El nuevo paradigma de los incendios: “Los bomberos o gobiernos no te van a salvar, cada uno debe protegerse”
Los incendios forestales son una amenaza que va en aumento a medida que avanza de forma imparable el cambio climático, que agrava los factores que los originan. A raíz de esto, se están alargando las temporadas con alto riesgo meteorológico y se da una mayor frecuencia de fenómenos extremos, como pueden ser períodos muy secos seguidos de olas de calor o, en el otro extremo, lluvias torrenciales.
Hay expertos que apuntan a que todo ello está creando un cambio de paradigma que crea consigo una nueva tipología de incendios con más intensidad, temperaturas más altas y, por ende, más difíciles de extinguir. Entre ellos, el licenciado en Biología por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), master en Ciencias Forestales por la Universidad Austral de Chile y trabajador del Instituto Forestal Europeo, Inazio Martínez.
“Esta combinación de factores está dando lugar una nueva tipología de incendios que, por su tamaño, intensidad, velocidad de propagación, comportamiento errático y simultaneidad, superan con facilidad la capacidad de extinción, incluso en las regiones o países habituados al riesgo y dotados de las últimas tecnologías y los mejores medios materiales y humanos”, cuenta Martínez.
El experto ha alertado durante la conferencia 'Cambio Global y mega-incendios ¿Qué podemos hacer para hacer frente al creciente riesgo de incendio forestal?' que, incluso, “en las nuevas zonas en riesgo, menos preparadas y menos conscientes del riesgo, incendios relativamente menores pueden también producir impactos extremos”.
No hacen falta solo más medios, hay que cambiar el paisaje
Este biólogo ha participado en los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) en Donostia. A sabiendas de que el 80% de los incendios son provocados por el ser humano, Martínez ha desglosado las causas de que estos se produzcan. Así, ha indicado que un 75% de los incendios son provocados por prácticas agrarias, de ellos, el 30% en concreto del trabajo en pastizales, el 43% por las quemas agrícolas, mientras que un 13% los provocan pirómanos y un 2% conflictos y venganzas entre ganaderos.
“La gran mayoría de incendios se provocan por negligencias. Se dejan restos de basura o la maquinaria de la cosecha provoca chispas y no se tiene en cuenta si se realizan estas labores en épocas en las que hay riesgo de incendios. Luego, es llamativo que hay un porcentaje, por pequeño que sea, de personas que se vengan de otras provocando incendios. ¿Por qué vengarse de esa manera? Porque los bosques no importan. Hay una parte de la población a la que no le importa que se incendien”, ha lamentado.
Para Martínez, el nuevo paradigma hace que la sociedad deba dejar de pensar que los incendios son desastres naturales para ser conscientes de que son problemas socio ecológicos y que se deje a un lado la idea de que se deben gestionar a través de un único departamento para ser conscientes de que la responsabilidad de los incendios es de todas las instituciones y de la sociedad en general.
Otra de las cuestiones que, según Martínez, se debe tener en cuenta en esta nueva tipología de incendios es que más allá de “pelear contra el fuego” se debe gestionar los peligros existentes y, “lo más importante a tener en cuenta es que hay que dejar de pensar que el Gobierno o los bomberos me van a salvar, para pasar a protegerse a sí mismo”. “Cada uno debe buscar la forma de escapar de un incendio, debe conocer el entorno en el que vive, los bosques que tiene cerca y ser conscientes, como lo hacen ya en Portugal o Grecia, de que cuando se está cerca de un bosque existe el peligro de que este se incendie. Si antes ibas de camping o al bosque a desconectar y estabas tranquilo, ahora cada vez más personas sienten el peligro de acampar o vivir en la naturaleza”, ha advertido.
Hemos llegado al límite de las estrategias centradas en la extinción de incendios
Entonces, ¿qué se debe hacer ante esta situación? En primer lugar, Martínez aboga por entender el peligro antes de que ocurra el incendio. Ser conscientes de que la intensidad y el calor del fuego y de cómo en caso de riesgo de incendio una chispa producida por el frenazo de un tren o la fuerza del viento pueden crear un fuego incontrolable y de que, una vez surja un mega-incendio, “los bomberos no pueden hacer nada contra él”.
Y luego añade: “Los bomberos son conscientes de que pueden hacer muy poco para extinguir un incendio extremo o de grandes dimensiones. Serán los factores meteorológicos o la llegada del fuego al mar lo que facilite su extinción. Por eso no importa cuántos medios haya ni cuánto dinero se gasten los gobiernos en apagar incendios, no hacen falta solo más medios, lo que hay que hacer es cambiar el paisaje”, ha indicado.
Otra de las recomendaciones que ha señalado es la de mejorar la gobernanza y fomentar la participación ciudadana en la prevención de incendios. Para ello, ha recomendado crear planes de trabajo y aportar más recursos a la investigación y prevención de fuegos. No obstante, el experto ha recalcado que lo realmente importante es “cambiar el paisaje”. “El clima ha cambiado, ahora tenemos más días con riesgos de incendio y la vegetación es distinta, pero lo que produce que el peligro sea mayor es la exposición a los incendios. Todo el mundo quiere una casa cerca del campo o del bosque sin ser conscientes de lo que supone realmente habitar esos lugares”, ha explicado, a la vez que mostraba mapas de municipios que han aumentado sus construcciones cerca de los bosques.
“Como consecuencia, se va haciendo evidente que hemos llegado al límite de las estrategias centradas en la extinción de incendios, tanto por su ineficacia frente a los incendios extremos, como su enorme coste económico”, ha destacado el experto, que insiste en “la necesidad de desarrollar nuevos enfoques, holísticos, que pongan el énfasis en entender y abordar las causas estructurales de los incendios extremos, para así avanzar hacia una resiliencia a largo plazo, adaptando el territorio y la sociedad en su conjunto, a este nuevo contexto de riesgo”. “Esto requiere un cambio de paradigma en la manera de entender y abordar los incendios forestales, también en Euskal Herria”, ha concluido.
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