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El obispo emérito de San Sebastián, sobre el conflicto con ETA: “El Estado debe reconocer que ha traspasado los límites de los derechos humanos”

Cinco miradas. Cinco perspectivas diferentes de un acontecimiento histórico: el final de ETA. De eso ha tratado el seminario Miradas al antes y el después de ETA, que ha tenido lugar en la Fundación Sabino Arana de Bilbao y en el que la novelista Edurne Portela; la periodista y víctima de la banda, Carmen Torres; Maixabel Lasa, víctima de ETA; Joaquín Giménez, el que fuera magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo y el obispo emérito de San Sebastián, Juan María Uriarte han alzado la voz y han contado cómo vivieron aquellos años y han destacado la importancia de una convivencia basada en el conocimiento de lo ocurrido y la reconciliación.

La historiadora, filósofa y novelista Edurne Portela ha dado comienzo al seminario con una valoración de lo que fue ETA para ella personalmente como testigo de lo ocurrido al ser de Santurtzi y para el conjunto de la sociedad vasca. Portela, ha manifestado que uno de los mayores retos del final de ETA es “trasladar a la ciudadanía que todos somos responsables de una convivencia cívica”. Una convivencia, que, se según ha destacado, “debería estar basada en el conocimiento y en el reconocimiento de que esto es una historia de todos y de todas, y este trabajo no solo le toca a las víctimas y victimarios, nos toca al conjunto social y es ahí donde está el verdadero reto”. Además, ha recalcado la importancia de “romper las fronteras que a lo largo de los años se han ido forjando y que han creado una fractura social en la sociedad vasca, en la que en ocasiones se siente a la a las víctimas de ETA, como ajenas a la realidad de cada uno”.

“Oí tres tiros, luego silencio. Después, cambió mi vida”

Carmen Torres y Maixabel Lasa, ambas viudas de víctimas de ETA, han aportado dos testimonios de lo que es sufrir los años de plomo en sus propias carnes, pero no lo han hecho desde el rencor o la venganza, sino desde el perdón, la autocrítica y la importancia de la memoria y el recuerdo. El relato de Torres ha comenzado diciendo “¿asesinaron a mi marido o lo soñé? Oí tres tiros, luego silencio. Después, cambió mi vida”, duras palabras de la que fuera la mujer del periodista José María Portell, asesinado por ETA en 1978. A día de hoy se trata de un asesinato sin resolver, cuestión que Torres ha querido recalcar asegurando “perdoné al que había matado a mi marido sin saber siquiera quién es”. El testimonio de Maixabel Lasa se ha centrado en la necesidad de una autocrítica y en una reforma de la política penitenciaria para asegurar la convivencia. De esta manera ha señalado que “es imprescindible que se proceda al acercamiento de todas las personas presas vascas a centros penitenciarios cercanos a sus lugares de domicilio”, medida, que ha recalcado, “no exclusiva para los presos de terrorismo sino para todo tipo de delitos”. Ha destacado, además, que “la reinserción no es una obligación sino un derecho de la persona que cumple condena, por tanto esa persona debe elegir libremente si quiere seguir el camino que marca la legislación penitenciaria para adelantar su excarcelación”.

Por su parte, el magistrado Joaquín Giménez ha analizado el conflicto desde el campo jurídico y ha destacado la responsabilidad de la izquierda abertzale en la no asunción de la realidad de lo ocurrido: “Que EH Bildu haya sido legalizada es una muy buena noticia porque en los años de terrorismo se decía que lo que tenían que hacer era hacer política y sorprendentemente cuando pasa esto se le cuestiona ¿no era eso lo que decíamos? Todos los partidos políticos que actúan hoy en España desde Bildu hasta Vox son constitucionales mientras no se demuestre lo contrario. Por lo tanto eso de dar acreditaciones de constitucionalismo a unos y a otros me parece una frivolidad y una falta de rigor intelectual”, ha apuntado el que fuera magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo.

Por último, el obispo emérito de San Sebastián, Juan María Uriarte, ha señalado que queda un reconocimiento pendiente en cuanto a lo ocurrido: la memoria histórica. Un reconocimiento que no se trata tan solo de admitir el daño producido, sino el mal moral: “Aceptar que la estructura violenta y los efectos destructivos no han sido solo un daño, sino un mal moral”. Para lograr un camino hacia la convivencia pacífica y la reconciliación, ha destacado la importancia de que “los responsables máximos de Fuerzas de Seguridad del Estado, que en el cumplimiento del deber de defender a los ciudadanos de la violencia han traspasado en bastantes ocasiones los límites de los derechos humanos, una vez que ETA se ha autodisuelto formulen de un modo u otro un reconocimiento de sus reprobables excesos”. Una acción, que ha finalizado “sería una contribución costosa pero valiosa para la concordia”.

ETA, un error que nunca debió existir

El cierre del seminario ha estado a cargo del lehendakari, Iñigo Urkullu, quien se ha dirigido a las generaciones que sufrieron la violencia de la ETA y también a las venideras, para asegurar que “la banda fue una aberración ética, un error político, de principio a fin, y nunca debió existir”. Además, ha recordado que su Gobierno se ha opuesto a que haya “una exaltación épica del final de ETA, una organización terrorista que dejó 853 víctimas mortales”, y ha considerado que es “una tarea pendiente” la autocrítica a su pasado por parte de la banda y la izquierda abertzale.

De esta manera, ha presentado el informe Descripción y valoración del papel desempeñado por el Gobierno Vasco en el desarme y disolución de ETA, en el que se detalla “la contribución de su Gobierno de cerrar una etapa y abrir una nueva”, así como las diferentes fases y actuaciones para lograr el final de ETA. Una mira al pasado, con tintes pedagógicos, en una historia cuyas consecuencias aún perdurarán, pero que es importante no olvidar para que una situación como esa no vuelva a repetirse.