Cuando se cumple una década de la Conferencia de Aiete que abrió el camino para el cese definitivo de la actividad armada de ETA, el Palacio de Aiete de Donostia ha vuelto a ser testigo de una jornada en la que se ha hablado de avances, dificultades y retos de diferentes procesos de paz y, en concreto, del proceso de paz en Euskadi. Junto con mediadores internacionales que estuvieron presentes hace ya diez años en el mismo lugar y personalidades conocedoras de otros procesos de paz han acudido al palacio donostiarra todos los partidos políticos salvo el PP, quien tampoco estuvo presente aquel 17 de octubre de 2011. Faltaban tres días para que ETA anunciara el cese definitivo de la actividad armada.
“La valoración después de diez años, evidentemente, es positiva, muy positiva, porque celebramos que ETA dejara de matar, que abandonara definitivamente la violencia”, ha declarado Joseba Egibar, presidente del Gipuzko Buru Batzar y portavoz del PNV en el Parlamento Vasco tanto en 2011 como ahora. “Creemos que políticamente quien impulsó la desaparición definitiva de ETA fue la propia izquierda abertzale, tuvo un protagonismo absoluto. Un protagonismo político que dificulta al tiempo el que la propia izquierda abertzale pueda hacer una lectura crítica sobre la existencia de ETA ante la sociedad vasca”, ha señalado. A su vez, Arnaldo Otegi, quien no acudió a la Conferencia de Aiete porque estaba en la cárcel, coordinador general de EH Bildu, ha recordado que la comunidad internacional llegó a Euskadi para “escuchar cuáles eran los problemas estructurales que tenía el país, pero hizo algo más. Además de ser testigo hizo una hoja de ruta para resolver los problemas”. Sin embargo, ha insistido en que algunos puntos de la hoja de ruta “están absolutamente cumplidos”, pero otros están “todavía por desarrollar”.
Dentro de la jornada organizada por el Foro Social Permanente, en la que han estado presentes el PNV, EH Bildu, PSE-EE, Podemos, IU, el conjunto de los sindicatos, el alcalde de Donostia y el diputado general de Gipuzkoa, se han recordado las “peculiaridades” que pudo tener el proceso vasco y lo elementos comunes que comparten todos. “Conocía diferentes conflictos. Había trabajado en Sudamérica, con diplomáticos españoles, en Colombia... e intenté ponerme en contacto –con el Gobierno español–, pero no recibían mis llamadas, no querían hablar conmigo cuando les dije que quería trabajar en el conflicto vasco. Me costó mucho entender cómo fue posible que no tuviera éxito ese primer proceso que colapsó en 2007 y me dijeron de forma muy clara que si intentaba entender el por qué estaba justificando el terrorismo”, ha explicado Teresa Whitfield, directora de Política y Mediación del Departamento de Asuntos Políticos y de Construcción de la Paz de la ONU. Sobre esa inacción del Gobierno para avanzar hacia la paz, Jonathan Powell, quien participó en la Conferencia de Aiete hace una década, ha opinado que “es muy irresponsable” porque como políticos –fue jefe de gabinete del primer ministro británico Tony Blair– tienen “la responsabilidad de salvar vidas”. Así, Sergio Jaramilla, asesor superior del Instituto Europeo de la Paz y líder de las negociaciones con las FARC durante el Gobierno de Juan Manuel Santos en Colombia, ha mencionado que “ningún conflicto transiciona a la paz por sí misma”. “Hay que crear las condiciones, hay que tender unos puentes, construir edificios. Eso puede darse en forma de negociación o de otras maneras, pero hay un proceso. Hay que reconocer que más allá de la forma en la que se logra, de facto hay una transición”, ha defendido.
Creemos que políticamente quien impulsó la desaparición definitiva de ETA fue la propia izquierda abertzale, tuvo un protagonismo absoluto
Los mediadores han reconocido que cuando inician las reuniones con un grupo terrorista para hacer un camino hacia la paz, “nunca” aprenden de lo que ha pasado con anterioridad, pues “solo después, cuando han muerto miles de personas” entienden que deben encontrar un equilibrio entre la presión policial y la militar. “Todos los procesos han sido únicos, en todos las condiciones han sido diferentes. El mayor error que uno puede cometer es decir que esa situación no es única y que se repite lo que pasó en otro conflicto, porque te van a echar de la sala. Lo que tienes que hacer como mediador es construir confianza con las otras partes, tienes que reconocer la naturaleza única del proceso”, ha defendido Brian Currin, abogado sudafricano especializado en derechos civiles y derechos humanos y promotor de la Declaración de Bruselas y del Grupo Internacional de Contacto que participó en la Conferencia de 2011.
Así, Powell ha puesto como ejemplo para promover un proceso de paz los elementos que lo impulsaron en Irlanda del Norte, que fueron el estancamiento, cuando el IRA se dio cuenta de que “no iba a ser derrotado, pero tampoco vencido”, y el liderazgo en ambas partes. No obstante, Currin ha apuntado que, precisamente, no era “estancamiento” lo que faltaba en Euskadi para ponerlo en marcha: “La perspectiva española era que era cuestión de tiempo que ETA fuera destruida, ese era el relato. En ese contexto, también hay que tener en cuenta a los líderes políticos españoles, a los socialistas, a los populares, al electorado, porque en España se perdían votos en ese momento si se hacía un trato y se ganaban votos si se continuaba luchando contra el terrorismo”.
En España se perdían votos en ese momento si se hacía un trato y se ganaban votos si se continuaba luchando contra el terrorismo
Tras la Conferencia de Aiete, en opinión de Currin el relato no cambió para la sociedad. “El Gobierno español no estaba preparado para el desarme en el que ETA no les entregara a ellos las armas”, ha incidido. Sin embargo, los mediadores han destacado el papel del pueblo vasco, sin cuyo apoyo “no habrían podido hacer el proceso”. También han subrayado la importancia de documentar los abusos de derechos humanos “desde todas las perspectivas”. “Cuando hablamos de las víctimas y de su verdad, eso tiene que ver con el relato. Es difícil, porque los relatos son muy diferentes. Ni siquiera hay un acuerdo sobre cuándo había que empezar a contar la historia ni sobre quién son las víctimas”. Por ello, Jaramillo ha concluido que antes de discutir sobre el relato es necesario “escuchar a las víctimas” y “asumir la responsabilidad de lo que ocurrió”.