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El hospital de Bilbao que vacunó irregularmente a su gerente inmunizó a curas, sindicalistas, mensajeros y empleados del 'vending'

El gerente del hospital Santa Marina y exconcejal del PNV, José Luis Sabas, vacunándose

Iker Rioja Andueza

27 de enero de 2021 15:20 h

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El gerente del hospital Santa Marina de Bilbao, el exconcejal del PNV José Luis Sabas, no solamente se procuró una vacuna contra la COVID-19 saltándose el protocolo y no solamente grabó todo ello en vídeo musical para la posteridad. En ese centro sanitario los sobrantes fueron a parar a otros directivos y a 16 personas que ni siquiera son personal directo del centro, concretamente a cuatro sindicalistas -no se ha citado de qué organizaciones pero según las fuentes consultadas son de ELA, Satse, UGT y CCOO-, cuatro religiosos, cuatro trabajadores de la cafetería, dos personas de la empresa de 'vending' y dos mensajeros.

La consejera de Salud, Gotzone Sagardui, ha revelado estos datos en el Parlamento Vasco, donde ha comparecido este miércoles para explicar las conclusiones de la investigación interna iniciada al descubrirse que tanto Sabas como también el gerente de Basurto, el igualmente exconcejal Eduardo Maíz, se colaron para recibir la vacuna. “Este mal uso de parte de las dosis recibidas, unida a la poco ejemplar que resulta que los altos cargos utilicen vacunas destinadas a personas vulnerables o expuestas, es lo que ha tenido como resultado la exigencia de responsabilidades al gerente”, ha dicho Sagardui sobre Santa Marina.

Sabas, durante días, ha tratado de hacer ver que tenía el visto bueno de la dirección general de Osakidetza y de la propia Sagardui para hacerlo. La consejera lo ha vuelto a negar. El 19 de enero, un día antes de que se pidiera a Sabas a que dejara el cargo, el propio gerente escribió a Rosa Pérez Esquerdo, directora general del Servicio Vasco de Salud. Le dijo que habían vacunado a 244 personas, lo que constituyó una referencia “coherente” con el tamaño del hospital y los criterios fijados, que pasaban por priorizar al personal de primera línea y no vacunar de golpe a más del 50% de los servicios para evitar posibles efectos adversos en equipos enteros y mantener el servicio. Sin embargo, “al filo de las diez de la noche”, Sabas escribió de nuevo a Pérez Esquerdo y a la propia Sagardui y actualizó el dato: habían administrado ya 550 dosis. “Ahí es cuando nos dimos cuenta de que tenía que haberse producido un error de planificación”, ha afirmado Sagardui.

En conversaciones posteriores, Sabas admitió que él también había sido vacunado y lo defendió por ver necesaria una vacunación “masiva” en Santa Marina por el perfil de pacientes que trata y los numerosos casos de COVID-19 que ha tenido. Pero Sagardui ha insistido en que “totalidad” no incluía a todo el personal de golpe y a los directivos, sino “la totalidad de las personas que atienden directamente a personas ingresadas”. El gerente y la consejera intercambiaron tres mensajes. En el primero, Sabas le propuso a Sagardui que se convocara a los medios de comunicación la vacunación en Santa Marina por su especial simbolismo en la lucha contra la pandemia. En la víspera de la llegada de los viales, fue Sagardui quien pidió datos sobre el incremento de pacientes con COVID-19 y Sabas prometió “echar el resto” y se fecilitó por la inminente vacunación de “todos”. La tercera conversación fue ya después de los hechos. Sagardui solamente ha admitido su responsabilidad por la “descoordinación” en este hospital y ha prometido “reforzar los circuitos de información”.

En cuanto a Basurto, la investigación ha revelado que Maíz no sólo se vacunó cuando no le correspondía, sino que lo ocultó al no registrar los pinchazos en el preceptivo registro de control. En este caso, ni siquiera se había iniciado la campaña con sanitarios y solamente estaba en marcha en residencias. Las vacunas eran sobrantes de centros de mayores de la zona y se planteó usarlas con ingresados de edad avanzada de Basurto. Fueron seis los mayores que la recibieron y las cuatro sobrantes se repartieron entre el jefe de servicio de Medicina Interna, la jefa de servicio de Enfermedades Infecciosas y la responsable en funciones de Microbiología. Según Sagardui, Maíz se resistió a dimitir. “No lo hizo y fue destituido”, ha dicho la consejera, que ha anunciado la apertura de un expediente informativo por el no registro de las vacunas. Como estos hechos ocurrieron el 3 de enero, estas personas ya han recibido la segunda dosis también.

Asimismo, la consejera ha informado de que se vacunaron la gerente y la jefa de gestión de la comarca sanitaria de Tolosa, pero ha indicado que no hay indicios de “actuación reprochable” porque eran vacunas “al límite de su destrucción” y no había más gente cerca para recibirlas. En Debabarrena, parte de los directivos también se han inmunizado ya que así se ha estimado por su “actividad asistencial” relacionado directamente con la COVID-19.

61 sanitarios han recibido ya dos dosis aunque la campaña oficial arrancó el 15 de enero

Hasta este miércoles, en Euskadi, han recibido la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus 44.838 personas y 7.017 tienen ya la pauta completa, consistente en dos pinchazos. En cuanto a los sanitarios, 11.299 tienen una de las dos dosis (el 26,88%) y 61 la segunda. Como la campaña de vacunación en este colectivo arrancó el 15 –según ha indicado la consejera- ese número de personas recibió el suero antes de que se definiera el protocolo y los únicos destinatarios fuesen los mayores y profesionales de residencias. La consejera ha indicado que su previsión es que, si no hay problemas de suministro, “la segunda semana de febrero” se haya completado la primera vuelta en toda la plantilla de Osakidetza.

La comparecencia de Sagardui -incardinada en la cita semanal de cada miércoles aunque con otro formato más extenso- ha sido con diferencia la de mayor voltaje político de toda su etapa al frente de Salud, aunque el PSE-EE, socio del Gobierno de coalición, ha cerrado filas con el PNV. “Aquí hay gente que tenía la sentencia antes del juicio”, ha dicho el socialista Ekain Rico. Las peticiones de dimisión, más o menos explícitas, han sobrevolado en los discursos de los cuatro grupos opositores, EH Bildu, Elkarrekin Podemos, PP+Cs y Vox. “Hemos sabido, hemos actuado y yo se lo cuento. No lo entiendo”, han sido las palabras con las que la consejera ha cerrado su segunda intervención.

Varios portavoces han incidido, por ejemplo, en que Santa Marina solamente pudo hacer semejante vacunación masiva si alguien de la organización central le envió los viales suficientes. “Si han recibido la vacuna antes de que otros, es por la mala gestión del Departamento”, ha diagnosticado la portavoz de EH Bildu, Rebeka Ubera, que ha hablado del “descontrol” de la gestión sanitaria no sólo con las vacunas sino en el conjunto de la pandemia. Ha ironizado que los primeros viales llegaron custodiados por la Policía cuando los problemas de seguridad se han dado dentro de los hospitales. “Si se iba a vacunar la mitad, ¿por qué se envían 100 viales y no 50?”, se ha preguntado en la misma línea la 'popular' Laura Garrido. Elkarrekin Podemos-IU, por su parte, ha insistido en su propuesta de una comisión de investigación sobre lo ocurrido.

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