Gloria Iriarte: “Si eres madre es difícil que puedas dedicarte de lleno a la arquitectura”
“Cada vez hay más mujeres estudiando arquitectura, pero falta que tengan las mismas oportunidades que los hombres para ejercer la profesión”, asegura la arquitecta
Gloria Iriarte es una de las fundadoras de IMB Arquitectos, empresa que lleva la 'I' por ser la inicial de su apellido y en la que lleva trabajando desde que se creó, hace más de 30 años. En ella, ha ideado, junto a sus compañeros, proyectos relevantes en Euskadi, como la Biblioteca Foral de Bizkaia, en Bilbao, o el Palacio de Justicia de Gernika, además de proyectos internacionales como el malecón de Santiago de Cuba o el anteproyecto de la Estación Intermodal de Santo Domingo, en República Dominicana.
Iriarte recibe a este periódico en su estudio, ubicado en la calle Bailén del centro de Bilbao, tras una larga jornada de trabajo. A pesar de ello, dedica tiempo a sus respuestas en una entrevista que se prolongará más de una hora y finalizará cerca de las nueve de la noche. Sin horarios. Así es como ella comprende su profesión. Esa es una de las mayores dificultades a la hora de compaginarla con una familia y una de las razones por las que, según explica, muchas mujeres optan por dedicarse a otro trabajo.
“Si tu ideal es ser una madre de familia y pasar tiempo cuidando de tus hijos, es difícil que puedas dedicarte de lleno a la arquitectura. A lo mejor puedes si te organizas bien y tienes recursos económicos o una pareja que te apoye y comparta contigo tanto la forma de trabajar como la de criar a vuestros hijos, pero se necesita tanto tiempo que muchas veces es imposible”, confiesa.
¿Cuál diría que ha sido su proyecto estrella?
Es difícil decir uno porque a lo largo de mi carrera profesional he realizado proyectos muy distintos, desde una iglesia hasta una biblioteca. Esa es una de las oportunidades que tiene esta profesión.
Todas estas profesiones que tienen que ver con la construcción o la ingeniería son carreras a las que las mujeres no hemos tenido un acceso limpio. En el colegio nadie te explicaba que siendo mujer podías ser arquitecta, a nadie se le ocurría que eso podía ser así. Ahora hay muchas mujeres estudiando arquitectura, cosa de la que me alegro, pero se sigue sin conseguir lo que logran los chicos de primeras.
¿Y por qué no se consigue?
Porque esta, al igual que otras, es una profesión que requiere tiempo y mucho trabajo. Necesitas pensar durante muchas horas para desarrollar un proyecto. No puedes trabajar unas horas e irte a casa con tu familia, porque en la arquitectura a la que yo me dedico, la de los concursos de ideas, no existen los horarios. Si tu ideal es ser una madre de familia y pasar tiempo cuidando de tus hijos, es difícil que puedas dedicarte de lleno a la arquitectura. A lo mejor puedes si te organizas bien y tienes recursos económicos o una pareja que te apoye y comparta contigo tanto la forma de trabajar como la de criar a vuestros hijos, pero se necesita tanto tiempo que muchas veces es imposible.
Alguna vez han venido chicas preguntándome sobre esta profesión porque querían dedicarse a ella y, al ver que dudaban entre esta u otra carrera, les explicaba todo esto y terminaban escogiendo la otra. La que lo tiene claro, como lo tuve yo, lo hace, pero es cierto que aquí no hay horarios. Me he llegado a pasar noches enteras sin dormir cuando hemos tenido que entregar un proyecto y no nos daba tiempo a finalizarlo, pero siempre muy feliz por ello y por poder dedicarme a lo que me gusta.
Todas las profesiones que tienen que ver con la construcción o la ingeniería son carreras a las que las mujeres no hemos tenido un acceso limpio
¿Cómo se compagina esta profesión con una familia?
Hay gente que lo ha podido hacer porque tienen capacidad de organización y recursos económicos, pero es difícil que cuadre. También ocurre, como fue en mi caso, que estás sumergida en un proyecto y te preguntas si quieres hijos y ves que en realidad no. Hay quien tiene clarísimo que quiere tener hijos sobre todas las cosas, pero esta igual no es la mejor carrera del mundo para tenerlos y poder ejercerla de una manera en la que crezcas dentro de la profesión. Es cierto que hay distintas formas de ser arquitecto. Puedes tener un horario y cumplirlo y fuera de ese horario laboral dedicarte a tus hijos. El problema es cuando tu horario no es de oficina y tienes que pensar por ti misma cómo hacer frente a estas situaciones.
