Entrevista Directora de cine

Maïmouna Jallow: “A los africanos nos han inculcado durante siglos un odio propio para dominarnos”

Maialen Ferreira

17 de octubre de 2021 21:30 h

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Si hay una herramienta que ha cobrado importancia a raíz de la pandemia esa es la plataforma para vídeo conferencias, Zoom. La imposibilidad de salir de casa para trabajar, estudiar o relacionarse con otros seres humanos hizo que todas esas actividades, al menos durante los meses de confinamiento, se trasladasen a las pantallas. También las sesiones terapéuticas con psicólogos -muy requeridas sobre todo en una crisis como esta- se vieron obligadas a realizarse a través de ellas. Una de esas sesiones, en concreto sobre el manejo de la ira, es la clave de la historia que hay tras 'Cuentos de la Ciudad Accidental', la ópera prima de la periodista y escritora Maïmouna Jallow.

En ella, cuatro residentes de Nairobi que pertenecen a estratos sociales diferentes deben enfrentarse a sus miedos y frustraciones y conocer los de los demás en sesiones con un terapeuta a través de Zoom durante el confinamiento por el coronavirus. “Nairobi es una ciudad muy estratificada, hay mucho dinero, pero también muchísima pobreza y la división entre rico y pobre cada vez está más pronunciada. Los cuatro personajes que muestra la película tienen historias diferentes, algunos son ricos y otros pobres, pero en la película se se ven obligados a hablar entre ellos de las cosas a las que se enfrentan en su día a día”, cuenta a este periódico Maïmouna Jallow, durante su visita a Bilbao para presentar su película en el Festival de Cine Invisible.

'Cuentos de la Ciudad Accidental' ha recibido recientemente el premio a la mejor película experimental del Silicon Valley African Film Festival. Además, ha participado en festivales internacionales como el Durban International Film Festival, el Zanzibar International Film Festival y el San Francisco Intl Film Fest. En Euskadi, la película se ha mostrado en Vitoria en la primera edición del certamen de cines africanos Afrikaldia y en Bilbao en el Festival de Cine invisible que se celebra hasta el 21 de octubre. En noviembre viajará a Navarra para formar parte del festival África es Imprescindible. Sin embargo, el interés de su directora es que la película se vea, sobre todo, en África. “Para mí lo más importante es que lo vea el público africano porque me gustaría que la película muestre la injusticia social y la corrupción que se vive en el continente y que sea útil para lograr más discusiones sobre estas temáticas”, asegura Maïmouna Jallow, directora y productora de padre gambiano y madre catalana. A lo largo de su carrera también ha sido corresponsal de la BBC y ha trabajado en la ONG Médicos Sin Fronteras, además de ser dramaturga y escritora.

¿Qué busca mostrar con su primera película, “Cuentos de la Ciudad Accidental”?

Quiero que sea un espejo de esa parte de la sociedad que vive en grandes ciudades como Nairobi. Mostrar las vidas reales de las personas que se enfadan, que discuten con su familia, que viajan a la ciudad en busca de nuevas oportunidades, pero que en su lugar se encuentran con que esa misma ciudad, en vez de acogerles, los expulsa.

La película hace muchas referencias a casos reales. Una de las personajes le pregunta a Louis, el rico, qué sabe sobre la pobreza o si acaso la vida de sus hijos peligra cuando llueve. Para ese diálogo me basé en una noticia que justamente hablaba de esos casos de niños que fallecen en sus casas cuando hay inundaciones. Cuando le pregunta si sus hijas son violadas y abandonadas en la calle, hago referencia a un caso muy conocido en Kenia, en el que una chica fue encontrada en la calle tras ser violada y jamás se supo quién lo hizo.

Cuando se habla de Kenia o de Nairobi los europeos solo piensan en safaris o animales, como si no hubiera personas viviendo allí

Las ciudades en ocasiones expulsan a las personas en lugar de acogerlas, como comenta, pero aun así es común que se siga aspirando a vivir en ellas. ¿Por qué ocurre eso?

