Cómo pasar del miedo y el tabú a la educación sexual: Euskadi forma a profesores para tratar el porno en clase
Miles de docentes reciben, en una sesión multitudinaria, una formación impartida por el Departamento de Educación del Gobierno con estrategias para saber enfrentarse a este tema en las aulas
La pornografía es una de las industrias más rentables y el número de menores que la consumen va en aumento. Es un tema difícil de abordar, tanto en los hogares como en las aulas. Por ello, miles de profesores de Bizkaia –este miércoles en Vitoria lo harán los de Gipuzkoa y Álava– han recibido ya una formación impartida por el Departamento de Educación del Gobierno vasco sobre pornografía y adolescencia, con estrategias para saber enfrentarse a este tema en las aulas de Euskadi, en muchas ocasiones tabú.
La semana pasada el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció la aprobación de una ley que proteja a los menores en Internet. El Ejecutivo ya trabaja con la Agencia de Protección de Datos y con la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre (FNMT). Ambos organismos están implicados en el desarrollo de protocolos para acceder a Internet de manera segura y preparan el lanzamiento de una herramienta que permita hacer de “cortafuegos” cuando los menores intenten a acceder a este tipo de contenido desde cualquier dispositivo. La preocupación por este tema lleva tiempo en el centro de las campañas del Gobierno vasco, como la del pasado 25N Día Internacional para la erradicación de la violencia contra las mujeres, cuyo mensaje se centró en luchar contra la violencia machista poniendo el foco en el consumo del porno en la infancia.
La primera de las tres conferencias impartidas este martes ha sido la de Sandra Sedano, profesora de Educación Social en la Universidad de las Islas Baleares. Sedano ha definido conceptos y ha presentado el Estudio sobre la pornografía en Baleares: acceso e impacto sobre la adolescencia que concluye que el 90,5% de los niños y jóvenes de entre 13 y 18 años de Baleares consume pornografía y más de un 30% admite que lo hace a diario. Esta experta ha enfatizado la dificultad de acceso que antes rodeaba a la “pornografía clásica”, es decir, la que se consumía antes de la llegada de internet –mediante revistas, vídeos en VHS o en las salas X. El consumidor de pornografía “se topaba con más barreras”. La primera, el hecho de tener que ser obligatoriamente mayor de edad y deber acreditarlo para poder comprar la revista, alquilar el VHS o entrar en una sala X. La segunda, la vergüenza a la hora de hacerlo. Y, por último, la tercera, la dificultad para poder consumir el producto una vez se adquiere. “Las revistas, se escondían en la habitación. No podías ver un VHS en el único reproductor de la casa, porque normalmente estaba en la sala y estaban los padres. Tenías que esperar a que salieran. Ahora, con la pornografía en internet todos esos obstáculos desaparecen. Ya no necesitas tener 18 años para verlo, no tienes que pagar y lo puedes ver en tu móvil en cualquier lugar sin que nadie se entere. Además, ya no son películas de dos horas de duración, ahora son filmaciones cortas”, detalla Sedano.
Otro de los cambios que han llegado a partir de las nuevas tecnologías es el público al que quiere llegar la industria pornográfica. Si antiguamente se trataba de un público mayor de edad e incluso mayor de 25 años, actualmente, se busca acceder incluso a menores de edad. “La industria pornográfica ya tiene a las personas maduras, a los jóvenes y ahora quiere a los menores. ¿Dónde los busca? En redes sociales y videojuegos y, además, quiere conseguir que esos mismos menores autoproduzcan pornografía y crean que eso es empoderante”, sostiene.
Entre los efectos negativos del consumo de pornografía en adolescentes, Sedano alerta de una afección a la imagen corporal. “Hay una asociación entre niveles bajos de aceptación del propio cuerpo y alto consumo de porno, así como un incrementos de cirugías sobre los genitales, sobre todo en mujeres”, lamenta. También considera que consumir pornografía puede tener un impacto sobre los jóvenes. “Al ver este tipo de contenidos los jóvenes pueden llegar a pensar que los anticonceptivos de barrera no son necesarios o que hay más placer sin usarlos puesto que en las películas o vídeos porno, salvo que sean producidas en Francia, que por ley deben ser así, no utilizan preservativos. En el porno no existe ni proceso ni contexto, no aparece la previa ni el vínculo afectivo, además la sexualidad está centrada en la penetración. Se produce una aceptación de la violencia simbólica y se presenta a las mujeres como sumisas. Además, se produce una normalización de la violencia sexual con la aparición de escenas de asfixia, tirones de cabello o bofetadas a la mujer”, detalla.
La educadora social confirma que la industria del porno accede a los menores a través de tres herramientas: las webs y plataformas de pornografía, las redes sociales y, por último, los videojuegos en línea. En este sentido, insiste en que muchos de los juegos online de moda aceptan la entrada de personas en línea que los menores no conocen y pueden ser en realidad adultos que se hacen pasar por menores y, una vez tienen confianza con ellos, puede mandarles o pedir que les manden contenidos de índole sexual. “A eso se le llama grooming y a que sean los propios jóvenes los que producen sus vídeos sexuales, autoproducción. Muchos no saben que esos vídeos acabarán en la red, otros creen que es algo que les empodera”, alerta.
