Mikel Aguirre comenzó su andadura musical a los 13 años. Muchos discos después, y varios grupos, entre ellos La Buena Vida, con más de 20 años de trayectoria como referente del indie pop en Donostia, regresa a los escenarios con Amateur, un nuevo proyecto pero que guarda la esencia del anterior, junto a sus excompañeros de banda. Su último disco, Impasse, está disponible desde el 15 de marzo en plataformas de streaming y en vinilo.
Según reconoce Aguirre, uno de los hándicap de su carrera es el hecho de que gran parte de sus discos anteriores no estén en plataformas, por lo que es más difícil hacérselos llegar a nuevos públicos o a la gente joven. “Es un tema que nos preocupa mucho. Yo tengo hijos, y mi hija siempre me dice: ”Aita, tú mucho hablas de todos los discos que has grabado, pero en Spotify, con La Buena Vida solo hay dos“. Eso es un gran hándicap para nosotros y nos gustaría que todo ese trabajo estuviera digitalizado y en las plataformas para que la gente joven y gente que hasta ahora no nos conocía tengan una referencia de todo lo que hemos hecho”, reconoce.
A pesar de ello, no olvida que ni en su pasado ni actualmente, su objetivo como músico no es mercantilista. “Nunca ha habido una intención mercantilista detrás de nuestro trabajo. No éramos una empresa que hiciera balances o mirara los números rojos. Al final, lo importante y lo que verdaderamente nos ha enriquecido han sido las situaciones que hemos vivido y las experiencias”, sentencia.
¿Por qué llamar Amateur a un grupo formado por músicos con tanta experiencia?
No es una ironía, no nos queremos referir “amateur” de “aficionado”. Nosotros somos amateurs en el sentido de que amamos lo que hacemos y lo hacemos porque nos gusta, no porque haya una recompensa económica. Independientemente de si ganáramos dinero o no con lo que hacemos, lo seguiríamos haciendo.
Se dice que las segundas partes nunca fueron buenas. ¿Hay vértigo con este nuevo proyecto?
No, porque no es el mismo grupo que La Buena Vida, es un proyecto diferente, aunque mantengamos el mismo espíritu. Vértigo no, lo que hay es la ilusión por tener un trabajo nuevo y las ganas de compartirlo al mundo.
¿Qué espera de este nuevo álbum?
Muchas cosas buenas. Nos hemos quedado muy satisfechos con cómo han quedado la grabación y la producción del disco. En esta ocasión contamos con la producción de Mushroom Pillow y eso nos supone un respaldo y confianza para hacer la promoción y dar a conocer una banda con pretensiones humildes como Amateur, que sabemos que no es sencillo.
Me quedo con esas vivencias que para mí han sido la Universidad de mi vida
¿Cómo se le puede explicar a la gente joven lo que fue el Donosti Sound?
Yo considero que la música o las creaciones artísticas no hay que explicarlas demasiado. Cada uno percibe o tiene su propio feeling ante las cosas. Por eso, cuando miras un cuadro te pueden explicar el trasfondo o la motivación del artista, pero luego a ti te puede gustar o no. Yo soy partidario de dejarse llevar. Mi cultura musical y mis conocimientos me llevan a ser amante de muchos estilos de música y de gente muy variopinta. Tampoco me gustan mucho las etiquetas, ni eso de Donosti Sound, porque yo creo que lo que hacemos es pop en castellano.
Me refiero a que Donosti Sound fue una corriente musical que a día de hoy para muchos jóvenes puede ser desconocida, aunque a día de hoy también se escuche la música indie.
Sí, claro que se escucha. Nosotros, con La Buena Vida tenemos una trayectoria importante y hemos tenido un reconocimiento por parte de la crítica y los medios, pero nunca fuimos un grupo superventas. Eso puede suponer un hándicap con respecto a otros grupos de la época como Los Planetas o Lori Meyers. Toda la obra de La Buena Vida publicada con Siesta Records, que es la gran parte del trabajo que se hizo, cinco álbumes, está en un cajón sin explotarse. Es un tema que nos preocupa mucho. Yo tengo hijos, y mi hija siempre me dice: “Aita, tú mucho hablas de todos los discos que has grabado, pero en Spotify, con La Buena Vida solo hay dos”. Eso es un gran hándicap para nosotros y nos gustaría que todo ese trabajo estuviera digitalizado y en las plataformas para que la gente joven y gente que hasta ahora no nos conocía tengan una referencia de todo lo que hemos hecho.
