Sopuerta se echa a la calle contra un centro de menores: “No somos racistas, pero preferimos que vengan noruegos”
Al bajar del autobús en una de las paradas de Sopuerta (Bizkaia) en la marquesina se lee el mensaje “Yo no tengo prejuicios pero...”, una publicidad de Médicos Sin Fronteras contra el racismo y la discriminación. A pocos kilómetros de ahí un grupo de personas se manifiesta frente al Ayuntamiento con camisetas y pancartas en contra de la apertura de un centro de menores no acompañados que la Diputación de Bizkaia va a abrir en un palacete hasta ahora cerrado y que antes albergaba una residencia de mayores. Según anunció el pasado lunes la diputada de Acción Social, Amaia Antxustegi, el nuevo centro atenderá entre 9 y 30 menores de más de 14 años. La diputada ha querido lanzar un mensaje de “tranquilidad” al pueblo y ha pedido “no cargar con prejuicios” contra los menores.
Lo ha hecho después de que los vecinos lleven más de un mes de protesta, concretamente desde que se enteraron de la noticia gracias a que se publicaron las ofertas de empleo necesarias para la apertura, desde psicólogos y trabajadores sociales hasta personal de limpieza y mantenimiento, entre otros. Desde entonces, han protagonizado manifestaciones, una recolecta de 2.000 firmas de personas del pueblo y de alrededores -en Sopuerta hay 2.569 personas censadas- y reuniones con representantes políticos. Las inmediaciones del centro están repletas de pintadas en las que se lee “No al centro” en castellano y euskera y en contra del Ayuntamiento, el Gobierno vasco y hasta la Agenda 2030, a quienes se acusa en los mensajes escritos en la pared de estar “manipulados” y ser “hipócritas”. Este lunes elevarán sus quejas hasta las Juntas Generales de Bizkaia, donde comparecerán algunos de los vecinos, que por el momento no han creado una asociación, pero se organizan con un grupo de WhatsApp en el que actualmente hay 400 personas.
Joseba Rubio es una de las caras visibles de las protestas vecinales contra el centro de menores. En una conversación en la que repetirá en reiteradas ocasiones que “no es racista”, trata de argumentar que lo suyo es más “una preocupación por qué pasará” y por el “desconocimiento” sobre cuántos menores llegarán al centro. “Aquí no hay ningún racista, pero preferiríamos que vinieran noruegos. No sabemos si los que vienen son buenos o malos, en las ofertas de empleo piden a gente que sepa árabe y cerca ha habido otros dos centros y han tenido muchos problemas. Nos están obligando a aceptar a gente que puede ser conflictiva. Aquí vienen casi todos los días marroquíes, no hay ningún problema, no hay nadie racista, hablan con todos. No hay ningún problema, el problema es cuando nos obligan. Traen algo que no ha pedido el pueblo”, sostiene Rubio en una entrevista en el bar más cercano al palacio Quintana, donde este jueves ya se apreciaba el movimiento de personas restaurando el inmueble para acoger a quienes se instalen ahí.
Según los vecinos, el principal problema que tiene Sopuerta para no ser “un lugar adecuado” para que lleguen menores no acompañados es la falta de servicios. En este sentido, solo disponen de autobuses cada dos horas para llegar a Bilbao, un ambulatorio con un médico que trabaja de 08.00 a 15.00 horas -en el caso de tener que acudir a Urgencias lo deben hacer en el hospital de Cruces, a 25km- una Haurreskola pública para niños de hasta 6 años y un colegio de Primaria, Secundaria y Bachillerato, concertado.
Frente al Ayuntamiento, gobernando por EH Bildu, un grupo de personas tras una pancarta en la que se lee “No a la apertura del centro de menores” se concentra con pitidos y bocinas mientras se celebra un pleno ordinario. Entre ellos, personas de todas las edades, desde mayores hasta parejas jóvenes con carritos de bebé. Una de las más jóvenes es Sara, quien prefiere no dar su verdadero nombre. “Estamos muy enfadados. Lo que nos molesta es el modelo de acogida que van a hacer aquí. Que a Sopuerta vengan 40 ó 50 menores es como si a Bilbao fueran de repente 22.000. ¿Y si son conflictivos? Sabemos lo que ha pasado en otros pueblos de la zona. Si fueran menos podríamos acogerlos y que fueran al colegio, pero aquí, de esa edad en estos momentos hay 115 jóvenes. ¿Dónde metes todos los que vengan?”, se pregunta la joven.
