El Parlamento Vasco ha dado finalmente luz verde a la reforma legislativa del Tribunal de Cuentas, un pacto de PNV y PSE-EE, socios de Gobierno, con la coalición PP+Cs y que suscitaba el rechazo de la izquierda porque no pone coto a lo que llaman “puertas giratorias”. Lo ha hecho, eso sí, con una polémica y caótica votación. La presidenta de la Cámara, Bakartxo Tejeria, del PNV, ha aceptado repetir la votación de los artículos del dictamen que habían sido enmendados fruto del pacto político a tres bandas a pesar de que, por un error, los nacionalistas, los socialistas y sus socios esta vez ya habían votado en contra, lo que habría supuesto el decaimiento de la iniciativa legislativa. Tejeria ha despachado con un “gracias” las protestas de EH Bildu, ha permitido que la votación se repita hasta que que ha arrojado el resultado deseado y no se ha consultado en ningún momento al letrado presente en el hemiciclo.
El debate sobre la ley no ha sido pacífico y lo ocurrido en la votación ha terminado por caldear los ánimos. La presidenta, que dirige los debates íntegramente en euskera, ha sometido a votación “los artículos que han tenido enmiendas” y en su grupo ha habido una confusión y han apretado al unísono el botón del 'no', cuando esos puntos eran justamente los que recogían los cambios acordados entre los partidos del Ejecutivo y PP+Cs. Ello ha llegado después de que el sistema de traducción al castellano haya fallado en algunos momentos, según fuentes de los partidos que lo utilizan -que no es el caso del PNV-, y de que otro error técnico haya volteado la imagen del hemiciclo de modo que el PNV ocupaba en las pantallas el espacio de EH Bildu y viceversa -aunque eso tampoco afectaba a la votación como tal-. Una fuente del grupo PP+Cs ha explicado que ellos sí sabían que había que votar 'sí', que lo han hecho bien y que a última hora han cambiado al 'no' al ver la postura del PNV y entender que podían haber entendido mal la traducción por los errores que había habido antes. Otra fuente parlamentaria del PNV ha indicado que este grupo ha errado porque sus socios del PSE-EE habían votado que 'no', extremo que ninguna en en este partido, cuyo coordinador, Ekain Rico, ha pedido parar la votación al ver de antemano lo que había pasado. Sea como fuere, los tres partidos se han confundido.
Visto que toda la Cámara había votado 'no' a esa parte del articulado, Tejeria no ha detenido la votación y anunciado que decaía la reforma legislativa. Nunca ha llegado a proclamar el resultado. Con un “no sé qué ha pasado” ha optado por volver a someter a votación los artículos, como le demandaban los portavoces de los grupos equivocados. En total, esto se ha votado en tres ocasiones. Desde PP+Cs, alineado en esta ocasión con el Gobierno, han entendido que era un “error” y que una equivocación no puede frustrar la opinión real y mayoritaria del Parlamento reflejada en todos los trabajos previos de la ponencia legislativa y la comisión.
Tras la polémica, EH Bildu ha dejado de votar el resto de artículos. Elkarrekin Podemos-IU sí ha seguido participando en la votación y ha sido el único grupo que ha votado en contra, al igual que la representante de Vox en el grupo mixto. La coordinadora del grupo parlamentario abertzale, Nerea Kortajarena, ha tratado varias veces de tomar la palabra sin éxito -también ha fallado el micrófono-, aunque formalmente ha podido formular una protesta. “Se han equivocado” unos parlamentarios y no hay por qué repetir una votación, ha argumentado. Ha pedido un dictamen de los letrados sobre la validez de lo sucedido y que conste en acta el baile. “Esto es grave”, ha enfatizado.
En una rueda de prensa posterior, la propia Kortajarena ha demandado que entre en vigor la norma hasta que se analicen jurídicamente las consecuencias de lo ocurrido. Ha hablado de una “cacicada” y de una decisión “partidista” que recurrirán ante la Mesa. Fuentes de la Presidencia se han remitido exclusivamente a un precedente de 2013 por el cual Tejeria repite una votación si hay un error. No obstante, en aquel momento el criterio era posponerlo para la siguiente sesión parlamentaria. Además, no era una ley y sí una resolución sin carácter vinculante. Además, EH Bildu recalca que ese criterio se modificó unos días después de aquella polémica de 2013.
Entretanto, el Parlamento ha dado luz verde a la reforma del Tribunal de Cuentas. Se ha elevado de mayoría absoluta a tres quintos el consenso mínimo para designar a los vocales y se han ajustado algunos puntos relativos a las incompatibilidades. La izquierda, en todo caso, ha denunciado que no se pone coto al paso de un representante político de una institución al órgano fiscalizador. Se da la circunstancia de que en 2015 el dirigente del PNV José Luis Bilbao saltó en cuestión de horas de ser diputado general en Bizkaia a ser presidente de esta institución. El representante de PP+Cs, Luis Gordillo, ha reconocido que ellos también lo pedían al inicio pero que han cedido en aras a un acuerdo que mejora el funcionamiento del tribunal en otros aspectos. Ha destacado el “consenso amplio” que se requiere para designar las vocalías, que en la práctica impide a los partidos del Gobierno decidir la renovación de este organismo en solitario.
Para David Soto, de Elkarrekin Podemos-IU, la nueva ley tiene aspectos positivos pero el no marcar un plazo mínimo para estos saltos es “una línea roja”. Ha argumentado que el PNV no lo ha permitido para no asumir que la operación Bilbao fue un error. Josu Estarrona, de EH Bildiu, ha calificado los cambios de “simple maquillaje” y de ser “contrarios a la higiene democrática”. “No utilicemos el Tribunal de Cuentas con objetivos políticos”, ha replicado desde la bancada del PNV Itsaso Berrojalbiz, que ha lamentado que “las piedras” que ha arrojado la izquierda abertzale en el Parlamento contra el acuerdo “no son pequeñas”. Cree que se han dado en el debate “turbulencias artificiales” que “dañan la imagen” de una institución importante en la arquitectura autonómica.
Como segunda parte del acuerdo, PNV, PSE-EE y PP+Cs han pactado el cupo de vocalías en el futuro Tribunal de Cuentas. Son siete puestos y el PNV tendrá tres, los socialistas dos y PP+Cs una. La última se la repartirán EH Bildu -segunda fuerza parlamentaria en Euskadi- y Elkarrekin Podemos-IU, con los mismos escaños que la coalición de derechas. Aún no se conocen los nombres de este nuevo plenario.