Olatz Gorrotxategi, dramaturga: “La cultura, junto a la educación y la sanidad, es indispensable para vivir”
“Las condiciones no tientan para que más gente trabaje en la cultura, quienes nos dedicamos a esto lo hacemos por una apuesta personal”, reconoce la dramaturga y directora
La directora y dramaturga vizcaína Olatz Gorrotxategi ELDIARIO.ES/EUSKADI
Olatz Gorrotxategi (1982, Bilbao) dramaturga y directora de escena con amplia experiencia en pedagogía teatral, así como en la gestión y producción escénica, comenzó siguiendo un hilo para crear el proyecto de artes escénicas Coordenadas, sobre testimonios y documentos de la Guerra Civil y la memoria histórica y terminó contando en 43º13'44'' (las coordenadas de su propia casa) una historia más cercana e íntima: la de su abuelo y el hermano de su abuelo, desaparecido en aquella época. Después, creó Mierda de ciudad, una obra sobre una generación: la del punk y el rock radical vasco. “Una obra sobre el fracaso. Caravanas de colonos que buscan un lugar mejor en el que empezar. Una generación que busca su lugar. El punk ha llegado. Un duelo. El silencio existencial del western”, describe.
La última de sus creaciones es Progreso, que se estrenará los días 9 y 10 de febrero –en euskera y castellano respectivamente– en Azkuna Zentroa de Bilbao, se trata de un documental en directo sobre al historia del plástico, una visión crítica sobre el maltrato que la especie humana da al planeta y que invita a reflexionar sobre quiénes son los responsables.
En la apertura de la página web de Gorrotxategi hay una frase: “Trabaja en lo que te gusta y no tendrás que trabajar ni un día”. La propia autora ha tachado lo de “no tendrás que trabajar ni un día” por “tendrás que trabajar muy duro todo el tiempo sin límites y tomándote todo extremadamente personal”. Por eso mismo, más que una “artista”, ella se describe como una “currela de las artes escénicas”.
¿Qué es el arte para usted?
Por un lado, considero que el arte y la cultura son lo que diferencia a nuestra especie de otras. Por otro, para mí es algo que me nutre y que disfruto. No soy tan osada de llamarme a mí misma artista, me describiría más como una currela de las artes escénicas.
Muchos de sus proyectos tienen un transforndo social. ¿Ese es uno de sus objetivos?
Más que objetivos, son unos de mis intereses. Cada proyecto es diferrente y plasmo en él, en cada pieza escénica, la obsesión del momento. A mí me gusta mucho trabajar desde el teatro documento que, como generalmente habla de historias y sucesos reales, es algo verídico y tiene que ver con la sociedad que vivimos. Normalmente lo que más me apetece contar es lo que más nos toca, lo social, lo político y lo histórico.
Dos de sus proyectos sobre memoria histórica son Coordenadas y 43º13'44''. ¿Cómo fueron esos procesos para usted?
Son dos piezas distintas y fueron procesos un poco diferentes pero es verdad que de uno de ellos salió el otro, de Coordenadas surgió 43º13'44''. Son proyectos de memoria histórica sobre las personas desaparecidas durante el alzamiento fascista. Supuso un proyecto de investigación muy grande de lectura y búsqueda. En esa búsqueda me encontré con una historia en casa donde mi aitite era el protagonista. Tirando del hilo pude hacer una segunda pieza de memoria histórica muchísimo más íntima, cercana y más humana. Y ese fue mi primer contacto con el teatro documental.
Después llegó Mierda de ciudad, una obra sobre la generación del rock radical vasco. ¿Cómo surge ese interés por escribir sobre ello?
La verdad es que la idea llegó mucho antes de ponerla en práctica. Llegó de una persona que estuvo durante mucho tiempo insistiendo en que estaría muy bien hacer algo sobre el rock radical vasco. Al principio, esa idea me sonaba un poco marciana o fuera de lugar. Yo estaba muy acostumbrada a esa música, porque es música de mi adolescencia y es algo que ha estado muy presente siempre, hasta que empecé a plantearme qué forma podría tener ese espectáculo. Empecé a juntarme con personas que tenían el mismo interés que yo y la idea fue creciendo hasta que terminó desarrollándose.
43º13'44'', una de las obras de Olatz Gorrotxategi 43º13'44''
¿Había sitio para las mujeres en el rock radical vasco? ¿Se trata ese tema en la obra?
Hablamos del tema del machismo y en varios momentos de la pieza se reivindica el feminismo, no solo relacionado con el rock radical vasco, sino con todas las luchas de la época como las once de Basauri [once mujeres en situación precaria que fueron condenadas seis meses y un día de prisión, así como de once años de inhabilitación especial por haber abortado que estaban a favor de legalizar el aborto y en otros momentos diferentes.
Su última obra, que se estrenará el próximo febrero en Azkuna Zentroa de Bilbao se llama Progreso, y trata sobre la evolución humana y su relación con la historia del plástico. ¿Cómo la describiría?