Ha ocurrido algo muy interesante con la pandemia. Mucha gente que vivía en ciudades como Nairobi ha decidido dejar sus pisos para volver a los pueblos en los que vivía antes. Tengo amigos que han vuelto a sus pueblos y no tienen ningún interés en regresar a la ciudad, muchos otros se han ido a pueblos costeros más tranquilas. La COVID-19 ha forzado a la gente a replantearse esa idea de estar en grandes ciudades, pero la realidad es que para muchos la ciudad es donde tienen más oportunidades para encontrar trabajo o continuar con sus estudios. En el caso de los países africanos, ha habido mucha inversión en los grandes centros urbanos y durante muchos años se ha dejado de lado a los pueblos, por eso las personas se ven obligadas a marcharse a las ciudades en busca de más oportunidades.

¿En España se conoce la realidad que se vive en ciudades como Nairobi o en el resto de África?

En general, cuando se habla de Kenia o de Nairobi los europeos solo piensan en safaris o animales, como si no hubiera personas viviendo allí. Cuando se realizan los tours de safaris todo se paga en Europa, los dueños de los hoteles son muchas veces descendientes de excolonos británicos y ese dinero casi no llega a la población local. Es un gran problema, el sector turístico tendría que hacer mucho más para asegurar que las poblaciones locales se puedan aprovechar de ese turismo.

Recientemente se criticó mucho que el ministro de Turismo de Kenia, Najib Balala, trajera a Naomi Campbell para que representara al país sin ser ella keniana. Tenemos a muchos kenianos que pueden representar al país, como el dos veces campeón olímpico en maratón Eliud Kipchoge, no es necesario traer a nadie de fuera. Creo que ese tipo de decisiones vienen por una falta de confianza y casi un odio propio que nos han inculcado por el hecho de ser de aquí. Lo han hecho durante siglos para dominarnos y hemos acabado interiorizándolo, como africanos miramos lo de fuera como si fuese mejor. Kenia es mucho más que leones y jirafas y tenemos que lograr mostrárselo al resto del mundo.

El sistema educativo africano aún se enfoca en perpetuar imágenes y narrativas que vienen de fuera, cuando se enseña a leer, la “A” es de “Apple” en lugar de “África”

¿Ese odio del que habla se sigue viendo a día de hoy?

Yo creo que sí. En los últimos cinco años ha habido un renacimiento del orgullo africano en todo el continente, se puede ver en la moda que usamos, en el hecho de que volvemos a usar telas africanas o que nos dejamos el pelo natural sin alisarlo con químicos. Sí que hay un cambio, pero considero que se ve más en la gente alternativa o los artistas. Sin embargo, el sistema educativo aún se enfoca en perpetuar imágenes y narrativas que vienen de fuera, por eso es difícil promover este orgullo propio. Cuando se enseña a leer, la “A” es de “Apple” en lugar de “África” por eso parte de mi trabajo es crear cuentos para niños en los que ellos se vean representados para que entiendan que también pueden ser protagonistas de historias.

¿Qué tipo de historias cuenta en sus libros para niños?

Empecé con cuentos tradicionales y hace cinco años publiqué una antología de cuentos que se titula ‘Story, story! Story came!’ porque esa es la frase que dicen los cuenta cuentos en Kenia para que los niños se acerquen a escuchar sus historias. Son 12 cuentos 'reimaginados' porque algunas de las historias no encajaban conmigo como mujer feminista que cree en la igualdad y en los derechos humanos. Muchos de los cuentos tradicionales hablaban sobre una madrastra mala o sobre niños que se portan mal y a los que había que pegar para corregir ese comportamiento, y esas eran cosas que no quería reproducir. Por eso invité a otros escritores africanos a 'reimaginar' los cuentos tradicionales sin perder esa forma tan bonita y tan nuestra de contar las historias, pero adaptando sus mensajes y protagonistas a la actualidad. El resultado incluye a niñas como protagonistas o personajes con alguna discapacidad porque es importante que todos los niños dentro de su diversidad se vean reflejados en ellos.

