El gigante Stellantis baja la persiana de Mecaner en Euskadi y la plantilla se rebela: “Hay que parar esta deslocalización de libro”
La decisión de la multinacional de la automoción de despedir a sus 148 trabajadores ha acabado en huelga y los afectados piden la implicación de las instituciones
La cuenta atrás para Mecaner ya está en marcha y los 148 trabajadores que están a punto de perder sus trabajos -144 de la plantilla de la factoría y cuatro subcontratados de limpieza- no quieren resignarse. Este jueves han realizado su primera jornada de huelga, secundada por la totalidad de la plantilla, como antesala de las movilizaciones que vendrán para intentar que la multinacional de la automoción Stellantis (Fiat, Chrysler, Peugeot y Citroën), su propietaria actual, dé marcha atrás en su decisión de cerrar la planta ubicada en Urduliz. “Es otra deslocalización de libro”, dice Unai Mirasolain, delegado de LAB en el comité de empresa. “Quieren cerrar esta empresa para llevar la producción a China, donde la mano de obra les sea más barata. Tenemos que pararlo, y para ello necesitamos toda la ayuda posible de las instituciones”, reclama.
El anuncio del principio del fin de Mecaner llegó el día 1 de este mes, cuando desde la dirección se comunicó al comité la presentación de un ERE de extinción para toda la plantilla alegando “falta de productividad y de viabilidad” de la planta de troquelería dedicada al sector de la automoción. El día antes de presentar el ERE, el que había sido el director de la empresa durante los últimos años, Juan Carlos Aldayturriaga, dejaba el cargo, y la multinacional Stellantis colocaba en su lugar a otro director, Juan Ramón Castro, procedente de la sede de la empresa en Galicia, para gestionar este periodo de transición hacia el cierre anunciado, que según marca la ley actual no se podrá producir hasta que pasen seis meses desde el preaviso, es decir, a partir de marzo.
“En realidad nos hemos quedado sin interlocución porque hemos intentado que alguien nos explique cómo la dirección ha llegado a la conclusión de que el cierre es la única salida, sin conseguir ninguna respuesta”, señala el delegado sindical. “No sabemos si se ha hecho un plan de viabilidad, si se ha planteado vender la empresa...no sabemos nada”. Por eso piden ayuda al Ayuntamiento de Urduliz, con el que este jueves han mantenido un encuentro, y al Gobierno vasco, con el que quieren reunirse, para intentar buscar una salida para estos trabajadores y para esta histórica empresa de troquelería, que lleva 62 años formando parte del paisaje de esta localidad vizcaína. “Queremos que, por lo menos, se abra una vía de comunicación con la empresa para intentar buscar soluciones”, dicen. Desde el comité señalan que la compañía no tiene pérdidas, “pero a esta multinacional sólo le interesa ganar más, aunque sea a costa de dejar en la calle a 148 familias”.
Mecaner ocupa los terrenos colindantes a los que antes ocupaba Mecánica de la Peña, con la que compartió dueño, histórica empresa ya desaparecida tras un convulso proceso de quiebra. Los terrenos que antes ocupaba esta empresa los ocupa ahora Lointek. Justo al lado se erige la Torre Urduliz, el edificio que alberga el innovador campus de programación Urduliz 42, promovido por Telefónica con el apoyo de la Diputación de Bizkaia, en un amalgama de tradición y modernidad industrial.
Mecaner se fundó en 1961 como la primera matricería vasca especializada en la automoción. Desde su fundación por la familia Erhardt, de origen alemán que se instaló en Bilbao, y fundó también Mecánica de la Peña , la empresa ha tenido varios dueños como Hi-Tec, Comau -la división de componentes de automoción de la multinacional Fiat- y la propia Fiat. Con la fusión de Fiat (que a su vez había adquirido Chrysler) con PSA (Peugeot más Citroën), ambas empresas constituyen en 2021 el grupo Stellantis, que es del que depende ahora Mecaner, un gigante de la automoción con marcas tan conocidas como Alfa Romeo, Fiat, Lancia, Abarth, Maserati, Jeep, Chrysler, Dodge, Vauxhall, Peugeot, Citroën, DS u Opel.
El comité de empresa, constituido por ESK, LAB, ELA y CCOO, cree que en los últimos meses la dirección ha derivado parte de su carga de trabajo a otras plantas para justificar un cierre que “no puede justificarse”. Con una edad media de edad de la plantilla de 48 años ven una difícil salida si la empresa cierra. “Somos una plantilla muy especializada, que llevamos 25 o 30 años trabajando aquí, con una carga de trabajo que nos llega para unas marcas concretas. Lo tenemos muy complicado”, reconocen desde el comité.
En la reunión que han mantenido este jueves con el Ayuntamiento, desde el consistorio se han comprometido a mediar con otros ayuntamientos de la zona y con el Gobierno vasco “para que se pueda visibilizar nuestra lucha y presionar a la empresa para que no se cierre la planta”, dicen desde ESK. “El cese de la actividad causaría un grave prejuicio económico y social a las familias, al municipio y a la comarca”, recuerdan desde ELA. El 7 de octubre han convocado una manifestación en la que esperan contar con el apoyo de todos los vecinos de Urduliz. “Nos jugamos mucho”, advierten.