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Pilar Kaltzada, presidenta de Save The Children: “La infancia es la principal perdedora en cualquier emergencia”

Maialen Ferreira

Bilbao —
10 de noviembre de 2023 21:24 h

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El pasado junio Pilar Kaltzada (Donostia, 1970) fue nombrada presidenta de Save The Children, organización en la que ha formado parte desde distintas posiciones, incluido el voluntariado. Su objetivo, defender los derechos de los niños y, en cualquier situación de emergencia, trabajar en conseguir una respuesta humanitaria para cada conflicto. “Nuestra razón de ser es la protección de los derechos de la infancia, por lo que uno de los principales retos es hacer ver que todavía hoy es necesario defender y poner sobre la mesa la necesidad de que la infancia sea la prioridad de las políticas públicas y de la respuesta humanitaria. La inversión en justicia social tiene que ser una inversión de infancia”, señala a este periódico.

Es un reto que con cada nueva emergencia social se complica cada vez más y más, si se tiene en cuenta que, como Kaltzada critica, la agenda tiene poca capacidad para integrar la realidad del mundo. “El hecho de que ahora estemos mirando con esta angustia hacia los territorios ocupados de Gaza no significa que no esté ocurriendo nada en Yemen, que sigue habiendo una guerra abierta en Ucrania o que hay miles y miles de niños y niñas en este momento emprendiendo rutas de migración. Es un problema que la opinión pública no sea capaz de gestionar que hay más de un conflicto a la vez”, lamenta.

¿Qué supuso para usted que la nombraran presidenta de Save The Children?

Mucha alegría, pero también responsabilidad. Es una organización a la que llevo vinculada muchos años desde diferentes posiciones. He recorrido todas las etapas, porque he sido socia, voluntaria y ahora presidenta. He conocido la organización desde distintos lugares y me hace mucha ilusión contribuir ahora desde la presidencia.

¿Cuáles son los mayores retos a los que se enfrenta la ONG?

Todas las organizaciones que tenemos un mandato doble, un mandato de defensa de derechos y un mandato de respuesta humanitaria, estamos en un mundo en el que tanto los derechos como la necesidad de respuesta humanitaria son gigantescos. Nuestra razón de ser es la protección de los derechos de la infancia, por lo que uno de los principales retos es hacer ver que todavía hoy es necesario defender y poner sobre la mesa la necesidad de que la infancia sea la prioridad de las políticas públicas y de la respuesta humanitaria. La inversión en justicia social tiene que ser una inversión de infancia.

En estos momentos los ojos del mundo entero están puestos en Gaza. ¿Cuál es la situación de los menores allí?

Todo el mundo tiene en este momento metidas en la retina algunas imágenes y tenemos también la información que recibimos desde este terreno. Save The Children tiene un equipo de personas desde hace muchísimos años trabajando y viviendo allí y estamos viviendo todo lo que está ocurriendo con muchísima preocupación. La infancia es la principal perdedora en cualquier situación de emergencia y, esto es una emergencia humanitaria. Nuestra organización surgió en 1919 como respuesta a la situación absolutamente insoportable que sufrían los niños y niñas en el contexto de aquella guerra mundial. De hecho, la razón por la que se creó Save the Children fue para proteger a la infancia, independientemente del bando en el que estuvieran viviendo. Dijimos entonces y llevamos diciendo más de un siglo que todas las guerras se declaran contra la infancia porque son quienes más sufren una guerra sin tener, por supuesto, nada que ver en el desarrollo del conflicto. Por lo tanto, todas las guerras tienen un impacto diferencial en la infancia.

En el caso de los territorios ocupados, debemos tener en cuenta que su población muy joven y que el número de niños y niñas que viven en territorios ocupados es muy alto. Por lo tanto, sabemos que quien más está sufriendo es la infancia. Según los datos que recibimos casi el 40% de las muertes han sido niños y niñas. Sabemos que los datos de que al menos que la información que recibimos es que casi el 40% de las bajas han sido ya niños y niñas, por lo que el impacto en la infancia es absolutamente brutal. Además, conocemos que hay heridos y fallecidos, pero no somos capaces de evaluar aún el impacto en la salud mental de los niños, niñas y adolescentes en Gaza en este momento.

Es un problema que la opinión pública no sea capaz de gestionar que hay más de un conflicto a la vez

En ese sentido, ¿cómo valora la posición del Gobierno de España, Estados Unidos y la Unión Europea en el conflicto palestino-israelí?