Es la creadora de la página web ‘Positively african’. ¿Por qué es importante seguir recalcando a día de hoy mensajes positivos sobre África?

Es importante destacar mensajes positivos, pero, sobre todo, verdaderos sobre África. Lo que no quiere decir que no podamos criticarla. Yo soy la primera en criticar las injusticias sociales que tenemos o la corrupción que junto a este sistema global capitalista nos está destruyendo. Hay que hablar de estos problemas, pero también destacar lo positivo. ‘Positively african’ es una plataforma de encuentro de diferentes artistas de distintas disciplinas que colaboran para crear proyectos conjuntos sobre África como obras de teatro o festivales de cuentos, entre otros.

Estoy cansada de esas narrativas lineales que muestran que África es pobre y triste y de esa gente que se sorprende cuando ve a un niño africano que no tiene nada riendo

Ha viajado por diferentes países como periodista, ha trabajado escribiendo cuentos y obras de teatro, pero es la primera vez que dirige una película. ¿Cómo surgió su interés por hacer cine?

Fue algo ‘accidental’. Escribí ‘Los cuentos de la Ciudad Accidental’ como una obra de teatro. Está basada en cuatro historias de cuatro personajes creados por cuatro escritores kenianos. Cuando llegó la COVID-19 me di cuenta de que no sería posible llevarla al teatro, fue entonces cuando desde el equipo imaginamos cómo sería la historia en tiempos de COVID-19 y llegamos a la conclusión que tendría que ser sí o sí a través de Zoom. De ahí surgió la idea de crear una película experimental en Zoom. No fue algo premeditado, surgió a raíz de las circunstancias. La pandemia ha sido muy mala en muchos sentidos, pero a muchos artistas nos ha obligado a reinventarnos y a abrirnos a nuevas posibilidades. Nunca hubiera hecho una película si no hubiera sido por la pandemia.

Los cuatro personajes participan en una clase para aprender a controlar la ira. ¿Por qué decidió destacar un sentimiento como la ira como hilo conductor de la historia?

Cuando leí las cuatro historias lo que más me impactó fue la frustración que cada personaje tenía. Incluso Louis, que es el más privilegiado, se siente frustrado porque quiere cambiar el sistema y mejorar las condiciones para la población en Nairobi, solo que se da cuenta de que en un entorno tan corrupto es muy difícil cambiar las cosas y de que al ser tan privilegiado está desconectado de la realidad de las personas. A Jacinda, después de poner tanto esfuerzo en su matrimonio, el hecho de que su marido se vaya con otra chica le llena de rabia. En el caso de Diana, que viene del pueblo en busca de una nueva vida en la ciudad, al llegar le roban a su hija y tiene que pagar a los policías para que hagan su trabajo de ayudarle a buscarla. Por último, Sarah, que la más jovencita y cuya historia termina la película porque es la más importante para mí, es una mujer, al igual que muchas otras, que por nacer en el sitio equivocado no ha tenido muchas oportunidades y ha acabado vendiéndose en la calle. A pesar de que trata de tener una vida honesta, la ciudad la machaca una y otra vez.

La ira es lo que conecta a los cuatro personajes y la clase de terapia es el lugar perfecto para que puedan interactuar entre ellos. En sus charlas se ven las diferencias sociales, pero también el humor porque hasta en los momentos más difíciles siempre hay humor. Estoy cansada de esas narrativas lineales que muestran que África es pobre y triste y de esa gente que se sorprende cuando ve a un niño africano que no tiene nada riendo. Todo el mundo siente momentos de alegría incluso en los peores momentos. Quería mostrar personajes humanos en su totalidad, en sus momentos buenos y malos, pero que resisten y se enfrentan a las opresiones que viven. 

elDiario.es/Euskadi

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