Cuando la prohibición de administrar AstraZeneca llega mientras esperas sentado a que te inyecten la vacuna
Minutos después de la prohibición de la vacuna en España, en el hospital de Santiago de Vitoria han coincidido las últimas personas en ser vacunadas con el suero de Oxford, algunas que se han negado a ponérselo y otras a quienes les han cancelado la cita allí mismo
Entre las 18.00 horas y las 18.30 horas de este lunes reinaba el desconcierto en el punto de vacunación contra la COVID-19 del hospital de Santiago, en pleno centro de Vitoria. Para entonces, ya era público que España, siguiendo la estela de países como Francia, Italia o Alemania, había decidido de urgencia paralizar la administración de dosis de AstraZeneca por 15 días. Pero la orden no había llegado al equipo vacunador, con una intensa agenda de citas, tan rápido como a los medios de comunicación. En ese rato en el que las noticias volaban de móvil a móvil, ha ocurrido de todo en Santiago. A Paula la han vacunado con normalidad; Sira, por el contrario, ha salido sin pinchazo tras haberse negado a ponérsela; Susana probablemente ha sido una de las últimas vacunadas con AstraZeneca sin haberlo pretendido y un grupo de trabajadores de la enseñanza tuvo que volver a casa con la cita cancelada cuando ya estaban sentados a punto de recibir su dosis.
Paula, profesora de Educación Infantil, confesaba tener una sensación “un poco extraña” cuando, al salir del hospital, este periódico le ha informado de la suspensión de la dispensación de las vacunas de AstraZeneca. Ella había llegado allí con la confianza de que España había decidido mantener el proceso por la “seguridad” de ese producto y ha completado la cita con normalidad, sin que nadie le haya dicho nada en ningún momento. Todo lo contrario: le dieron fecha incluso para la segunda dosis, dentro de tres meses.
La siguiente en cruzar la puerta del 'vacunódromo' ha sido Sira. Ella ha decidido no vacunarse en el último momento. A esta profesora de Primaria le ha llegado, justo antes de sentarse, un mensaje que decía que se paralizaba el proceso con la vacuna que estaba a punto de recibir. Pero a sus vacunadoras todavía no les había llegado la orden de parar. Ante este dilema, le han dado la opción de seguir adelante, pero Sira dijo que no, “hasta que se sepa qué va a pasar”. Ahora bien, le preocupa no saber “qué va a ser del turno de vacunación de los citados para estos días” y que se han visto afectados por estos hechos.
Ella no se ha vacunado pero sí quien le seguía en la fila, una joven funcionaria llamada Susana. Esta trabajadora tampoco conocía las noticias y pensaba que en España todo estaba en orden. “¿También aquí? No me había llegado la información”, preguntaba con cierta incredulidad.
Minutos después, abandonaba el hospital un grupo amplio de profesionales educativos y, detrás de ellos, dos sanitarias del equipo de vacunación, que se dirigían a otra ala del complejo una vez recibida una orden escrita de no administrar ninguna dosis más de AstraZeneca. El proceso quedaba cancelado definitivamente, aunque sí se seguirán administrando viales de Pfizer y Moderna. “¡Me ha salvado mi compañero!”, ironizaba uno de los funcionarios señalando a quien había informado al resto de la última hora.
AstraZeneca era la vacuna empleada con los denominados “profesionales esenciales” a excepción de los sanitarios. Ertzainas, policías municipales o nacionales, guardias civiles, bomberos, profesores y otros trabajadores han sido llamados en las últimas semanas. Es más, esta vacuna era la responsable del arreón en el proceso que se ha vivido en Euskadi, hasta ahora a la cola de todas las comunidades en porcentaje de vacunas administradas respecto del total disponible.
El pasado viernes, cuando en algunos países de Europa ya se debatía sobre los posibles efectos adversos puntuales de algunos lotes de este producto, Euskadi dijo haber administrado una remesa de uno de los dos lotes investigados con normalidad y que, en general, la vacuna no generaba más efectos adversos que algunos cuadros de cefalea o dolor en la zona del pinchazo, algo muy habitual con todas las inmunizaciones. Este lunes, la consejera vasca de Salud, Gotzone Sagardui, ha enviado un “mensaje de tranquilidad”: “Se han administrado en Euskadi 50.474 dosis y no hay constancia de ningún efecto secundario de gravedad”.
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