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El 7 de agosto es el día de los más pequeños en las fiestas de Vitoria. Los niños siempre han jugado un papel destacado en La Blanca. Desde 1983 existe Celedón ‘txiki’, una versión infantil de la bajada de Celedón del 4 de agosto. Ideado por Joseba Bedia, sus sobrinos fueron los que encarnaron al personaje hasta 2002, cuando la comisión de blusas y neskak asumió la organización e introdujo la paridad al crear también una Neska ‘txiki’. Contó Bedia a ‘El País’ que en un inicio no le dejaron que pudieran participar las niñas. Con motivo del vigésimo quinto aniversario (2008), la igualdad se hizo extensiva a los muñecos con una marioneta llamada Edurne. En 2023 los elegidos son Iratxe Calvo y Amets Busto.

Como en el caso del chupinazo ‘senior’, la versión ‘junior’ también ha pasado de la plaza de España a la de la Virgen Blanca para ganar en espacio. En 2018 ya se hizo el cambio y el parón por la COVID-19 solamente había permitido hasta 2022 dos ediciones allí. En el pasado, esta jornada iba acompañada de un paseíllo especial no de ida a los toros sino al circo de Mendizabala. Se hacían pegatinas con las caras de los Celedones ‘txiki’.

Mendizabala es, precisamente, uno de los puntos estratégicos de las fiestas para los más pequeños. Allí se instala desde hace décadas el recinto ferial con las barracas, tómbolas y la carpa circense. Explica el archivo foral que en 1958 estaban en el Paseo de Cervantes, junto al estadio de Mendizorroza. “Posteriormente fueron extendiéndose hacia las afueras, Mendizorroza, hasta su actual ubicación en Mendizabala. Años atrás los vitorianos las conocieron en la antigua plaza de Bilbao, campo de las Brígidas, zona de la calle Luis Heintz con la Magdalena, actual Becerrro de Bengoa y calle Prado”, indican estas fuentes. Puedes leer aquí más sobre cómo fue el montaje de la feria en 2022.

En cuanto al circo, conocido en la ciudad desde mucho antes de que en 1957 se inventara Celedón -existía un local llamado Teatro Circo en los actuales cines Florida- tuvo que cambiar su registro en 2012 ya que una ordenanza prohibió las fieras en estos espectáculos. Se acabaron los elefantes, que han llegado a pasear por las calles de la ciudad. Fue una decisión paradójica ya que aquel año la ciudad mantenían en su programa una carrera de burros, serpientes en el zoco árabe, vaquillas, idi-probak y, desde luego, corridas de toros en la que los animales eran matados ante el público. Ahora no están prohibidas pero son ya varios los años en que no se organizan, principalmente por la caída de público desde que se derribó el viejo coso y se inauguró el Iradier Arena.