El coronavirus, ahora con su variante ómicron como protagonista, se expande como nunca en Euskadi en el vigésimo mes de la pandemia. Las vacunas están conteniendo que el tsunami de positivos se traduzca en ingresos hospitalarios y más carga de UCI, incluso que la letalidad sea mayor. Pero la Sanidad vasca nota ya los afectos de esta nueva ola.
1 - Los positivos diarios
Euskadi ha notificado este jueves el máximo de positivos en 24 horas de toda la pandemia. Han sido 4.744. Cada 20 segundos se confirma un nuevo infectado por coronavirus. Una de cada cinco pruebas que se hacen confirma la presencia del virus en el organismo (dos de cada cinco si son test de antígenos), unos niveles desconocidos también. La Organización Mundial de la Salud (OMS) siempre ha considerado crítico cualquier nivel por encima del 5%. El lunes 20 de diciembre se notificaron 1.607 contagios, tres veces menos, y desde entonces todo han sido plusmarcas. El tope diario en la pandemia se registró en ola de este verano, causada por la variante delta del Sars-Cov-2. Fueron 1.801 positivos el 21 de julio. Antes, el récord era de 1.547, correspondientes a la ola de otoño de 2020, antes de Navidad. En todo el mes de septiembre, por ejemplo, se registraron 5.352 casos. Solamente en Bizkaia en las últimas 24 horas han aparecido 2.471 positivos.
2 - La incidencia acumulada
Primera consideración: en Euskadi ha habido ya siete olas y no seis de la pandemia. En 2020 fueron tres, la primera, la de agosto que motivó la segunda emergencia sanitaria y la de otoño. En 2021 hubo sendas escaladas después de Navidad y de Semana Santa, luego vino la de verano y la última sería la actual. Los siete puertos de montaña se ven en todas las gráficas. La tasa de incidencia acumulada marca ahora 1.495,38 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días en puertas de jornadas de mucha movilidad e interacción social. Siempre se ha alegado que en Euskadi se hacían muchas pruebas y es un hecho que en estos últimos días se están acumulando PCR, pruebas de saliva y antígenos como nunca, aunque una parte no determinada de ellas no las hace la Sanidad pública. Pero este miércoles ocupaba la sexta posición en España y no la primera. Le superan Asturias, Catalunya, Ceuta, Navarra y La Rioja. Asimismo, un informe de hace solamente una semana revelaba que, en verdad, esta ola estaba “infradiagnosticada”. Daban el dato de que entre las personas totalmente asintomáticas que acuden a operarse y pasan una prueba había una positividad del 4%. Extendido a la sociedad, supondría una tasa real de 4.000 puntos. En todo caso, el nivel actual oficial casi duplica los topes de alrededor de 800 tanto de la ola de otoño de 2020 como de la de verano de 2021.
3 - Por territorios
La incidencia de esta ola se está cebando más con Gipuzkoa, con 1.824,26 puntos. En Álava marca 1.478,15 y en Bizkaia 1.257,92. No solamente son, junto con los de Navarra y Huesca, los datos más altos de España: no hay país en Europa que -al menos hasta el miércoles- tuviera más transmisión que Gipuzkoa y Álava. El más golpeado, el Reino Unido, llegaba a 1.474. Precisamente esos 1.474 es el nivel de Vitoria, la segunda capital con más positivos ahora mismo después de Donostia (1.498). Bilbao ya está en 1.337. Solamente siete de los 251 municipios no tienen incidencia, y son pequeñas localidades. La lista la componen las alavesas Añana y Leza (donde hay un hospital de Osakidetza), la vizcaína Munitibar-Arbaztegi-Gerrikaitz y las guipuzcoanas Altzaga, Baliarrain, Hernialde y Orexa. Barakaldo, la cuarta localidad en habitantes, está en 1.043 de tasa; Irún, la quinta, en 1.469. En Álava, el 7% del pueblo de Navaridas se ha contagiado en las últimas dos semanas y en Gipuzkoa el 8,7% de Larraul. Allí cerca, municipios de más de 5.000 habitantes como Aretxabaleta, Azpeitia, Arrasate-Mondragón, Tolosa o Urretxu superan los 2.500.
4 - Indicadores que auguran que la ola no parará pronto
Aunque el lehendakari, en Pamplona, afirmó el 10 de diciembre que veía cerca el pico de ola, ningún indicador apunta a ello. El primer factor clave es ómicron. Un informe interno de Osakidetza apunta a que había tres casos el 5 de diciembre -aunque no se confirmó la presencia de esta nueva variante del Sars-Cov-2 hasta más de una semana después- y eran ya más de 1.000 los confirmados el 21 de diciembre. Es una explosión del 300% en breve espacio de tiempo. Una proyección lineal de la subida conforme a los datos de la última semana llevaría a una tasa de 1.900 puntos a final de año, pero ahora mismo la curva crece exponencialmente. La velocidad de subida ha pasado del 26% al 43% en pocos días y en Bizkaia alcanza el 77% con picos del 93%. Otro factor es el R0. Mide cuántos casos origina cada infectado. Si baja de 1, es que la pandemia se está contrayendo. Tuvo un frenazo y dos días a 0,99 en Gipuzkoa, pero ahora se halla en valores elevadísimos: 1,34 de media y 1,53 en Bizkaia. A la red de rastreo se le siguen escapando el 75% de los positivos actuales cuando se considera ya de riesgo que lo hagan el 50%. Y todo a pesar de la contratación de nuevos profesionales tras el desmantelamiento del equipo anterior y cambios de protocolo en los colegios o en la gestión de contactos para simplificar los procesos.