La posición que puedan tener los Estados es una cuestión que deberán resolver los Estados. Desde una organización de enfoque humanitario lo que tenemos que exigir de todas las maneras posibles es que haya un alto al fuego, que se permita de una vez por todas la entrada a la ayuda humanitaria y que esa entrada sea segura para la población civil y para los trabajadores de ayuda humanitaria, porque en este momento no podemos actuar. En los casos casi esporádicos que se ha permitido la entrada de cierta ayuda humanitaria, son vías que ni son seguras ni son constantes, la necesidad de ayuda humanitaria que existe en este momento probablemente es algo que no hemos visto, desde luego en la historia reciente. Y sin embargo, todas las organizaciones estamos a la espera de que se abran corredores en los que realmente sea seguro poder actuar. Es fundamental que esta sea la petición más allá del resto de peticiones que puedan hacerse. La nuestra tiene que ser una petición claramente de mandato humanitario. Vivimos con muchísima preocupación y con mucha angustia la situación en la que están nuestros compañeros y compañeras en terreno, pero sobre todo en la que está toda la población y específicamente, en nuestro caso, niños y niñas.

¿A la sociedad le importa más un niño en función de si es de Gaza, de Ucrania o de Yemen?

Está claro que la preocupación social tiene mucho que ver con la agenda y la agenda parece que tiene poca capacidad para integrar la realidad del mundo. El hecho de que ahora estemos mirando con esta angustia hacia los territorios ocupados de Gaza no significa que no esté ocurriendo nada en Yemen, que sigue habiendo una guerra abierta en Ucrania o que hay miles y miles de niños y niñas en este momento emprendiendo rutas de migración. Es un problema que la opinión pública no sea capaz de gestionar que hay más de un conflicto a la vez. Durante este mes, además de los territorios ocupados en Gaza, han ocurrido ocho terremotos en Afganistán. En este momento hay miles y miles de niños y niñas saliendo de Afganistán porque se cierra la frontera con Pakistán. Son situaciones de auténtica crisis humanitaria en las que no somos capaces de poner el foco. Creo que tenemos que hacer una revisión muy profunda como sociedad para aceptar que el mundo es un lugar muy complejo y que las respuestas que tenemos que dar no pueden ser simples. No podemos gestionar solo un conflicto porque es absolutamente injusto para los niños y niñas que están sufriendo el resto de conflictos que están absolutamente silenciados, pero siguen ocurriendo.

Tras la guerra de Ucrania, por un lado, y el aumento de los flujos migratorios de personas provenientes de países empobrecidos, por el otro, el número de refugiados y migrantes está aumentando, entre ellos muchos menores. ¿A qué se enfrenta un niño que migra? 

Tenemos que pensar que los niños tienen agencia, no son solamente personas que se dejan llevar o que van perdidas en sus procesos migratorios. Son poblaciones valientes que tienen gran capacidad de resistir. Es absolutamente injusto que no existan condiciones de vida en tu territorio y que te veas obligado a marcharte, sea por la pobreza o por cuestiones de conflictos armados, que la mayoría de los casos suelen ir muy entrelazados. Se enfrentan a una a un viaje en el que la vulneración de sus derechos es prácticamente completa. En muchos casos están sometidos a todo tipo de vejaciones, de situaciones que o son o rozan lo delictivo. Muchos niños y niñas emprenden ese viaje porque realmente no tienen otra solución y tienen que hacerlo en condiciones en las que carecen absolutamente de la protección que deben tener, porque son menores, pero son personas que son sujetos de derecho. Mientras no existan rutas migratorias seguras con el nivel de protección extra que requieren, las personas menores van a estar enfrentándose a un auténtico calvario. Es un camino de absoluta vulnerabilidad. Es muy importante que cambiemos la mirada sobre las personas que migran en general y sobre los menores en particular, y que seamos muy exigentes a la hora de garantizar los derechos cuando acceden a nuestro territorio.

¿Sufre más violencia una niña que migra?

