Pasar a Francia para vacunarse antes: “Así tenemos un verano más tranquilo”
“Aunque dentro de poco ya nos iban a vacunar en España, cuanto antes mejor. Así tenemos un verano más tranquilo y podemos estar con la familia sin preocupaciones”. Paola Lorenzo es una joven donostiarra de “19 años para 20”, y a pesar de que este martes en Euskadi se ha anunciado que esta semana se abrirá la reserva de citas para que a la población entre los 30 y los 39 se les administre alguna de las vacunas contra la COVID-19, ella ha recibido su primer pinchazo. No ha sido en Illunbe, en la plaza de toros de Donostia reconvertida en vacunódromo, sino en la localidad francesa de Capbreton, a 74 kilómetros, y tras una hora de coche.
Lorenzo y su amiga Leire Barros son dos de los centenares de jóvenes guipuzcoanos que han cruzado a Francia para vacunarse. Hasta este lunes, varios centros próximos a la frontera permitían la vacunación de españoles, como avanzó ‘El Diario Vasco’, aunque no residiesen en el país ni trabajasen en él. Bastaba con reservar cita a través de DoctoLib, la aplicación oficial francesa para la gestión de la administración de dosis. En un par de minutos y facilitando tan sólo unos pocos datos personales como nombre y apellido, un email y teléfono móvil, además de la edad y de qué vacuna se deseaba la dosis, se cerraba la cita tanto para el primer pinchazo como para el segundo.
No obstante, la avalancha de solicitudes hizo que este lunes el centro de vacunación de Biarritz, principal punto de peregrinación y a 50 kilómetros de la capital guipuzcoana, decidiese cerrar el grifo y sólo inocular a aquellos españoles que pudiesen acreditar residir o trabajar en Francia. Y aunque esta también era la premisa que este martes regía desde primera hora en Capbreton, a mediodía, la Prefectura del departamento de Las Landas volvía a dar luz verde a la inoculación de cualquier persona.
“Nos vuelven a dejar vacunar”, explicaba a elDiario.es/Euskadi uno de los responsables de cotejar los datos con las reservas. A las 10.00, una hora antes, sin embargo, la directriz era otra. “Lo siento, pero a las 8.30 hemos recibido una llamada de la Prefectura y ya no podemos vacunar. ¿Tiene residencia en Francia?”, preguntaba en castellano esta misma persona a tres jóvenes guipuzcoanos que se agolpaban en la puerta con una reserva cerrada pero sin documento alguno que acreditase que cumplían las nuevas exigencias para recibir su primera dosis.
“Teníamos cogida cita en Biarritz, pero al ver que ya no vacunaban, decidimos cambiar de sitio. Tenemos muchos amigos guipuzcoanos y también alguno madrileño que han venido”, explicaba uno de los integrantes de este último grupo, que se ha vuelto a Donostia sin haber recibido pinchazo alguno. En ese mismo momento, un matrimonio donostiarra y su hijo de 13 años recibían la misma respuesta. “Así nos vamos más seguros de vacaciones”, mencionaban los padres, que no han querido dar su nombre, mientras explicaban que el objetivo del viaje era conseguir vacunar al niño, porque ellos ya están inmunizados.
El matrimonio aseguraba que a primera hora habían llamado por teléfono y les habían confirmado que no habría ningún problema, que tan sólo tendrían que pagar 7,30 euros al no tener tarjeta de la Seguridad Social francesa. Este, precisamente, ha sido uno de los rumores que ha corrido estos últimos días por Gipuzkoa, que en algunos puntos de vacunación de Francia se exigía el pago de las vacunas, extremo que no ha sido confirmado por ninguna fuente oficial; de hecho, en los vacunódromos consultados han afirmado lo contrario, que no se realiza cobro alguno, al menos en el momento de inocular las dosis.
Teníamos cogida cita en Biarritz, pero al ver que ya no vacunaban, decidimos cambiar de sitio. Tenemos muchos amigos guipuzcoanos y también alguno madrileño que han venido
Más suerte han tenido Lorenzo y Barros, al llegar justo pasado el mediodía, tras haber recibido los responsables del punto de vacunación de Capbreton luz verde para seguir administrando dosis sin más requisitos que haber cerrado una cita previa. Las dos amigas han tenido que presentar su DNI, sus tarjetas de Osakidetza (Servicio Vasco de Salud), además de rellenar una hoja para especificar si previamente habían pasado la COVID-19, si tenían alguna alergia, si habían tenido algún problema previo con alguna otra vacuna o si estaban embarazadas. “Hemos esperado tres minutos y nos han puesto las dosis”, han sostenido.