Dentro de pleno, tras comentar 21 puntos entre el equipo de Gobierno, compuesto por el alcalde, Félix Agustín Cuadrado y cinco concejales de EH Bildu, y la oposición, tres concejales del PNV y dos de la Agrupación Electoral Independiente, en el turno de preguntas vecinos han irrumpido mostrando su “preocupación y miedo” en una sesión que se ha alargado tres horas y media de duración, hasta más de las 21.30 de la noche. El alcalde, ha explicado que desde la Diputación les han informado de que previsiblemente los menores, que pueden llegar a ser hasta 36, serán divididos en dos secciones del palacio, siendo los más mayores los que estén juntos ya que por la proximidad a la mayoría de edad, estarán trabajando. Mientras, los más jóvenes, se quedarán en el edificio que hasta ahora albergaba la residencia.
Con visible enfado, algunos vecinos han preguntado si no son conscientes del “peligro y el miedo” que supone la llegada de estos menores. “¿Quién asegura que mis hijos puedan andar por el pueblo con libertad? Yo tengo miedo hasta de ir al banco a sacar dinero. Sabemos que estos centros de menores dan problemas, aquí y en todos los pueblos”, ha preguntado una de las vecinas, la más crítica y que más prejuicios ha mostrado. Seguido de ella, un hombre, ha elevado la discusión. “¿Qué va a pasar cuando empiecen a caer las víctimas? ¿Cuando roben a los mayores o abusen de las chicas?”, ha cuestionado.
A ello, la teniente de alcalde y concejala del área de Economía, Hacienda, Igualdad y Acción Social, Begoña Martínez, ha argumentado: “¿Pensáis que es normal que vengan unos chavales aquí y preparéis esto? ¿No os dais cuenta de que su actitud puede depender de cómo actuemos nosotros? Nosotros vemos la realidad del mundo. Traer a estas personas no es una opción. Están viniendo jugándose la vida, Europa ha decidido tener una política humanitaria y ahora nos ha tocado a nosotros”, ha justificado.
El alcalde, por su parte, ha tratado de calmar a la multitud asegurando que “van a garantizar” que en el centro “se cumpla la normativa”. “Lo primero que hice al enterarme fue leerme la ley. Hice preguntas a la Diputación y os estoy contando las respuestas que me han dado. Nuestra obligación ahora será hacer un seguimiento exhaustivo de lo que va a pasar. Entrar al centro me va a ser complicado, porque me tiene que dar un permiso la Diputación cada vez que quiera entrar, pero este Ayuntamiento va a estar muy pendiente de lo que pase”, ha señalado, mientras los vecinos han cuestionado una y otra vez si el equipo de Gobierno está “a favor o en contra” del centro de menores.
Tras las explicaciones, otra pregunta más al aire ha mostrado que los argumentos ofrecidos no son suficientes: “¿Qué habéis hecho para impedirlo?”. “Ésta es una institución que se basa en decretos, leyes y normas. Tenemos que actuar con responsabilidad y cooperación”, ha concluido el alcalde. Esta última palabra ha formado revuelo y críticas y ha demostrado que la polémica, a pocas semanas de que los menores lleguen a Sopuerta, no ha hecho más que empezar.
El asunto ha generado un gran revuelo. Hasta Vox ha intentado sacar provecho. “Los políticos socialistas y separatistas son culpables de perturbar la seguridad y tranquilidad de los ciudadanos del País Vasco. Es hora de repatriar a todos los inmigrantes ilegales a sus países de origen”, clamó el partido de Santiago Abascal, que es natural de una localidad a apenas 40 kilómetros de Sopuerta. Se llegó a plantear la posibilidad que alguien pusiera más de un millón de euros para comprar el palacio antes que la Diputación pudiese instalar el recinto. En diciembre, los menores no acompañados eran 667 en Euskadi, el 0,03% de la población.
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