna a las víctimas de ETA.