La mitad de los jóvenes vascos no se ve con hijos y no independizarse afecta a la salud emocional de uno de cada tres

El 46,4% de los jóvenes vascos no se ve en un futuro teniendo hijos, el 34,9% menciona la incapacidad para independizarse como uno de los factores económicos que más afecta a su salud emocional y el 24,1% ha llegado a desear que su vida se acabara. Estos son algunos de los datos extraídos del proyecto de 'The Future game' sobre la salud mental y emocional de la juventud vasca, que ha sido presentado este lunes por BBK Kuna y el equipo de DOT en Bilbao. 'The Future Game' es un laboratorio social en el que han explorado de manera innovadora la salud emocional de 800 personas residentes en Euskadi de entre 18 y 34 años. Lejos de ser una encuesta convencional, se trata de conocer de primera mano la experiencia de los jóvenes de entre 18 y 35 a través de historias interactivas, experiencias inmersivas y la gamificación (juegos online).
“Otras generaciones han actuado de forma automática, mientras nosotros ponemos en duda la realidad que hemos vivido. Cuando conseguimos romper con lo impuesto, llegan oportunidades bonitas para encontrar lo que estamos buscando”, explica Jon Ander, un joven de 31 años que ha participado en el proyecto que recoge que “la inestabilidad económica y política refuerza su sensación de incertidumbre, afectando negativamente a su visión del futuro. Además, esto genera una falta de un sueño colectivo que les puede llevar al desencanto y apatía, alejándolos de perspectivas esperanzadoras”.
El proyecto presentado este lunes se recoge en una web denominada La generación de cristal. “'Generación de cristal' es el la expresión que utilizan a menudo las generaciones más maduras para referirse de forma despectiva a la Generación Z, identificándolos con una fragilidad a menudo y según su punto de vista, injustificada. Este juicio al que se ven sometidos afecta directamente a su autoestima, llegando incluso a hacerles dudar de la legitimidad de sus emociones y experiencias y pudiendo crear una barrera entre su generación y otras”, explican sus creadores.
Otras generaciones han actuado de forma automática, mientras nosotros ponemos en duda la realidad que hemos vivido
En este sentido, los jóvenes lamentan que las expectativas de sus madres, padres y otros familiares les afectan en su salud mental y emocional. Ejemplo de ello es la historia de María, que con 28 años dejó un trabajo fijo como higienista dental para ser actriz. “¿Cómo explicarle a mi madre que iba a dejarlo todo para ser actriz? Fue una decisión difícil de tomar, tener un sueldo cada mes o vacaciones en verano es algo muy grande. Pensaréis que tenía la crisis de los 30 tocando la puerta, pero no. Tuve un accidente de coche muy grave y durante los meses de recuperación me di cuenta de que no estaba siendo consciente de lo que realmente quería en la vida. Muchas personas en la vida vamos en automático sin percatarnos de nuestro alrededor, sin ver qué tenemos dentro de cada uno y yo en ese momento dije 'hasta aquí'”, detalla María.
La joven explica que muchas personas no se atreven a hacer lo que realmente quieren en la vida por si les sale mal. “Si me sale mal y tengo que volver a ser higienista no me lo voy a tomar como un fracaso porque al final es esto lo que me pide el cuerpo y lo que necesito. No sé que quiero ser de mayor, pero lo que tengo claro es que quiero seguir siendo yo: una persona de verdad, humilde y transparente, porque hoy en día estamos en peligro de extinción. Solo quiero seguir siendo yo”, reconoce la joven, que ha participado en el proyecto con 29 años.
“El malestar emocional de la juventud ha tomado la forma de una erupción volcánica que ha inundado todos los espacios de la sociedad. Las redes sociales se han convertido en un reflejo de esta realidad, donde términos como 'ansiedad', 'depresión' o 'burnout' aparecen constantemente. Este proyecto pone de manifiesto que la salud mental no es solo un problema individual, sino un fenómeno estructural influenciado por la inestabilidad económica, la presión social y la incertidumbre sobre el futuro. Uno de los datos más impactantes es que la sociedad en su conjunto es el factor que más ha hecho sentir mal a los jóvenes en el último año, seguido por sus profesores y jefes. Esto evidencia que no se trata solo de un problema interno, sino de una sensación generacional de incomprensión y falta de apoyo”, recoge 'The Future Game'.
No sé que quiero ser de mayor, pero lo que tengo claro es que quiero seguir siendo yo: una persona de verdad, humilde y transparente
En cuanto al trabajo, el 52,9% de los encuestados consideran que trabajar en algo que les gusta afecta positivamente a su salud mental. “El entorno laboral representa, en muchos casos, su primer contacto con la vida adulta; una faceta nueva en su identidad. Es por ello, que el trabajo se convierte así en un espacio clave para su bienestar, un elemento que afecta de forma fundamental a su salud mental y emocional”, indica la encuesta.
Otra de las conclusiones que se desprende de la encuesta es que las redes sociales son la principal adicción de la juventud vasca, en contreto al 35,9% y la actividad que más les gustaría reducir a los jóvenes vascos es el tiempo que pasan gestionando las redes. En este sentido, el 49,4% de los jóvenes sufren insomnio o tienen problemas para dormir. Los jóvenes utilizan el concepto de un compás frenético para describir el ritmo en el que transcurren sus vidas, un sentimiento generalizado de descontrol y de sometimiento que han interiorizado inconscientemente. En esta realidad derivada de una sobre estimulación y sobre información existe una ausencia de silencio sin espacio para la quietud lo que les lleva a experimentar desbordamiento y fatiga. Es por esto que la necesidad de encontrar momentos y espacios de reposo es un reclamo cada vez más recurrente. La desconexión aparece como el único ejercicio de reposo posible, como un refugio“, señala.
El ocio ha pasado de ser algo tranquilo a coleccionar momentos de una manera frenética y eso genera una presión
Víctor, joven de 21 años que ha participado en el proyecto reconoce que el uso de las redes sociales ha provocado en él la búsqueda constante de emociones intensas. “El ocio ha pasado de ser algo tranquilo a coleccionar momentos de una manera frenética y eso genera una presión de tener que hacer cosas y publicarlo para que quede constancia de que ha ocurrido. Este cambio de mentalidad, propicia la sensación de quedarse atrás cuando no estamos alcanzando nuestro ideal de planes a realizar, así como el estar pensando en lo siguiente que haremos incluso cuando estamos realizando uno de esos planes, lo que muchas veces nos imposibilita sentir el momento que estamos viviendo con la intensidad que deberíamos”, reconoce.
En cuanto a la salud mental, el 31,7% de los encuestados reconoce haber pedido ayuda por problemas de este tipo y el 53,2% considera que “los baches” le han ayudado a sentirse mejor. Es innegable que el volcán que ha entrado en erupción gracias a la Generación Z ha puesto el tema de la salud emocional en el centro de la mesa. Esta generación ha destapado una temática que ha sido tradicionalmente tabú y la ha llevado al centro de las conversaciones, de los espacios laborales, de las narrativas mediáticas y de las peticiones a las instituciones. Identifican la salud mental como elemento central en el bienestar personal y colectivo. Valoran el esfuerzo colectivo por naturalizar las conversaciones sobre salud emocional y mental para convertirlas en algo cotidiano. Entienden que romper con el estigma es el primer paso para construir modelos de convivencia, vida y trabajo más amables“, concluye el informe que recoge que el 64,5% de los jóvenes percibe que no se tiene en cuenta la opinión de la juventud en temas de salud mental y que el 87,7% opina que estos tratamientos deberían estar cubiertos por la sanidad pública (87,7%).
0