Al entrar por la puerta de la tienda Mari Makeda (nombre que une a la diosa vasca 'Mari' y a la reina africana 'Makeda') las máquinas de coser no cesan. Antes de la pandemia, las costureras que había tras ellas se dedicaban a confeccionar vestidos con telas provenientes de Senegal, pero el cierre de los comercios -y de las fronteras- hizo que las mujeres que trabajan en esta tienda ubicada en la calle Cortes número 4 de Bilbao tuvieran que reinventarse: pasaron de la ropa africana a las mascarillas.
Este proyecto surge de la asociación Askabide que ayuda a mujeres en riesgo de exclusión social y económica. Mujeres, que mucho antes de la pandemia tuvieron que aprender a reinventarse ellas mismas para seguir adelante. Mujeres como Judith, que a pesar de que creció viendo a su madre entre telares, la primera vez que se adentró de lleno en el mundo de la costura ha sido en Mari Makeda, donde lleva un año y medio trabajando. “He aprendido mucho, cómo usar la máquina de coser. El trabajo aquí nos ha ayudado mucho a descubrir nuestro talento. Hay personas que no sabían que podían coser y aprenden. Más que un trabajo es como nuestra casa”, señala esta nigeriana que lleva ocho años afincada en Bilbao, mientras recorta cintas que después coserá a las mascarillas para que se sujeten a las orejas.
“Nuestra materia prima principal son telas que vienen de Senegal, después con ellas y con los diseños de artistas locales creamos los vestidos. Con el estado de alarma, la producción de la tienda se para y las colecciones previstas así como los eventos que teníamos se quedan a medias. Cuando vimos que se alargaba la cuarentena y que iba a ser inviable mantener los sueldos de las trabajadoras nos pusimos a estudiar y ver cómo podíamos fabricar con nuestros materiales mascarillas”, indica Amaia Senante, la coordinadora del proyecto.
En un primer momento, la idea de Mari Makeda era aprovechar las telas africanas para realizar mascarillas con el toque característico que diferencia a la tienda. Sin embargo, las telas africanas Wax, que son las que emplean en sus diseños, contienen algodón, un producto no recomendado para la fabricación de mascarillas. Además, este tipo de telas contienen cera, por tanto la inhalación y el contacto permanente tampoco son recomendables.
Así, llevan ya tres meses creando una media semanal de 1000 mascarillas que después venden en paquetes de 50 en el caso de las higiénicas reutilizables y de 100 en el caso de las quirúrgicas. Ahora, que conocen el tejido y los proveedores, comenzarán a realizar mascarillas con detalles de tela Wax y comenzarán a venderlos de forma individual en la tienda, con diseños exclusivos. Una iniciativa que ha logrado que durante el estado de alarma se pudieran contratar a tres mujeres.
Hay dos vías para entrar a trabajar en este proyecto. La primera, el taller de costura que imparte Askabide - asociación también conocida por atender a personas del entorno de la prostitución- y, la segunda, una bolsa de empleo para aquellas mujeres que no son nuevas en el mundo del ámbito textil. A pesar de que agradecen que las trabajadoras conozcan la lengua castellana, detrás de Mari Makeda, según confiesa Senante, también existe un gran trabajo de alfabetización. Eso sí, para trabajar en la tienda el requisito principal es ser mujer.
“Lo que necesitábamos eran producciones grandes para poder salvar el proyecto porque con el parón no se podía asumir los sueldos de las mujeres. Nosotras tenemos el apoyo de la Diputación Foral de Bizkaia, BBK y la Fundación Gondra Barandiaran, pero el objetivo de Mari Makeda, más allá de dar empleo a las mujeres es la autogestión, dentro de Askabide, pero que se pueda gestionar de forma autónoma”, señala Senante.
La mayor dificultad a la hora de pasar de crear prendas de ropa a un protector tan demandado en época de pandemia como son las mascarillas, según la coordinadora, ha sido crear un producto que garantizase la seguridad. “Pasar de hacer moda a crear mascarillas a mí me impresionaba mucho. Hubo que dedicarle muchas horas, había que mirar bien el espacio, la desinfección absoluta antes de que entrara nadie. El mayor desafío fue la previa, ahora que ya conocemos o que tengo normalizadas palabras como polipropileno y hemos aprendido acerca de las normativas sanitarias, ya podemos decir que todo es más sencillo”, concluye la coordinadora de Mari Makeda.