Se trata de un documental, dentro de un documental que está dentro de otro documental. Somos un grupo de documentalistas que estamos en escena aprovechando que solemos trabajar mucho el teatro documento. Trabajamos mucho la cámara en vivo y grabamos un documental sobre el plástico en directo donde hacemos planos de cine y utilizamos lenguaje audiovisual. De repente, nos encontramos con una sociedad en el escenario que está empezando a desarrollarse desde los albores, desde el principio de su historia. Y el tercer documental somos nosotras viendo cómo miramos a esa sociedad, qué estamos contando nosotras a través de la cámara. Ese tercer documental hablasobre nosotras que estamos en escena.
En la nota de prensa de presentación de la obra escribes que “la obra es apta para todos los públicos siempre que sea un público responsable: cualquier ruido o movimiento brusco puede alterar a la nueva sociedad de Homo sapiens que evolucionará durante la obra, ya que esta especie animal, que ocupa el último lugar en la escala evolutiva, puede ser muy susceptible y atacar”. ¿Por qué?
Porque somos animales y a veces se nos olvida que somos vulnerables, que nos podemos sentir atacadas, de manera metafórica también, y podemos llegar a atacar y hacer daño. Ese daño puede ser emocional, pero también con acciones como las guerras o la destrucción.
En ese sentido la historia del plástico puede ser sobre destrucción. Algo de lo que los humanos pueden ser responsables.
Claro, yo siempre trabajo con analogías en mis espectáculos. Y esta vez, la analogía es la historia del plástico, que tiene un comienzo interesante y muy bonito. Es un material que viene a ayudar a toda la humanidad a crear objetos a bajo costo para que lleguen absolutamente a todo el planeta, para que todo el planeta pueda tener un cubo de plástico, por ejemplo, que son necesidades básicas para nosotras, pero que le cambian la vida a gente que viven en otros lugares. Entonces, una cosa que nace como algo tan maravilloso de repente puede ser nuestra destrucción. Y es un paralelismo con la propia historia del ser humano, de los homo sapiens, que algo que podría ser maravilloso, como la creación de una especie que ha evolucionado, que es inteligente, puede llegar también al fracaso de la especia, a maltratar el planeta o a generar guerras. Esa es la analogía de este espectáculo.
Mierda de ciudad, obra de Olatz Gorrotxategi MIERDA DE CIUDAD
¿Considera que en ese sentido la sociedad está aprendiendo a dejar de destruir el planeta o, por el contrario, la sociedad consumista empuja a seguir consumiendo de manera descontrolada sin ser realmente conscientes de ello?
Creo que las personas hacemos todo lo que podemos. Creo que la responsabilidad no es nuestra. Podría serlo en un porcentaje muy bajo, pero nosotras consumimos porque se nos obliga a consumir, porque es algo que se potencia. Consumimos de manera tan exagerada porque las empresas, las fábricas y la gente que crea estos productos no buscan otras maneras de consumo. No les importa con tal de que ese material sea fácil, rápido de construir y sea barato. No les interesa buscar otro tipo de materiales y no piensan qué va a ser de ese objeto después de que termine su vida útil. Es absurdísimo. Te dan una pajita de papel dentro de un pástico en los zumos. No tiene sentido. Es algo que no necesitamos. Nadie necesita consumir así. Pero la responsabilidad no creo que sea de las consumidoras, nos obligan a hacerlo, nos meten necesidades en la cabeza. Y este mundo precario tampoco ayuda porque la gente prefiere comprar ropa de China porque es más barata que apostar por productos locales. La responsabilidad es de alguien que está bastante por encima de nosotras.
Ha mencionado la precariedad. ¿De qué manera impacta en una profesión como la suya?
La verdad es que no lo sé. Siempre he estado en esta profesión y he diversificado muchísimo mi trabajo. Mi futuro laboral no es algo que me preocupe, sé que de una forma u otra voy a buscar algo que hacer. Aunque es cierto que las condiciones no tientan para que más gente trabaje en la cultura, quienes nos dedicamos a esto lo hacemos por una apuesta personal, con todo lo que supone hacerte autónoma, buscar trabajo, estar peleándote con subvenciones, etc. Cuando en realidad estamos haciendo un trabajo que junto a la educación y a la sanidad es indispensable para vivir en una sociedad.
¿A lo largo de su carrera cómo valora la situación de las mujeres en el sector?
En artes escénicas siempre ha habido muchísimas mujeres trabajando. En mi círculo, la mayoría somos mujeres, también en roles de responsabilidad. No sé si es la burbuja en la que yo vivo o si es representativo de toda la profesión. Yo no he tenido dificultades en ese sentido más allá de algún rifirrafe con alguna persona que trabajaba en otras áreas relacionadas con las artes escénicas, a la que de repente no le hacía gracia que una mujer le dijera cómo tenían que ser las cosas, pero siempre ha sido algo puntual.
elDiario.es/Euskadi
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