El misterio de la deuda de 4,3 millones con la Hacienda de Álava pagada con grabados de Goya y otros 80 cuadros
La Hacienda más pequeña de España y también una de las más reducidas de Europa, la de Álava, recaudó en 2022 una cantidad próxima a 21,8 millones en concepto de Impuesto del Patrimonio, el que grava los bienes de contribuyentes potentados. El 19,81% de esos ingresos, el equivalente a 4,3 millones, se corresponde con el pago de una sola persona física, que hizo una aportación en especie de 85 obras de arte entre las que sobresalen las cuatro colecciones completas de copias originales de las principales series de grabados de Francisco de Goya ('Los desastres de la guerra', 'Tauromaquia', 'Caprichos' y 'Los proverbios' o 'Los disparates', 1,5 millones), varias piezas de Ignacio Díaz de Olano (casi 0,5 millones) y también las tres partes del histórico tríptico de la Guerra Civil de Aurelio Arteta ('El frente', 'El éxodo' y 'La retaguardia', 1,2 millones).
Amparándose en la “confidencialidad” de los datos tributarios, la Diputación de Álava no explica el origen real de esta colección que ya forma parte a todos los efectos del patrimonio público, aunque admite su “interés artístico” y que resulta “un complemento fundamental” para los fondos del museo de Bellas Artes de Vitoria.
Se da la circunstancia, sin embargo, de que ya en 2018 la Fundación Celaya, que gestionaba la importante herencia del difunto empresario Juan Celaya (dueño, entre otras, de pilas Cegasa, electrodomésticos Solac o de Tuboplast), cedió una cuarentena de obras de arte a la Diputación para su exhibición durante cuatro años, incluidos los grabados de Goya, el tríptico de Arteta y los Díaz de Olano.
Pese a la supuesta “confidencialidad” de las operaciones fiscales, las fichas de todas y cada una de las piezas de esta colección privada, hechas públicas por el Gobierno vasco, recogen ahora mismo que se han incorporado al patrimonio público tras un “pago en especie” de una “deuda” tributaria y mencionan como dueños anteriores a la “familia Celaya” o a la “familia Gamboa”.
El pago en especie es algo perfectamente legal, aunque no muy habitual a estos niveles. Pero esta operación deja algunos puntos de sombra. Quien era titular de los cuadros, la Fundación Celaya, no está sujeta en ningún caso al Impuesto de Patrimonio. De hecho, la única información que ha facilitado ese organismo a este periódico es que ellos no tienen “ninguna deuda” con Hacienda. Por ello, previamente al pago en especie, el particular moroso, fuere quien fuere, tuvo que hacerse con la titularidad material de todos esos bienes, que estaban o en el museo de Bellas Artes (por la cesión de 2018) o guardados en el pabellón de una de las empresas del fallecido Celaya en el parque tecnológico de Miñano, al norte de Vitoria.
Otro dato muy relevante es la cantidad. En Álava, el tipo máximo de Patrimonio –no hay que confundir este gravamen con el Impuesto a las Grandes Fortunas– es del 2,5% y antes hay otros tramos más bajos. Para un patrimonio de 12,8 millones de euros, la cuota íntegra máxima son 219.800 euros. A salvo de posibles recargos propios de las deudas fiscales, la dación en pago sería equivalente a un patrimonio no declarado de unos 250 millones de euros. Se da la circunstancia de que la empresa Cegasa, ya quebrada, sí sale de modo recurrente en la lista de grandes deudores de la Hacienda foral pero tampoco ha desaparecido en 2023, tras el pago en especie con arte de 2022. A 30 de junio mantenía una mora de 1,3 millones de euros.
Diferentes valoraciones económicas de los grabados de Goya
Juan Celaya Letamendi nació en Oñati en 1920 y falleció en 2016 en Vitoria, donde se estableció en 1964, 30 años después del nacimiento de Cegasa. “Como coleccionista de arte sus inclinaciones son muy extensas; en pintura y escultura comprenden diversos periodos de la historia del arte a partir de los siglos XVI y XVII, además de otras manifestaciones artísticas y etnográficas. Es un coleccionista que adquiere y acumula sencillamente lo que le atrae, sin estrategias de mercado”, contaba el Bellas Artes en 2018 cuando, tras su muerte, firmó un acuerdo con la Fundación para exhibir la parte más relevante de ese catálogo.
Más elementos llamativos. Por aquel entonces, la Diputación hizo pública la cesión y cuantificó su valor en unos 2,3 millones de euros con base en un análisis de Galerías Apellaniz, especialistas en arte de Vitoria. Ahora, la tasación que ha acompañado la dación –hecha en noviembre de 2019– la firmó un experto de Valencia llamado Francisco Andréu Pérez y la eleva a 4,3 millones. Consultado por este periódico, se ratificó en la veracidad de esos números. Un contrainforme pedido por la Diputación en mayo de 2022 a la firma Gabinete Peritaciones Norte ha “confirmado” igualmente esa tasación y establecido el valor de los cuadros en esos alrededor de 4,3 millones.
