La sala de proyecciones más antigua de España será pronto un hotel: el Festival de Cine pone en evidencia la nueva Donostia
“El Palacio de Bellas Artes está a punto de convertirse en apartamentos turísticos”, criticó Buenafuente entre aplausos, pero también algunas caras largas del público de la gala inaugural del Festival de Cine de San Sebastián
Durante la gala inaugural del Festival de Cine de San Sebastián, celebrada en el Kursaal el pasado 20 de septiembre, sus presentadores, Andreu Buenafuente y Berto Romero, bromearon con el hecho de que la sala de proyecciones más antigua de España, el Palacio de Bellas Artes de Donostia, estaba a punto de convertirse en “apartamentos turísticos”. “Durante nueve días vamos a celebrar el cine proyectando grandes películas de todo el mundo en una ciudad tan cinematográfica como es Donostia. Aquí se encuentra la sala de cine más antigua de España. Cuidado con eso, el Palacio de Bellas Artes que está a punto de convertirse en apartamentos turísticos”, señaló Buenafuente entre aplausos, pero también algunas caras largas del público.
A lo que Berto Romero le responde que “deberían turnarse” para que siempre hubiera alguien dentro del Kursaal. “No vaya a ser que para la clausura hayan metido a unos turistas alemanes”, indicó. Buenafuente finaliza la crítica disfrazada de broma diciendo “sabemos de lo que hablamos, vivimos en Barcelona”.
El Palacio de Bellas Artes, también conocido como Teatro Bellas Artes, es un teatro histórico ubicado en las calles Urbieta y Prim. Fue construido en 1914, diseñado por el arquitecto Ramón Cortázar. La máquina del cinematógrafo la habían patentado los hermanos Auguste y Louis Lumière apenas un par de decenios antes, en 1895, pero no empezó a generalizarse hasta 1907. La pantalla del Bellas Artes se apagó para siempre el 11 de abril de 1982.
A lo largo de los años, ha sido sala de cine, sede del Orfeón Donostiarra y escenario de los ensayos de la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Hasta el año 2013 que la empresa Sade (Sociedad Anónima de Deportes y Espectáculos), propietaria de la construcción, inició un plan para la demolición del teatro. Contra dicho plan se creó una plataforma que recogió más de 10.000 firmas.
Más allá del rechazo de los donostiarras, Sade, que desde el primer momento trató de convertir el Bellas Artes en un complejo hotelero o apartamentos turísticos, se topó con otra barrera más difícil de superar: el grado de protección arquitectónica del edificio decretado por el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) del Ayuntamiento de Donostia. La empresa llegó a demandar al Consistorio por 13,4 millones de euros por “restricciones de uso y edificabilidad no susceptibles de equidistribución”, y 320.000 euros más por “imposición de deberes que exceden de los legales”. Demanda que fue desestimada por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, que acabó dando la razón al Ayuntamiento.
Mientras duró el pleito judicial entre ambas partes, que debido al grado de protección del edificio no permitía a la empresa retocar o derribar determinados elementos, principalmente de la fachada, el edificio estuvo abandonado y tuvo que ser recubierto con una malla protectora para evitar derrumbes y posibles accidentes.
Hasta que en 2021 llegó el acuerdo entre ambas partes en el que Sade se comprometía a elaborar “un proyecto de rehabilitación que cumpla y respete escrupulosamente las determinaciones” establecidas por el Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbano Construido (PEPPUC). Sin embargo, la asociación Áncora, dedicada a la conservación del patrimonio cultural, denunció en aquel momento, que se trataba de un “derribo disfrazado de rehabilitación” y que, una vez acometidas las obras, tan solo subsistirá “un 20%” del edificio histórico.
El presidente de la asociación, Alberto Fernández-D'Arlas, lamentaba en aquella época el “despilfarro patrimonial” y se resignaba a que el resultado final se parezca “más o menos” a lo actual. Y es que recalcaba que el proyecto, tal y como se había concebido, conllevará consigo “alteraciones muy importantes en el diseño original de sus fachadas”. “Tener en San Sebastián, ciudad del cine, el cinematógrafo más antiguo de España debería ser motivo de orgullo y empeño de todas las instituciones en mantenerlo como un equipamiento público, en vez de permitir este desastre. Los donostiarras han demostrado un enorme cariño hacia el Bellas Artes, defendiéndolo siempre como un símbolo de la ciudad”, señalaba la asociación en una nota tras conocer el acuerdo.
“Este Ayuntamiento ha hecho historia en el peor sentido, al cruzar una línea roja que ninguna corporación hasta ahora se había atrevido a franquear. Pronto la ciudadanía asistirá conmocionada a un quebranto patrimonial de enorme magnitud, solo comparable a los peores ejemplos de la era del desarrollismo”, denunciaba la asociación. Señalaba, asimismo, que los nuevos usos a los que se va a dedicar el edificio no se ajustan a “las características formales, tipológicas ni estructurales del monumento, destruyendo su valor como salón cinematógrafo”.
Finalmente, en mayo de 2022 el grupo empresarial Sade anunció que el edificio Bellas Artes de Donostia acogerá un hotel de la colección Curio de Hilton que abrirá sus puertas este año. El director general de Sade, Esteban Barrenetxea, aseguró entonces que las negociaciones con la hotelera finalizaron con “un modelo de franquicia que permite a Sade asumir la gestión del hotel y mantener su propósito de marca; ofrecer experiencias de disfrute desde su vínculo centenario con la escena cultural donostiarra”.
Por el momento se desconoce la fecha de apertura del hotel de lujo, pero el proyecto se suma a una serie de construcciones que avivan la polémica en la ciudad. Entre ellos, el nuevo edificio del Basque Culinary Center que en uno de los parques del centro de Donostia que contará con 5.500 metros cuadrados de dominio público además de, al menos, 24 millones de financiación pública -18 millones destinados por el Gobierno vasco y 6 por la Diputación de Gipuzkoa- y que además de los vecinos, han criticado un centenar de personalidades entre las cuales hay 58 investigadores de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), del Basque Center for Climate Change BC3 y otros centros de investigación y también arquitectos, paisajistas, técnicos de medioambiente, geógrafos e ingenieros. Lo que piden es que “se abandone el proyecto constructivo” y se ponga en marcha “un proceso participativo para que se pueda decidir entre todos el bello parque que queremos y necesitamos en el barrio de Gros”.
Otra de las nuevas construcciones con dinero público criticadas es la nueva estación del AVE en Donostia, que ha obligado a desmontar una de las pocas estructuras de Eiffel en España. Se trata de la marquesina que hasta 2023 decoraba la entrada de la Estación del Norte de Donostia, inaugurada en 1864 y que se ha mantenido en pie al borde del río Urumea hasta su demolición con motivo de la transformación de la terminal para que pueda acoger la llegada del AVE a la ciudad.
elDiario.es/Euskadi
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