“Se va a seguir rastreando cómo ha podido ser tanto y tan espontáneo”. Ni en el Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) ni en la Diputación de Bizkaia tienen una explicación para que en unos pocos días la residencia Marcelo Gangoiti de Muskiz haya pasado de tener un par de positivos a registrar un brote de nada menos que 115 positivos en coronavirus, 93 mayores (de 103 usuarios totales) y 22 profesionales. La vacuna iba a llegar allí esta semana -el jueves- y lo que ha llegado es más bien preocupación, ya que la letalidad durante la pandemia en las residencias vizcaínas es del 13% de los infectados y del 25% en este centro. Por el momento, 86 mayores están o asintomáticos o presintomáticos, aunque en continua monitorización.
“Había control y habían tenido inspecciones. Se habían hecho las cosas bien. No sabemos qué ha podido pasar”, indican fuentes de la Diputación, que es la institución que controlar las residencias en el territorio, también las privadas, como es el caso de este complejo del grupo Babesten (vinculado con Urgatzi) que ya recibió la visita del Sars-Cov-2 en otra fase de la segunda ola con un total de 16 positivos y 4 fallecimientos. Este periódico ha tratado sin éxito de hablar con los responsables de la residencia Marcelo Gangoiti para conocer su versión de lo ocurrido. Las familias de los afectados, por su parte, reclaman “información”.
Fue el 31 de diciembre cuando saltó la alerta en esta residencia cuando un trabajador presentó síntomas. Se hizo con el cambio de año un cribado a sus contactos estrechos y tras la alerta, se restringieron las visitas de familiares. La inspección giró una visita el 4 de enero -el primer lunes después de los festivos y el fin de semana- que concluyó sin hallar deficiencias significativas en la “sectorización” del centro -cortafuegos y zonificación para evitar un brote generalizado- más allá de unos problemas de “señalética”. El 5 de enero se realizó un segundo cribado, ya general, y salieron dos casos positivos entre los mayores. No transcendieron en la estadística oficial -recogida por este periódico aquí- porque el criterio de Bizkaia es registrar solamente los infectados que permanecen en sus residencias. En este caso, fueron derivados a Birjinetxe, un centro de referencia para el aislamiento de casos leves. Fue en el tercer cribado, este fin de semana, cuando se dispararon los positivos masivos.
No han faltado teorías de que hayan podido producirse falsos positivos, pero la Diputación no trabaja con esa hipótesis. En todo caso, se ha activado un contranálisis de una muestra aleatoria para concretar los datos. Sí ocurrió algo similar en la residencia de Sanitas en Erandio hace unos meses, pero con muchas menos muestras. Además, el mismo patrón de crecimiento exponencial de los casos en pocos días se ha repetido en otra residencia de Bizkaia, en este caso en el centro Beato Domingo Iturrate de Getxo, donde han aparecido 22 casos (17 mayores y 5 profesionales).
Este brote en Marcelo Gangoiti ha llevado de golpe a que Muskiz, como municipio, salte de alerta amarilla a alerta roja, lo que le podría implicar desde el próximo jueves cierres en la hostelería y, con la nueva normativa que entra en vigor este miércoles, el confinamiento perimetral del municipio. El alcalde, Borja Liaño (PNV), ha dejado caer que “si el brote es residencial” quizás “no debieran incluirse todos esos positivos en el listado para entrar en rojo” y que afecte al conjunto de la población. “Ojalá no fuésemos cerrados”, ha señalado en una entrevista para el medio local Tele7.
Otro punto de polémica ha surgido por la respuesta del sindicato ELA a la Diputación de Bizkaia. En declaraciones recogidas por Europa Press, el diputado de Acción Social, Sergio Murillo, ha asegurado que “puede haberse producido un error” y ha añadido que en un contexto como las residencias “es fácil y suele suceder” que se disparen los brotes, ya que inevitablemente hay contactos en las duchas o en las movilizaciones. Ha explicado que tanto Salud como la Diputación están “verificando que las medidas de protección y la utilización de los EPI son máximas” aunque ha remarcado que se ponen “todas las medidas preventivas”.
El sindicato ELA ha calificado de “inaceptables” las reflexiones de Murillo y ha interpretado que “apunta a las trabajadoras” como responsables de los contagios. La central sostiene que la Administración, por el contrario, “elude su responsabilidad en la gestión de la pandemia”. ELA ve clave dejar constancia de que los ratios de personas atendidas por cada gerocultor son más elevados de lo deseable, “lo que supone, en la práctica, romper las burbujas que deberían de aplicarse en los centros para evitar la propagación del virus de forma estructural, y más aún, cuando surgen situaciones más complejas”.
Ante este contexto, el portavoz del Gobierno vasco, Bingen Zupiria, ha insistido en defender el ritmo de vacunación que lleva Euskadi, que incluye una reserva por sistema del 50% de las dosis que llegan para garantizar la segunda dosis a quienes reciben la primera en caso de que se corte el suministro. Es “lo que mejor se ajusta” a las características técnicas del producto que se usa, de la casa Pfizer. El compromiso que se “cumplirá” en enero es el de que 20.000 mayores y trabajadores de residencias tengan la pauta completa. Se estima en 33.000 el total población diana en este colectivo, al que seguirá una segunda tanda de unos 40.000 sanitarios.
Al margen de la situación en la residencia de Muskiz, en Euskadi se ha registrado otra muerte, la segunda en el centro alavés Ascarza. Es la número 945 de toda la pandemia. Alrededor de un tercio de las defunciones totales se han dado en centros de mayores. Ni Gipuzkoa ni Bizkaia han notificado decesos este martes. También en Álava han aparecido dos pequeños focos, uno de tres casos en Nuestra Señora de las Mercedes de Vitoria y otro de un contagio en Gorbea, en la localidad de Murgia. Los casos activos son 326 y los totales, incluidos los profesionales infectados, suben a 6.967.