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La subvariante BA.2 de ómicron supone ya el 90% de los casos de COVID-19 en Euskadi, que sigue en alerta roja

La consejera Sagardui, en una visita a las nuevas Urgencias de Vitoria

Iker Rioja Andueza

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El final de la tercera emergencia sanitaria, allá por el inicio de febrero, supuso el levantamiento de las restricciones salvo el uso de mascarillas en interiores, pero claramente no fue el final de la pandemia. Eclipsada por la reforma educativa, la crisis del PP, la guerra en Ucrania o la incipiente crisis económica, la incidencia de la COVID-19 en Euskadi nunca ha dejado de estar en alerta roja (por encima de 400 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días). Hace semanas que la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, no ofrece una rueda de prensa de seguimiento de la evolución epidemiológica y tampoco en el Parlamento hay ya sesiones específicas. Ahora son ya dos las semanas de ligera escalada de los casos. Además, ha pasado totalmente inadvertido que la subvariante BA.2 del Sars-Cov-2, una versión de ómicron que ha sido bautizada como la “silenciosa” ha desplazado casi totalmente a la causante del gran tsunami de contagios en Navidad. Según fuentes sanitarias, representa ya el 90% del virus en circulación.

Desde el inicio de marzo hasta el 17 de marzo, último día con datos, Euskadi ha detectado 12.113 casos positivos de COVID-19. El último día de la serie, el registro volvía a estar próximo a los 1.000 diarios. 225 personas de 90 años adelante se han infectado en este tiempo, lo que implica que en las próximas semanas se podrían producir cerca de medio centenar de fallecimientos. Y es que para los mayores la mortalidad del coronavirus sigue siendo de alrededor del 20%. 685 octogenarios también han contraído la enfermedad en estos días, con un riesgo de fallecer del 10%. 1.227 personas han fallecido con COVID-19 desde el 1 de enero hasta el 10 de marzo, una media de casi 18 cada día. El 17 de noviembre fue el último día en que la pandemia no se cobró ninguna vida en Euskadi.

Las fuentes sanitarias se quedan con que, al menos, este contexto no está suponiendo una excesiva presión hospitalaria. El último dato mostraba una ocupación hospitalaria de 202 personas al inicio de la semana y de unas 170 hasta el miércoles. El vaciamiento de los hospitales se ha frenado, aunque este nivel queda muy lejos del alrededor del millar de ingresados que se alcanzó en la última ola. Ómicron llenó los centros sanitarios más que nunca desde el confinamiento. En la UCI el descenso no se ha detenido y hay un mínimo de 23 puestos ocupados con casos críticos de COVID-19. Eso sí, no se ofrece el detalle de si las salidas son por mejorías o por decesos. La media de entradas diarias se mantiene estable con algunos dientes de sierra al alza. En las residencias sí que se aprecia con claridad el incrementos de afectados.

En Euskadi se ofrecen datos los lunes y los jueves. Los fallecimientos, en cambio, solamente se actualizan los lunes y con datos cerrados hasta el jueves anterior. En España también se ha reducido la información sobre la COVID-19. El último boletín, del 18 de marzo, situaba a Euskadi por encima de la media en incidencia y en porcentaje de camas de planta y de UCI ocupadas con estos pacientes. Por el contrario, está por debajo en capacidad diagnóstica. Diez comunidades autónomas están haciendo en este momento más PCR y antígenos. A nivel global, la subida de la incidencia no es una excepción. Crecen los casos en otras comunidades del entorno, en países de Europa y en zonas de Asia.

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