5 - Por edades
La ola crece en todos los grupos de edad sin excepción, aunque muy poco entre dos franjas con vacunas de refuerzo y alto riesgo clínico, los septuagenarios y nonagenarios, con apenas un 2% más de casos en una semana. Por el contrario, entre los veinteañeros se ha más que duplicado el volumen de infectados en ese mismo período. Los 2.366 puntos de incidencia en este colectivo solamente es superado por los 2.901 de los niños de 6 a 12 años, lo que ha llevado a los centros escolares de Primaria a acumular brotes y cierres de aulas antes de Navidad.
6 - La presión hospitalaria
El factor fundamental de toda ola son las consecuencias que genera en el sistema sanitario. El volumen de sintomáticos es del orden del 40% en el momento de la realización de la prueba, a los que se suman los que desarrollan después la enfermedad. Son valores similares a los de otras fases de la pandemia, aunque el indicador no desglosa la gravedad de esos síntomas de la COVID-19. El dato oficial es que hay 386 personas ingresadas con COVID-19 en los hospitales de Osakidetza, casi las mismas que las 381 de hace dos semanas. Sin embargo, fuentes sanitarias han confirmado que los pacientes que “negativizan” pero que siguen ingresados por las consecuencias del virus en su organismo salen de la estadística aunque no estén recuperados. Este miércoles, el 16% de los internados en planta a causa del Sars-Cov-2 (53 pacientes) estaban excluidos por este motivo. En la UCI hay 101 pacientes graves. Eran 72 hace dos semanas pero se ha llegado a un pico de 107 en los últimos días. Aquí lo que no se precisa es si las salidas son por mejorías o por defunciones, que del 10 a 16 de diciembre se duplicaron respecto a la semana anterior (de 22 a 44). Se considera tensionada una UCI cuando los casos de COVID-19 ocupan más del 35% de las plazas, porque hay enfermos de otras patologías a los que atender y camas bloqueadas obligatorias para imprevistos. El último dato es que estaban habilitadas 302 camas, por lo que la proporción sería del 33% del total, aunque ha llegado al 45% de los pacientes esta semana. El año pasado en Nochebuena había ingresadas 353 personas, de las que 84 estaban en UCI. El pico de críticos fue de 232 en la primera ola y después de 195 en 2021. Los hospitales están en nivel de alerta 3 de 5 y hay camas listas para ser utilizadas en caso de necesidad, por ejemplo las 31 del nuevo edificio de Txagorritxu. Eso sí, abrir una UCI no es solamente contar con una cama y un respirador: se requieren equipos que las atiendan durante las 24 horas del día. Cada paso en esa dirección obliga a reducir operaciones no urgentes, algo que ya se está dando desde el 7 de diciembre. Este periódico ya recogió que en algunos centros se han pedido voluntarios para atender esos turnos ante la falta de personal.
7 - La presión en la atención primaria
Una oleada de contagios no solamente se traduce en afecciones en los hospitales sino que satura los ambulatorios, algo que ya se admite públicamente. Hay que gestionar desde allí los cuadros más leves o el papeleo de las bajas laborales de miles de personas. Además, es personal de enfermería el que se ha utilizado para cubrir los equipos de rastreo, de vacunación y de pruebas. Si esas personas están haciendo miles y miles de actos médicos al día por las exigencias de la COVID-19, no se dedican a la atención ordinaria. También desde el 7 de diciembre, igualmente, se están suspendiendo consultas de seguimiento a pacientes crónicos y otras citas no urgentes. Asimismo, tampoco se realizan todas las analíticas que se harían en un escenario de normalidad.
8 - La vacunación
El dato oficial es que 1.807.561 personas tienen la pauta completa de vacunación, esto es, el 82,99% de la población total. Lo que ocurre es que muchos miles de ellos ya están a la espera de una dosis de refuerzo. Se han administrado ya 650.170 de ellas, con una cobertura del 95% en los nonagenarios, del 91,9% en los octogenarios, del 90,9% en los septuagenarios, del 71,5% en los sexagenarios y del 10,6% en el resto de la población. No está claro cuál es el stock de dosis disponibles en Euskadi ya que constan como administradas el 100,2% del total de vacunas recibidas. Esta distorsión estadística ocurre porque con Moderna se sacan once dosis de cada vial de diez y porque muchos refuerzos son media dosis de esta casa (22 vacunas de cada vial, por lo tanto). En cuanto a las Pfizer pediátricas, son 60.000 las recibidas y 28.769 las inoculadas ya. El 19,8% de los niños de 5 a 11 años tienen al menos una dosis.