Preguntada por el anuncio del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de la creación de una ley para proteger a los menores del porno en internet, Sedano recalca que “bienvenida sea”. “A ver cómo lo hacen, porque está siendo complicado en otros países por el tema de la protección de datos. ¿Cuándo vamos a poner la protección del menor y la menor por encima de todo? No interesa”, señala, al mismo tiempo que insiste en que “la prohibición no sirve de nada”. “Necesitamos generar confianza y unos ambientes en los que se pueda hablar. No se le puede prohibir el móvil hasta los 16 años a un niño de 8 porque es su manera de comunicarse. De cara a los que nazcan ahora o tengan hasta 5 años no me parece mal empezarles a prohibir el uso del teléfono móvil, aunque la educación digital me parece mucho más importante. Darle un móvil a un niño o una niña es como dejarlo en el centro de Bilbao y decirle que vaya a comprar pan. Hay un mundo dentro del móvil, deberíamos empezar no a prohibir, pero sí a dialogar sobre el tema”, concluye.
Las personas adultas tenemos una perspectiva adultocentrista y tenemos que revisar eso
Hablar en “la misma lengua” que los alumnos
La segunda conferencia, impartida por María Rodríguez Suárez, sexóloga y doctora en Genero y Diversidad, se ha centrado en la importancia de la educación sexual y en instruir a los profesores para que logren hablar en “la misma lengua que sus alumnos”. “La pornografía funciona como una de las principales fuentes de información sexual, pero el porno educa mal porque no está hecho para educar, sino para producir y rentabilizar las fantasías. Ofrece un imaginario problemático de la sexualidad, distorsionado, reduccionista y desigualitario. Sin embargo, no todo el discurso no puede girar en torno a culpar a la pornografía. Hay muchos otros productos culturales que también están configurando el imaginario sexual adolescente. También lo hacen instituciones como la familia, la educación formal e informal o el grupo de iguales. Tampoco podemos culpar del visionado a las personas adolescentes. Las personas adultas tenemos una perspectiva adultocentrista y tenemos que revisar eso”, explica.
Rodríguez insiste en que los adultos deben “escuchar más” a la gente joven y revisar cómo interpretan su realidad. Y, sobre todo, entender los motivos por los que consumen porno. “Ellos mismos nos cuentan que lo hacen para masturbarse, para buscar placer, relajarse, por curiosidad, para aprender prácticas y para satisfacer mejor a las parejas. No hay nada malo en estos motivos. Sabemos que tarde o temprano van a acabar accediendo a la pornografía. ¿Qué hacemos? Más educación sexual”, indica.
Según la sexóloga, los adultos deben fomentar el diálogo y ofrecer herramientas desde la educación sexual, puesto que “la educación sexual es un derecho y es inevitable”. “Yo me eduqué con la Super Pop, Compañeros, Física o Química, o mi amiga Isabel, que siempre sabía mucho más que yo. Estamos generando muchos pánicos y no proponemos soluciones. Como boomers, nos hemos educado con este modelo de educación sexual que parte de los miedos, peligros, riesgos, tabúes y culpa. Hablar de gonorrea está bien, pero con 16 años igual necesitan que conectemos con ellos a través de otro sitio. Hay otro modelo. El modelo de educación sexual que se centra en el placer, la libertad, la satisfacción, la diversidad, el autoconocimiento, la responsabilidad y donde la sexualidad se presente como algo positivo y también complejo. Hay que dedicarle tiempo, hay que realizar una evaluación, no solo que venga alguien y de una charla al año”, reconoce.
En este sentido, a la hora de “convencer” a los adolescentes de usar preservativos, durante sus charlas en institutos Rodríguez les habla del placer antes, durante y después del acto sexual. “No sirve de nada decirle a un adolescente o a una persona joven que se siente lo mismo con condón que sin él, lo primero porque no les podemos mentir. Lo que se les puede decir es que practicar sexo con condón puede no ser lo mismo durante, pero les compensa después. El placer también tiene que estar al día siguiente con la tranquilidad de saber que se ha practicado sexo seguro y no con el drama de no saber si se ha quedado embarazada o si se ha contagiado alguna ETS. Puede que nadie les haya explicado esto antes”, detalla.
El modelo de educación sexual que se centra en el placer, la libertad, la satisfacción, la diversidad, el autoconocimiento y la responsabilidad
Otra de las cuestiones que critica la sexóloga es que los padres transmiten información contradictoria a los niños. “Se les habla de consentimiento y se les dice que su cuerpo es suyo, hasta que viene la tía Mari Carmen y les pide un beso. Si el niño o la niña le dice que no, se le obliga. O se le dan cinco euros a cambio de un beso que no quiere dar. Y luego nos alarmamos cuando oímos que hay menores o jóvenes en Only Fans. Nuestra tarea es acompañar a los menores y nuestra actitud también es el mensaje”, resume.
La también sexóloga y psicóloga Maider García de Vicuña ha finalizado el encuentro sobre las consecuencias de considerar al “porno como enemigo” y sobre los referentes que a día de hoy tienen los menores y adolescentes. “¿Por qué creemos que el porno es el enemigo? Hasta ahora hemos huido de él, ha sido un tabú y eso ha hecho que el referente sexual de los jóvenes sea La que se avecina. A veces los menores no han visto porno, pero sí que han oído de qué se trata en series que ven cada día. Por ello conviene que en familia y en el colegio se hable de ello”, concluye.