¿Hoy en día si no estás en las plataformas no existes musicalmente hablando?
Totalmente. O si no atiendes las redes. En nuestro caso son cinco álbumes, un montón de canciones que no están en ninguna plataforma. Llevamos mucho tiempo intentando solucionar este problema. Sería interesante, sobre todo para las personas que nos conozcan ahora por Amateur, que sepan qué hicimos en el pasado.
¿Con qué se quedaría de ese pasado del que habla?
Con las vivencias personales que tuvimos durante más de 20 años. Éramos y somos íntimos amigos, nos consideramos como hermanos. Somos como una familia. Yo empecé con 13 años, era el más joven y, desde entonces hemos grabado un montón de discos, hemos aprendido a componer y tocamos en todos los festivales cuando prácticamente ni existían. Estuvimos de gira en Argentina, en Francia, en una época en la que no existían ni los móviles ni internet y todo era más complicado. Me quedo con esas vivencias que para mí han sido la Universidad de mi vida.
Hemos sido muy celosos de lo que hacíamos, sin dejarnos influir por modas, por lo que dijeran los medios o por lo que se esperaba de nosotros
¿Cómo fue para ustedes tomar la decisión de tener que acabar?
Fue una decisión premeditada. Después de 20 años, muchos discos, conciertos y mucho trabajo a nivel vital habíamos evolucionado y madurado. Tocó la etapa de casarnos, de tener hijos y, lo cierto es que como nunca fuimos profesionales ni nos hemos dedicado exclusivamente a la música, teníamos que compaginarlo con los trabajos que nos daban de comer. Además, parte de la banda no vivía en Donostia, entonces era complicado juntarse, ensayar y cuadrar los viajes para las actuaciones. Y cuando nacieron nuestros hijos la cosa se complicó. Llegó un momento en que Irantzu, la que era la voz junto a mí en La Buena Vida, decidió dar un paso a un lado porque su prioridad era otra y, luego ocurrió el desgraciado accidente de Pedro San Martín en el año 2011, el bajista del grupo que perdió la vida en un accidente de carretera. Después de todo eso vimos que no tenía mucho sentido continuar y paramos. Sin embargo, un par de años después volvió a surgir la necesidad de hacer canciones y tocar conciertos. Por eso nació Amateur.
Imagino que el hecho de no poder dedicarse exclusivamente a la música y de tener que compaginarlo con otros trabajos dificultó más la situación. ¿Vivieron la precariedad de la música?
Totalmente. Nosotros nunca hemos ganado un duro, ni siquiera lo suficiente como para comprar un coche y menos una casa. Nunca ha habido una intención mercantilista detrás de nuestro trabajo. No éramos una empresa que hiciera balances o mirara los números rojos. Al final, lo importante y lo que verdaderamente nos ha enriquecido han sido las situaciones que hemos vivido y las experiencias.
¿El no tener un objetivo mercantilista a la hora de componer o tocar hace vivirlo con más tranquilidad a diferencia de aquellos que componen con el objetivo principal de vender su música?
Por supuesto. Hemos sido libres en cuanto a la creación. Nunca hemos dejado que nadie externo al grupo metiera la mano en nuestras producciones ni en nuestras canciones. Hemos sido muy celosos de lo que hacíamos, sin dejarnos influir por modas, por lo que dijeran los medios o por lo que se esperaba de nosotros. Y eso es algo que no todo el mundo puede hacer.
¿En el mundo actual de los grandes festivales el indie pop de los 80 y 90 tiene futuro?
Siempre nos han llamado los padres fundadores del indie, pero yo no me considero un músico indie. Ni creo que Amateur lo sea. Las influencias son muy amplias y nos empapan más los grandes clásicos como The Beatles, The Rolling Stones o Bob Dylan que el indie pop que se viene haciendo en los últimos años. Sí que es cierto que nosotros remamos un poco a contracorriente con lo que impera hoy en día. Con la inmediatez de mucho reggaetón, que no tengo nada en contra de eso, pero no es lo que a mí me emociona. No estamos supeditados ni a la moda ni al momento.