Aunque es evidente que la primera y la segunda colección no eran iguales, al ser la definitiva más amplia, del primer informe al segundo y tercero hay grandes cambios. Se ve perfectamente en las cuatro colecciones de grabados de Goya. Inicialmente se fijó un precio de 191.000 euros. Ahora se ha sabido que valían casi diez veces más. El tríptico de Arteta también subió en 0,2 millones. Preguntada por las grandes diferencias, la Hacienda de Álava indica que el primer informe era únicamente una “estimación” y que solamente el segundo y el tercero fueron “tasaciones” periciales pensadas para la enajenación de unos bienes. Recalca que los informes sobre este tipo de piezas dependen de la demanda, del estado de conservación, de operaciones similares en el mercado y de numerosos factores. Sin embargo, la primera cuantificación sí fue empleada para contratar los seguros preceptivos para la exhibición de las obras en el Bellas Artes, según consta en documentos oficiales.
La Diputación insiste en que tiene que “cumplir y respetar” las normas forales que recogen la “confidencialidad” de los “datos con trascendencia tributaria”. Sí explica que la operación de incorporación al patrimonio público de las obras ya se ha completado. Ha habido acuerdos del Consejo de Gobierno, información a las Juntas Generales (el Parlamento foral), publicaciones en el portal de transparencia, informes de Hacienda y de Intervención y, desde luego, la recogida de la segunda parte de la colección en Miñano, que se hizo los días 1 y 2 de marzo de 2023.
La joya de Arteta
La punta de lanza de la colección son cuatro series completas de grabados de Goya. Se llaman 'Los desastres de la guerra', 'Tauromaquia', 'Caprichos' y 'Los proverbios' o 'Los disparates'. No son piezas únicas, ya que las planchas se imprimían en varias ocasiones y hubo diferentes ediciones. El gran valor añadido de esta recopilación, a falta de un estudio más detallado ahora que ya son a todos los efectos del Bellas Artes, es que están completas, que son las cuatro, que su conservación no parece mala y que en algunos casos sí parecen ediciones antiguas. El informe de Andréu acompaña de un 1799 a los 'Caprichos', de un 1863 a 'Los desastres de la guerra' y de un 1864 a 'Los proverbios'. 'Tauromaquia' es una segunda edición, de 1855, según el Gobierno vasco. Aquí hay en el interior “una litografía de Goya como pintor de 18 x 15 cm que debió ir en la encuadernación de la época, ahora perdida”. Inicialmente costaron 300 reales en 1815 y se sabe que Celaya las compró en 1998. En España no son muchos los centros que exhiben los más 200 aguafuertes goyescos juntos, según explican desde el museo de Goya en Zaragoza.
El tríptico de Arteta (valorado en 1,2 millones de euros) ya fue cedido al museo de Bellas Artes de Bilbao (2013) y más recientemente al Guggenheim (2021) como “obra invitada” y su exhibición tuvo amplio eco. Décadas atrás, se exhibió en Londres. El Gobierno vasco indica que antes de ser de Celaya lo fue de la “familia Gamboa”, sin más datos. Las tres partes, que reflejan escenas de la Guerra Civil en el frente vasco, se hicieron en 1937 y 1938 desde Biarritz y son contemporáneas al 'Guernica' de Pablo Picasso. “El lienzo de la izquierda, 'El frente' está ambientado en un paisaje rocoso y muestra la figura de un hombre joven, impotente ante la destrucción que llega del cielo y que posiblemente acabará con él, como lo ha hecho con sus dos compañeros de lucha. [...] El panel central, 'El éxodo', carece de referencias directas a la guerra y solo entra en el contexto por la contigüidad de los otros dos paneles que le aportan su significado. [...] En 'La retaguardia' son la mujer y el hijo los que han sido destruidos, con lo que se consuma la desaparición del triángulo familiar y la línea del futuro y la esperanza. Junto a la mujer hay dos animales, un buey muerto y un perro que ladra su lamento”, se explica en la ficha oficial. “Las tres piezas del tríptico funcionan como un retablo, con las piezas más pequeñas a los lados y la más grande en el centro. La composición de las piezas laterales ayuda a este funcionamiento. El fusil del miliciano crea una diagonal que se ve correspondida por otra línea similar construida en el muro inclinado de la casa de la mujer muerta”, se añade. El artista falleció exiliado en México en 1940 a causa de un accidente de tranvía y uno de sus últimos trabajos fue para Indalecio Prieto, dirigente socialista también huido a ese país.
Las obras de Díaz de Olano incorporadas al patrimonio público son 'Las planchadoras', 'Estudio del pintor', 'Esperando las lanchas', 'Familia', 'Hilanderas', 'Siesta' y 'Cortando el lino'. La colección la completan piezas de Andrés Apellaniz, Alberto Arrúe, Eduardo Zamacois, Valentín de Zubiaurre, Fernando de Amárica, José Jiménez Aranda, Máximo Juderías Caballero, Flores Kaperotxipi, Joseph Bell, José Arrúe y Valle, Ramón de Zubiaurre, Mateo Cerezo, Paul A. Couton, Julio Galarta, Pieter van Bloemen, Henry Mosny, Enrique Serra y otros anónimos o procedentes sin más datos de Flandes o Italia de los siglos XVII o XVIII. Hay también una 'Inmaculada' que está “atribuida” a Francisco de Zurbarán.
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