“Irse o morir”, el cómic que muestra la realidad de aquellos que para sobrevivir deben escapar de sus hogares
La artista Susanna Martín ilustra a través del cómic historias de personas perseguidas por el crimen organizado que se han visto obligadas a huir de Honduras y El Salvador a Euskadi, donde se encuentran pendientes de asilo
A Diego, los pandilleros le golpearon por ser trans. A Doña Concepción la extorsionaron, le arrebataron su negocio y a su hijo. A Alexandra, la mara se le metió en casa a través de su marido. Delmer y Rihanna han perdido a todas sus amistades de forma violenta. Se trata de historias reales -aunque en ocasiones reinterpretadas para preservar su anonimato- de personas que han tenido que huir de sus países por ser perseguidas por el crimen organizado y las maras o pandillas callejeras.
La artista Susanna Martín las ha ilustrado en su cómic “Irse o Morir”, creado a partir de testimonios reales de estas personas, que se han visto obligadas a huir de Honduras y El Salvador a Euskadi, donde se encuentran pendientes de asilo. “Son personas que de un día para otro se ven obligadas a dejarlo todo y huir de sus hogares. En sus países el crimen organizado tiene muchas formas de oprimir. En el cómic como me centro en el tema de la violencia machista, de género y en la violencia LGTBIfóbica”, cuenta a este diario la artista, que confiesa que por falta de espacio se quedaron en el tintero temas como los desplazamientos forzosos a causa de las hidroeléctricas multinacionales en territorios latinoamericanos.
La violencia que reciben aquí es un tipo de violencia que igual no tenían pensada, no la había calculado
Algunas de las personas cuya historia cuenta el cómic viven con cierto alivio su vida en Euskadi. Otras, en cambio, dieron por sentado que sus problemas terminarían al pisar tierra europea, sin pensar que también en este lado del charco podrían llegar a vivir algún tipo de violencia. “La violencia que reciben aquí es un tipo de violencia que igual no tenían pensada, no la había calculado. Son personas que huyen de una violencia, buscan asilo en un país y aquí reciben otra violencia. En el caso de las personas LGTBI, reciben LGTBIfobia que también hay aquí aunque mucha gente piense que no. Te pueden agredir en la calle o en cualquier lugar y hay un plus añadido si eres una persona racializada o extranjera. Se piensa que como esas personas no están amparadas por la ley, no tienen derechos y se puede ejercer sobre ellas toda la violencia que se quiera porque no tienen ningún tipo de ayuda ni protección legal”, lamenta Martín.
“Aquí sabemos lo básico, pero no sabemos todas las dificultades que tienen al llegar. Ya no solo la violencia física sino la burocrática, toda la discriminación que reciben en una comisaría de policía, por parte de abogados que intentan timarles o pedirles más dinero, gente que les dice que les va a ayudar y no les ayuda”, señala la autora que ha tratado de salvaguardar el anonimato de estas personas por si incluso estando en Euskadi su vida o la de sus familias pudiera llegar a correr peligro.
A veces con el racismo o la xenofobia pensamos que es gente que viene aquí a aprovecharse de los recursos y de la Seguridad Social o la RGI y para nada
En su mayoría son personas que no querían abandonar sus hogares, negocios ni cultura y a las que empezar de cero les parece una odisea casi tan grande como la que sufrieron para llegar hasta aquí. El mismo título es el resultado de uno de los testimonios. El de una joven universitaria que se encuentra pendiente de asilo y aseguró a la autora que si no abandonaba su país no seguiría con vida. Ahora, para ganarse la vida, trabaja en la limpieza de una casa en Donostia porque sus estudios no pueden ser convalidados en Euskadi.
“Hay que destacar la nostalgia de estas personas. Es gente que no quería irse. A veces con el racismo o la xenofobia pensamos que es gente que viene aquí a aprovecharse de los recursos y de la Seguridad Social o la RGI y para nada. Hay un personaje, una señora que tiene su colmado y ella estaba muy a gusto con sus gallinas y su vida en el pueblito. ¿Qué necesidad tenía de andar de un lado a otro con una maleta? Es gente que igual viene aquí y lo pasa mal porque está a disgusto, está en un sitio en el que no hablan su lengua, no es su cultura”, destaca Martín.
Sin embargo, en su cómic también cuenta la historia de un chico trans que sí que se encuentra feliz de haber llegado. “Aquí sí que pueden conseguir operarse si es lo que quieren, se pueden hormonar siguiendo un tratamiento con una seguridad y conseguir ese sueño que buscaban en su país”, concluye la ilustradora y diseñadora gráfica catalana afincada en Bilbao.
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