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Rosa Río Belver, primera catedrática en Ingeniería Industrial de la UPV/EHU: “Me ha costado llegar, pero he abierto un camino para las que vienen detrás”

Rosa Río Belver, primera catedrática en Ingeniería Industrial de la UPV/EHU

Maialen Ferreira

Bilbao —

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Rosa Río Belver pasa el dedo por una de las pantallas de la Aula Empresa Opendata Bilbao Bizkaia de la Escuela de Ingeniería de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) para mostrar, orgullosa, los proyectos que su grupo de alumnos ha ido desarrollando en lo que va de curso. La mayoría son aplicaciones de datos que han sido realizadas a partir de bases de datos públicas que analizan los alumnos para desarrollar aplicaciones útiles en las vidas de las personas. Rosa Río Belver dirige esa Aula Empresa Opendata y es en ella donde charla con este periódico. Se trata de la primera y única mujer del Departamento de Organización de Empresas de la UPV/EHU en alcanzar la categoría de catedrática en Ingeniería Superior Industrial desde la fundación del departamento en 1985. Creó, y ahora lidera y gestiona, el grupo de investigación Technology, Foresight and Management, reconocido por Gobierno vasco y premiado por INIZIA T-iker, compuesto por 14 investigadores, en su mayoría por mujeres ingenieras.

A pesar de su amplia y exitosa carrera, plagada de proyectos de académicos nacionales e internacionales, de su liderazgo en investigación, en innovación tecnológica y sostenibilidad y de los premios y reconocimientos que ha recibido por su labor, Río Belver confiesa que no se reconoce a sí misma como “un referente”. “Muchas veces no vemos lo que somos o nos sentimos demasiado pequeñas pese a nuestros logros. A veces, necesitamos un empujón que nos impulse”, reconoce la catedrática, que describe a la perfección ese síndrome de la impostora que a tantas mujeres brillantes acompaña y que, por suerte, a ella no le ha impedido llegar a lo más alto de la carrera universitaria.

¿Cómo surgió su interés por la Ingeniería?

Soy una persona muy curiosa y de niña también lo era. Tuve una educación de monjas, muy tradicional, pero luego en casa a mis hermanos y a mí nos educaron de la misma forma. A modo de ejemplo te diré que yo no tuve el pelo largo hasta que fui mayor o si había que cambiar los plomos de la casa lo podía hacer yo tranquilamente. Lo mismo pasó a la hora de sacarnos el carnet de conducir o de estudiar una carrera. A mí me gustaba la Física y cuando tuve que escoger me decanté por la Ingeniería, aunque en aquel momento era muy difícil. Si entraban el primer año 1.300 personas, pasaban al segundo solo 200. La Escuela de Ingeniería de San Mamés era muy dura y en aquel momento los ingenieros eran hijos de una élite y yo venía de una familia de barrio en la que mi padre era obrero de Forjas Alavesas.

¿Cómo recuerda esos inicios en una carrera que por aquel entonces era considerada un “mundo de hombres”?

Era un mundo de hombres, muy masculino. En clase éramos muy poquitas y en ocasiones yo sola, aunque es cierto que yo iba a lo mío y no sentía que fuera algo que me afectara. Sí que recuerdo que me preguntaban por qué no estudiaba Medicina o por qué no me dedicaba a otra cosa si era mujer. En la Escuela de Ingeniería el estereotipo de ingeniero es masculino, el referente era un ingeniero hombre y antiguamente por ser mujer no te consideraban capáz.

¿A día de hoy considera que sigue pasando lo que cuenta?

Sí que sigue habiendo un estereotipo de que el ingeniero es hombre y de que la mujer tiene otras capacidades, pero es algo que se está rompiendo. Cada vez hay más mujeres en las aulas y la propia sociedad se está transformando mucho en este sentido. Quiero pensar que las nuevas generaciones vienen de otra manera, aunque es cierto que en clase en Ingeniería Industrial no tengo tantas chicas, tendré unas diez mujeres como mucho.