Lorenzo, estudiante de Comunicación, precisaba que una de las razones para no haber esperado su turno en Euskadi es que el próximo septiembre se va de Erasmus a Córcega y como todavía no hay una fecha cerrada para la administración de dosis en veinteañeros, vacunándose en Francia se quedaba “más tranquila”. Esta mañana, la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, evitaba pedir a los jóvenes que dejasen de acudir a Francia, y aunque reconocía que aquellos que han decidido cruzar la frontera no están cumpliendo con el protocolo fijado en Euskadi, afirmaba que esta es una “opción libre”.
En el momento en el que las dos amigas donostiarras cruzaban la puerta del punto de vacunación de Capbreton, las nacionalidades de los que tenían cita a esa hora se repartían al 50% entre españoles y franceses. De hecho, los responsables de tomar los datos se dirigían a los asistentes de forma indistinta en castellano y francés. En esta localidad, con una administración media de 500 dosis al día, 30 españoles recibieron su primer pinchazo este lunes, mientras que este martes el volumen de reservas de gente de este lado de la frontera era mayor.
“Por si cuela”
En Hendaya, ciudad fronteriza, el escenario era muy diferente. Pese a que muchos guipuzcoanos se han acercado estos últimos días al punto de vacunación de la ciudad, en este espacio nunca se ha permitido la administración de dosis a españoles que no acreditasen residir en la localidad o en alguna cercana -pero siempre en territorio francés-, o trabajar allí. De hecho, ante la avalancha de reservas tramitadas estos últimos días, este martes, los sanitarios que inoculan las dosis han recibido un mensaje de las autoridades sanitarias con el que se les recordaba que todas las personas deben cumplir uno de estos dos requisitos.
“Tenemos un problema y es que en la aplicación DoctoLib no te piden en ningún momento el número de la Seguridad Social”, explicaba uno de los responsables del punto de vacunación de Hendaya. Por eso, cualquier persona puede reservar su cita y aunque ya sepa que no cumple con los requisitos “acaba cruzando la frontera por si cuela”.
Sin embargo, esta avalancha de citas –este lunes el número de españoles que intentaron vacunarse fue “brutal”–, no hace más que crear problemas en las ciudades cercanas a la muga. “El problema es que sobran dosis. Tenemos previsto para cada día un número de dosis según las citas que se han reservado y algunas pueden acabar caducándose”, señalaba el responsable. Este martes, por ejemplo, se han quedado sin sus dosis “cuatro o cinco personas”, y en más de una ocasión han tenido que buscar a gente en los restaurantes cercanos para no desperdiciar las dosis. “Si vives en Donostia, si trabajas en Donostia, ¿por qué tiene que ser la Seguridad Social francesa y no la de Euskadi la que te vacune?”, se cuestionaba.
Muchas dudas por resolver
Ninguna autoridad francesa ha explicado, por el momento, por qué en algunos departamentos del país –o directamente, en determinados municipios– sí permiten vacunar a personas que no pueden acreditar ser residentes en Francia o trabajar allí, pero en otros, no. Un ejemplo es la confusión vivida en Capbreton. Si en el punto de vacunación cambiaban de parecer a mediodía, argumentando que eran órdenes de la Prefectura, desde la Agencia Regional de Salud de Nueva Aquitania, de la que depende la localidad, indicaban por teléfono que no estaba permitido la administración de dosis sin cumplir alguno de los dos requisitos.
Asimismo, ni el Ministerio de Sanidad español, ni el francés, ni la propia Osakidetza han podido confirmar que las personas que ya tienen sus primeras dosis puedan también recibir la segunda. A Lorenzo y Barros, las dos amigas donostiarras, se les ha entregado un certificado y un número de identificación “muy importante conservar”, según les han explicado, “para la inoculación de la segunda dosis”. No obstante, admitían no estar muy seguras de que esto llegue a suceder como debe. “Tenemos reservada la cita para la segunda dosis, pero no sabemos si está garantizada o si cuando llegue el día nos dirán que no es posible”, declaraban.
En nuestros especiales interactivos, se pueden consultar todos los datos sobre la evolución de la pandemia en Euskadi, sobre los positivos y fallecidos en todas y cada una de las residencias de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa y el avance día a día de la campaña de vacunación. También tenemos mapas con los brotes más destacados.
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