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Las nuevas pistolas eléctricas de la Ertzaintza, un arma “segura con matices”

Preguntaba en el Parlamento vasco José Ramón Becerra (Elkarrekin Podemos) por cuántas pistolas eléctricas Taser X26 ha comprado la Ertzaintza y por su coste y distribución entre las diferentes unidades de la Policía vasca. La consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, en su respuesta escrita, pospone la información concreta hasta al menos el 14 de febrero, cuando deberá entregar a la Cámara más información reclamada por Becerra sobre este armamento. Sin embargo, adjunta un informe con sello de “Confidencial” titulado “El Taser: Lo que nadie quiso decirle nunca”, elaborado por el “fabricante” y no por la Policía, que concluye que esta dotación policial es “segura con matices”.

El informe es un documento de 24 páginas con un “análisis pormenorizado” de “lo más íntimo y oculto de este instrumento” y en el que se prometen respuestas a todas las dudas que suscita un arma que sirve para inmovilizar a sospechosos mediante descargas eléctricas, incluidas las de “qué lesiones es capaz de producir”, “cómo puede ser utilizado como elemento de tortura” o “cómo puede producir muertes”. “La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”, promete el encabezado del documento. No obstante, el fabricante remarca que es un instrumento menos potente que la batería de un vehículo, ya que aunque tiene 50.000 voltios (frente a los 12 de la batería) la clave es que tiene muchos menos amperios (0,0021).

La Ertzaintza ha dotado con Taser al menos a sus nuevas unidades de intervención rápida (conocidas por sus siglas PRI) que operan como apoyo a las patrullas en las tres capitales en un contexto de alerta yihadista de nivel 4, aunque no se han empleado nunca aún. Cada una cuesta 1.520 euros (frente a 40 de una defensa eléctrica normal)  y tiene un alcance de 7,6 metros. Sus descargas son de cinco segundos y toda su actividad queda registrada en una memoria interna para facilitar su control posterior y evitar abusos policiales. Según el fabricante, el arma se ha distribuido en 45 países, con 280.000 unidades en servicio.

El Taser “salva vidas”, sostiene el informe reservado, que argumenta que lo hace no porque no sea lesivo, sino porque constituye una alternativa al empleo de armas de fuego tradicionales. “Fue definitivo para una detención sin muertes ni heridos”, indica el informe sobre una operación antiterrorista en el metro de Londres.

Eficaz incluso con “enajenados mentales”

Sin embargo, el documento no oculta que el arma es “segura con matices”. En principio, no agravaría el estado de un ciudadano con marcapasos, por ejemplo, pero está probado que “el individuo suele caer inmediatamente al suelo” por la paralización muscular que provoca la descarga (con el consiguiente riesgo de lesiones), que genera “chillidos o alaridos” por el dolor, “contracciones musculares involuntarias”, “piernas rígidas”, “aturdimiento”, “sensación de vértigo” u “hormigueo”. “Rara vez” causa amnesia, por lo que el fabricante asume que puede motivarla igualmente en algunas circunstancias. “Actúa por igual independientemente de que el agresor esté bajo los efectos del alcohol y/o drogas o sea un enajenado mental”, puntualiza el documento, que alerta también que si dispara en la cabeza las agujas que producen las descargas pueden causar graves lesiones.

El Taser es “efectivo”, opina el fabricante, ya que proporciona a la Policía “el principio de la obediencia por dolor”, aunque en este caso a través de una “incapacitación temporal” y no permanente, como las antiguas defensas eléctricas. “Amnistía Internacional apoya el uso del Taser por las fuerzas de seguridad para reducir los daños en agresores como alternativa al uso del arma de fuego y que ya ha salvado la vida de miles de individuos violentos”, zanja el documento entregado al Parlamento.