Todos los niños y niñas están sujetos a los mismos riesgos de vulnerabilidad, pero como en toda la vida, no hay ninguna situación que sea neutral desde el punto de vista de género. Las niñas, además, se enfrentan a situaciones en las que diferencialmente están en mayor riesgo. El tránsito de las mujeres en los procesos de migración es un tránsito que tiene sobre todo una carga de riesgo asociado a lo sexual, asociado a todo tipo de violencias que que que necesita tener un tratamiento diferencial. Las niñas se exponen muchísimo más y es por eso también que en la mayoría de los casos son muchísimo más invisibles. En la típica imagen de menores llegando a costas difícilmente vemos a las niñas. ¿Dónde están? Porque ellas también han salido de sus lugares de origen, pero no las vemos. No descubro nada si digo que muchas niñas terminan en redes de trata o que su propio cuerpo es un cuerpo de abuso. Hay poco conocimiento todavía sobre cómo impacta realmente el proceso migratorio en las niñas, pero sabemos por los testimonios que recogemos que son especialmente vulnerables. Muchas veces vemos, por ejemplo, que en una entrada a través del mar llegan mujeres con bebés y en muchas ocasiones esos niños han sido engendrados durante el proceso migratorio y desde luego no ha sido voluntariamente por parte de las mujeres.

Tenemos un concepto limitado de pobreza. También es pobre un niño que no puede comprar unas gafas o en casa no tiene dónde estudiar

Otra de las cuestiones que están trabajando en la ONG es la lucha contra el matrimonio infantil. Según sus datos en el mundo hay un matrimonio forzoso cada 7 segundos. ¿Qué se puede hacer para evitar que sigan ocurriendo situaciones de ese tipo?

Lo que debemos hacer es entenderlo en el contexto. Comprender cuáles son las raíces de estas prácticas y tratar de proteger a las menores y cambiar sus condiciones de partida para que esta práctica, tan extendida en el mundo y tan invisible, cambie. Hay que trabajar en el terreno con las propias niñas, porque ellas son una fuerza poderosa de cambio. En muchas ocasiones se realiza un enfoque externo y limitado, por eso desde Save The Children se trabaja con un enfoque comunitario en el que son las propias comunidades las que ofrecen alternativas a esta práctica que vulnera el derecho de las niñas, que las condena con crueldad. Si somos capaces de proveerles de herramientas, de alternativas, de formación y de modos de subsistencia, en muchas ocasiones ese matrimonio que las comunidades más tradicionales pueden ver como una alternativa de vida deja de ser una opción.

España es el segundo país europeo en el que más niños y niñas “malviven”. ¿Qué situaciones sufren estos niños y niñas? ¿La sociedad española es consciente de ello?

Aquí hay siempre un debate abierto, porque como sociedad tenemos una imagen de pobreza muy limitada. Sin embargo, la pobreza en España no tiene por qué solo ser esa imagen de un niño que pide en la calle, también es un niño que, por ejemplo, no puede hacer frente a un gasto necesario como comprarse unas gafas o que en casa no tiene un sitio en el que ponerse a estudiar o no pueden encender la calefacción. El concepto de pobreza es relativo porque un niño pobre en España puede no ser pobre en otro lugar del mundo. La privación que estamos viendo aquí tiene que ver con la mala calidad de las condiciones de vida del entorno familiar vivienda, renta, acceso a recursos básicos como pueden ser el refuerzo de educación y sobre todo una subordinación absoluta a los medios más básicos. Hay niños que si no comen en el comedor escolar, directamente no comen. O niños que vienen a nuestros centros y no se quitan el abrigo, porque están acostumbrados a llevar abrigo en interiores porque no tienen calefacción en casa.

¿La sociedad es consciente de ello?

No. No somos conscientes porque hay muchos tipos de pobreza y algunas son más difíciles de ver sobre todo porque la pobreza sigue teniendo un estigma brutal socialmente. Miramos hacia otro lado porque nos incomoda darnos cuenta de que en nuestra sociedad del bienestar conviven personas que no pueden ni de lejos acercarse a lo que llamamos bienestar. La pobreza es difícil de ver, pero está entre nosotros. Hay ciudades en las que conviven las luces de grandes centros comerciales con viviendas con falta de luz, como puede ser en la Cañada Real, que está a pocos kilómetros de un Madrid con un consumo lumínico espectacular y en el que pronto vamos a ver las luces de Navidad, cuando hay lugares en los que no cuentan con electricidad para calentarse. No estamos hablando de tener electricidad para tener acceso a Internet o ver la televisión, son personas que no tienen ni para calentarse y no pasar frío en su propia casa.