¿Esas cuestiones a las mujeres les pesan más que a los hombres a la hora de decidir ser arquitectas o no?
Yo creo que sí. Al menos hasta ahora, sí. Creo que esas cosas tienen que cambiar porque confío en que la sociedad crecerá cuando los hijos no sean de las mujeres, sino de todos. Es más enriquecedor compartir ese trabajo. Los hombres tienen que dejar de verlo como una carga y ser conscientes de lo que se han estado perdiendo. Estoy segura de que al igual que nosotras no nos queríamos perder el lado profesional, el de tener una carrera y poder dedicarnos a ella, ellos tampoco quieren perderse el lado familiar o el de la crianza de sus hijos. El problema es que los cambios no son rápidos, no se realizan de la noche a la mañana porque no son fáciles.
¿Ha sentido a lo largo de su carrera una diferencia con respecto a los hombres por el hecho de ser mujer?
A todo el mundo le ha pasado eso alguna vez, pero no diría que en mi caso haya sido reseñable, porque mis compañeros de trabajo siempre me han ayudado. Lo que es cierto es que hay un desequilibro importante y se tiene que ir igualando. Para ello, nosotras tenemos que pelear. Nuestra primera pelea fue por estudiar arquitectura y hay cada vez más mujeres estudiándola, pero falta que esas mujeres que la estudian tengan las mismas oportunidades que los hombres para ejercer la profesión. Que no se sientan obligadas a tener que dedicarse ellas solas a otras cosas como las labores de sus hogares.
¿Por qué es tan complicado para las mujeres compaginar la vida laboral y la familiar?
Porque la sociedad, que es la que tiene que cambiar, nos lo pone complicado. Deja todo el peso en la mujer y hace que su trabajo dentro y fuera de la casa sea individual, pero si tuviéramos una sociedad que nos facilitase las cosas, podríamos. ¿Cómo vas a tener hijos en esta sociedad en la que no sabes ni dónde vas a vivir? No puedes pagar un sueldo para que una persona te ayude, ni un alquiler. Tenemos que trabajar todos para que la sociedad sea más acogedora y plural y quepan muchos más modelos de familia.
¿Cómo se pueden cambiar esas cuestiones desde la arquitectura?
Hay muchas cosas para cambiar. Por ejemplo, hay que atreverse a cambiar las casas, porque el modelo de casas que tenemos está obsoleto, no sirve. Ese es un trabajo precioso, pero requiere pensar mucho. No es una cuestión de dinero, sino de atreverse y dedicarle tiempo. En las casas tiene que haber más espacios inespecíficos. Tenemos casas que son estuches. Cada espacio está destinado a una sola cosa. Yo creo que hay espacios que en lugar de privados podrían ser comunes, más fluidos. Se podrían crear salas en los edificios en las que, por ejemplo, se pudiera trabajar o realizar otras actividades. Se puede hacer, la arquitectura tiene muchas posibilidades.
Nuestra primera pelea fue por estudiar arquitectura y hay mujeres estudiándola, pero falta que esas mujeres que la estudian tengan las mismas oportunidades que los hombres para ejercer la profesión
Me parecen cambios importantes y necesarios, pero siguen siendo pequeños. Los cambios tienen que ser más grandes. Deberíamos ser capaces de dar un paso adelante y crear otras cosas. ¿Por qué en esos bloques no se crean plantas en las que se puedan compartir espacios entre todos? Eso da otra gracia. Si hay una vecina que es mayor y está sola todo el día ¿por qué no puede haber una sala compartida en la que pueda jugar con los niños que viven al lado? Tiene que seguir existiendo la intimidad, eso es algo a lo que no se puede ni se debe renunciar, pero nuestra manera de vivir podría cambiar de forma que ganáramos todos.
Las nuevas viviendas también incluyen una mejor iluminación para evitar puntos negros en los que puedan llegar a producirse agresiones sexuales. ¿Puede la arquitectura promover la seguridad si se cambia la forma de diseñar los edificios?
Los puntos negros en arquitectura los conocemos como fondos de saco. Se trata de aquellas calles en las que no hay salida y esas calles hay que evitar construirlas porque no son seguras. Yo creo que deberíamos hacer ciudades en las que podamos movernos todos y sin pedir permiso. Ese problema es más de educación que de arquitectura. El problema no es que en las ciudades haya que poner más iluminación, es que debería existir una educación basada en la igualdad en todos los ámbitos. Tampoco me vale que se llenen las ciudades de cámaras, nuestra solución no puede ser esa. Tenemos que educar a los hombres desde niños para que sepan que las mujeres somos exactamente iguales que ellos.
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