La magia del piano de Achúcarro culmina la temporada del centenario de la BOS
El director general de la Orquesta Sinfónica de Bilbao, Ibon Aranbarri, reconoce que se necesitarán otras dos temporadas para recuperar el público anterior a la pandemia, un 30% más de los 33.000 espectadores que han asistido este año a los conciertos
La magia de las manos del maestro Joaquín Achúcarro sobre el piano, conectando con un público entregado, no podía ser mejor colofón para el fin de temporada de la BOS en el año que celebra su centenario. El laureado pianista bilbaíno, que siempre es profeta en su tierra, ha llevado a lo sublime las ‘Variaciones sinfónicas para piano y orquesta’, de César Frank, mostrando que, a sus 89 años, sigue siendo un pianista imprescindible. No es casual la presencia de Achúcarro en el cierre de temporada de la Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS), ni tampoco la obra elegida. El pianista debutó cuando tenía sólo 13 años junto a la orquesta de su ciudad, en aquella ocasión con un concierto de Mozart. Dos años después la orquesta le invitó a participar como solista en una gira con la misma obra de César Frank con la que ha puesto el broche de oro a la temporada del centenario en dos conciertos celebrados este jueves y viernes. El programa se completa con ‘Andromède’, de la compositora Augusta Holmès, y los ‘Cuadros de una exposición’ de Modest Mussorgsky, escrita originalmente para piano y orquestada después por Maurice Ravel. Tres piezas poderosamente expresivas, compuestas en el romanticismo tardío de la última parte del siglo XIX, que han invadido de emoción el auditorio del Palacio Euskalduna bajo la dirección Giancarlo Guerrero y que el público ha agradecido puesto en pie con largos minutos de aplausos.
No podía ser menos espectacular el final de una temporada doblemente especial para la BOS: Primero porque es en la que la Orquesta Sinfónica de Bilbao celebra su cumpleaños número cien. Su primer concierto fue el 8 de marzo de 1922, lo que la convierte en la más antigua de Euskadi. Pero también es especial, y quizá sobre todo, porque es la temporada en la que se ha podido volver a una cierta “normalidad” después de las restricciones de la pandemia. Una “normalidad todavía relativa”, matiza Ibon Aranbarri, director general de la BOS, porque en esta temporada “todavía hemos tenido casi hasta el final muchas restricciones de aforo. Esperamos que, a partir de octubre, en la próxima temporada, podamos hablar ya de normalidad plena”. Reconoce, sin embargo, que “harán falta al menos dos temporadas para volver al volumen de público anterior a la pandemia”.
Este año, pese a la recuperación de una buena parte de los aforos, la temporada sinfónica acabará con un público inferior en un 30% al que antes de la pandemia se acercaba a los conciertos. Y eso que han asistido el doble de espectadores que en la temporada 2020-2021. En total, la temporada terminará con unos 33.000 espectadores, cuando la media de la temporada 2018-2019 fue de 46.000 asistentes.
Las restricciones de la pandemia y la consiguiente pérdida de asientos, ha hecho que mucha gente que se quedó fuera “no haya vuelto”. Otros, pese a pagar su abono parecen resistirse a volver y dejan su asiento libre, y, para la mayoría, “han cambiado los hábitos”, y la BOS está adaptando su oferta a esos cambios.
“Aspiramos a tener el aforo completo del auditorio del Euskalduna y que sea un público fiel”, dice Aranbarri, “pero hoy en día es muy difícil que la gente compre un abono para toda la temporada, por lo que se ofertan abonos más cortos para asistir a conciertos determinados”. “Eso, en el fondo, es una buena noticia, porque igual tenemos los mismos espectadores en número, pero podemos llegar a más gente porque no siempre son los mismos”.
En definitiva, esa es la razón de ser de la orquesta. No sentirse vieja por tener cien años sino, al contrario, ser capaz de llegar a más público. En este punto se enmarcan por ejemplo algunos de los conciertos preparados para la temporada que viene, todavía dentro de las celebraciones del centenario. Este es el caso del que tendrá lugar los días 15 y 16 de diciembre de 2022, en los que se celebrará un concierto-proyección de la versión original (en inglés y con subtítulos euskera y en castellano) de ‘El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo’, con la banda sonora interpretada en directo por la BOS. Con esta actuación se pretende “captar un público muy amplio”. Destaca, de igual forma, el concierto con la Banda Municipal de Bilbao, que cerrará el año. O el que el próximo día 18 de junio tendrá lugar en el Guggenheim, coincidiendo con la Noche Blanca de Bilbao, para celebrar de forma conjunta el 25 aniversario de la pinacoteca y el centenario de la orquesta. También grabarán un disco con Mikel Urdangarin con quince canciones del cantautor, y ofrecerán varios conciertos con él, uno de ellos en la Aste Nagusia de Bilbao. “De lo que se trata es de abrirse cada vez a un público más amplio”, dice Aranberri, y a la vez, “mostrar que formamos parte de la esencia de la ciudad”.
Integrar la historia de la BOS en la imagen de Bilbao es lo que pretende también el mural gigante, de más de 100 metros, recién inaugurado en el barrio de Olabeaga, obra del artista especialista en arte urbano Pablo Aristrain, que cuenta en imágenes los cien años de la orquesta y sus diferentes directores, entre ellos Maurice Ravel, un compositor muy ligado a la BOS y que la dirigió en un programa centrado en su obra en 1928. Sobre las paredes se refleja también ese primer concierto el 8 de marzo de 1922 bajo la dirección del que fue su primer director titular, Armand Marsick, en el Teatro Arriaga.
Una 'revolución cultural'
La BOS nació en una época en la que se estaba produciendo una auténtica revolución en el mundo cultural de Bizkaia, con su eje en Bilbao. Los 'felices años 20' en los que se produjo una eclosión en el mundo de la cultura y el arte en todo el mundo occidental. El terreno del nacimiento de la orquesta lo había abonado la Sociedad Coral de Bilbao, que estaba presente desde 1886, y la Sociedad Filarmónica, fundada en 1896, que se había convertido en un referente para grandes solistas internacionales. Poco después, en 1920 y por el impulso de los socios de la Sociedad Filarmónica, la Diputación de Bizkaia creaba el Conservatorio de Música de Bilbao con Armand Marsick como director, el mismo que dirigió por primera vez a la recién nacida orquesta.
Desde entonces la orquesta, gestionada por una fundación que depende de la Diputación Foral de Bizkaia y del Ayuntamiento de Bilbao, ha sido dirigida por grandes nombres de la música como Maurice Ravel, Jesús Guridi, Pablo Sorozábal, Jesús Arambarri, Carmelo Bernaola, Luis de Pablo, o Ernesto y Cristóbal Halffter que han interpretado sus propias obras. Sus directores titulares a lo largo de estos años suponen también una lista de nombres ilustres inaugurada por Armannd Marsick, el primero en dirigir la BOS, y al que le siguen Vladimir Golschmann, Jesús Arámbarri, José Limantour, Antoine de Babier, Rafael Frühbeck de Burgos, Alberto Bolet, Pedro Pirfano, Urbano Ruiz Laorden, Theo Alcántara Juanjo Mena, Günter Neuhold y desde 2015, Erik Nielsen.
Nombres que, como Joaquín Achúcarro, forman parte ya de la historia de la BOS, la orquesta que ahora, con cien años recién cumplidos, coge fuerza para seguir adelante en el camino de enganchar cada vez más público al torrente de notas que los 84 músicos que la componen arrancan a sus instrumentos.
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