Tuve que plantarme, tener ambición y decir que yo iba por delante que otros porque yo merecía ser catedrática porque me lo había ganado

Es la primera y única mujer del Departamento de Organización de Empresas de la Universidad del País Vasco en alcanzar la categoría de catedrática en Ingeniería Superior Industrial desde la fundación del departamento en 1985. En la UPV/EHU hay menos mujeres catedráticas que hombres, pese a que en rangos menores ellas son más. ¿Cómo valora esta sitación?

La Ciencia está muy jerarquizada, las estructuras se mantienen y es un poco difícil cuando eres mujer porque las formas de trabajar son dierentes. Tengo compañeros que me han llegado a decir que tengo que ser más peleona o más líder y llega un momento en el que tienes que decir que pese a lo que digan tú no tienes que ser nada. Yo soy lo que soy y actúo como actúo. Lidero un grupo en mi departamento con 14 personas que han venido directamente diciendo que quieren trabajar conmigo y eso me produce mucha satisfacción. En mi departamento he cambiado un poco las cosas y he abierto un camino para los que vengan detrás. Yo espero que mis chicas, como yo las llamo, lleguen a ser catedráticas y lleguen a serlo mucho antes de lo que tardé yo. Yo he sido la primera y me ha costado llegar. He tenido mis problemas para llegar aquí.

¿Como cuáles?

Es un camino difícil en el que tienes que pelear mucho. Al final hay un momento en el que te tienes que plantar y decir que tu currículum es mejor. Tuve que tener ambición y decir que yo iba por delante que otros porque yo merecía ser catedrática porque me lo había ganado.

Su actividad docente se centra en el área de competitividad e innovación empresarial, organización de la producción y métodos cuantitativos de organización. Su actividad investigadora incluye los siguientes ámbitos: la gestión de la innovación, la inteligencia competitiva, los mapas tecnológicos, la minería de datos aplicada a la tecnología, la gestión del conocimiento y la vigilancia y prospectiva tecnológicas. ¿Cómo se trasladan esas investigaciones a aportaciones en la sociedad?

Todas las investigaciones que realizamos tienen un impacto positivo en la sociedad o al menos ese es el objetivo. Por ejemplo, una que me gusta destacar es el proyecto 'Hombre máquina', que sirve para mejorar el bienestar del trabajo. Es una máquina inteligente, un robot colaborativo que funciona con inteligencia artificial que nos responde y actúa para mejorar el trabajo industrial. Se llama industria 5.0. Lo que hacemos es simular al hombre o a la mujer trabajando, porque el proyecto cuenta con un perspectiva de género, y vemos la postura que adopta en el trabajo, lo que se llama ergonomía. Esa ergonomía pasa a un sofware de simulación y lo analizamos a tiempo real. Esto ayuda desde en el tema de las posturas que se adoptan a la hora de realizar un determinado trabajo, hasta en temas de seguridad cuando un operario manipula una máquina para poder controlar las distancias que tiene con ella. También trabajamos con datos y mapas y hay proyectos muy interesantes en ese campo como el 'Vitoria Business Map' que se trata de una aplicación sobre un mapa comercial de los establecimientos comerciales en Vitoria.

¿Cuál diría que ha sido su mayor logro académico?

Yo creo que es el liderazgo de mi grupo de investigación. Ser la primera mujer catedrática del departamento también y de eso me siento muy orgullosa, pero me siento más orgullosa, si cabe, de crear un grupo de la nada, algo que es muy difícil. Otra de las cosas que he conseguido y por la que me siento muy orgullosa es de haber desarrollado herramientas de inteligencia por las que me han premiado y que han sido compradas. No por el dinero que conseguí con ellas, que no era mucho, sino por ver que una cosa que he concebido y desarrollado yo de la nada sirva para la sociedad y sea tan importante como para que alguien pague por ello.

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