“Mi hija mayor, que tenía veintisiete años, murió aplastada. La otra, la más joven, que se iba a casar, tuvo tiempo de cogerme la mano, apretarla un poco y exclamar: '¡Ay!'. Dio un suspiro, y con los ojos clavados en mí, murió. No sé cuánto tiempo estuve allí entre mis dos hijas muertas. La sangre me corría por el cuello. Al cabo de un rato, me recogieron”. Se trata del testimonio de María Olabarría, superviviente del bombardeo de Gernika, que desde ahora resuena en el búnker de Astra, uno de los refugios que logró salvar vidas, puesto que, a diferencia de otros, estaba camuflado bajo un falso techo, de modo que los pilotos no podían ver desde el aire que se trataba de un refugio.
El testimonio de María Olabarría ha sido rescatado junto al de Sebastián Uria, uno de los tres supervivientes identificados del refugio en el que, según testigos, murieron entre 450 y 500 personas, prácticamente todas las que buscaban refugiarse. “Tan pronto como estuve dentro supe que había cometido un error. Estaba abarrotado de gente. Estaban de pie, como sardinas en lata. Quería salir de allí. Los bombarderos llegarían en cualquier momento y no quería quedar atrapado. (...) Entonces hubo una tremenda explosión. Me tiró al suelo. Sentía un dolor terrible, pero aún peor fue la sensación de ahogo. Mi pecho había sido aplastado y sentía como si no pudiera mover los pulmones. Entonces, oí más explosiones. Se estaban acercando. Y recé para que una de esas bombas cayese justo encima de mí”, relata Uria.
Además de los testimonios que se escuchan en el búnker, con motivo del 85. aniversario del bombardeo, este miércoles han inaugurado la exposición 'El refugio de Astra' que trata sobre los refugios antiaéreos de Astra y Talleres de Gernika, y está ubicada frente al antiguo refugio, que actualmente es un centro cultural. “La Legión Cóndor alemana ayudó al general Franco en su guerra y llegó aquí con la intención de testar su armamento, pero también sus prácticas de guerra. Una de ellas, era la de crear el bombardeo perfecto, una estrategia que en la II Guerra Mundial fuera a dar la victoria al bando alemán. Eso es lo que se testó aquí”, ha explicado el historiador e investigador Xabier Irujo, en una presentación a la que han acudido la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, el consejero de Cultura y Políticas Lingüística, Bingen Zupiria y el alcalde de Gernika, José María Gorroño.
Según ha detallado Irujo, el objetivo del bombardeo de Gernika fue “tratar de destruir los refugios antiaéreos”, algo complicado con las bombas que tenían en aquella época. Es ahí, cuando el jefe del estado mayor alemán en la Guerra Civil y comandante de la Legión Cóndor, Wolfram von Richthofen, estrecho colaborador de Adolf Hitler, comenzó su estrategia. “Se le ocurrió que lo que había que hacer era destruir las edificaciones que se situaban por encima de estos refugios, de forma que la gente que estuviera en esos lugares quedara enterrada y muriera”, ha detallado. Sin embargo, la idea de Richthofen no funcionó en municipios como Durango o Eibar, donde muchas personas lograron salvarse cavando túneles en los propios búnkeres. “Para evitar eso, lo que hizo en Gernika fue lanzar toneladas de bombas incendiarias sobre los refugios ya bombardeados. Estos incendios tardaban en extinguirse tres días, con lo cual, les daba tiempo a matar todas las personas que se refugiaban allí”, ha indicado el historiador.
Tras ese experimento de guerra, se destruyeron el 85% de las viviendas de la villa y se vieron afectadas el 99% de las edificaciones. Entre el 1% que se salvó estaba el refugio de Astra, debido a que se encontraba fuera del núcleo urbano y estaba, por aquel entonces, junto a lo que eran dos fábricas de armamento que los alemanes no quisieron destruir. “En Gernika murieron más de 2.000 personas, muchas de ellas en los refugios antiaéreos porque ese era uno de los elementos del sistema de bombardeo que luego se utilizó en la II Guerra Mundial”, ha concluido Irujo.
Las fases del bombardeo
La exposición 'El refugio de Astra' recoge que el corresponsal de The Times, George L. Steer describió el ataque de Gernika en cuatro fases. En primer lugar, se realizó un bombardeo mediante seis bombarderos y algunos cazas para alertar a la población de darle tiempo a acudir a los refugios. A sabiendas de que estos podrían convertirse en trampas mortales. Además, en esa primera fase, se destruyó el depósito de agua para evitar la acción de bomberos después del bombardeo.
Una vez finalizada esa primera fase, las cazas atacaron en cadena volando en círculo sobre la villa y ametrallando a las personas que trataban de huir del pueblo. Después, en una tercera fase, los Junkers Ju 52 ejecutaron un bombardeo Koppelwurf, de norte a sur, lanzando bombas destructoras e incendiarias. Esa acción fue la que redujo Gernika a escombros.
Por último, se volvió a crear un círculo de aviones de ataque a tierra, causando más muertes. La exposición detalla que “se lanzaron al menos 31 toneladas de bombas desde los Junkers Ju 52, pero este cómputo no incluye las bombas lanzadas por las cazas y las cajas de incendiarias lanzadas a mano desde los bombarderos”.
Efectos del bombardeo en los refugios
Tal y como buscaba Richthofen, muchos de los refugios fueron enterrados bajo las ruinas y, las personas que trataban de refugiarse dentro, fallecieron. Así ocurrió en el refugio de la calle Andra María, que se hundió tras el impacto directo de una bomba de 250 kilos, matando a la mayoría de personas que se encontraban allí dentro.
El refugio que se encontraba en el sótano del Ayuntamiento también fue impactado por una bomba, que destruyó totalmente el edificio. Las personas que se encontraban dentro se quedaron atrapadas durante cuatro horas, después de que la entrada del mismo se quedara obstruida por los escombros. Sin embargo, gracias a la rápida acción de los equipos de socorro, se pudo abrir un túnel y sacarlas con vida. También lograron salvarse quienes se refugiaron en los búnkeres de la Plaza de la Unión debido a que el impacto de las bombas no logró enterrarlo y pudieron salir.
Durante el acto, la consejera Beatriz Artolazabal ha apuntado que “los refugios, símbolo de la defensa y protección de la vida de la población civil, recuerdan que los bombardeos fueron y son violaciones flagrantes del derecho internacional y reflejo de la inhumanidad y la degradación moral elevadas a la máxima potencia; la supuesta razón de Estado de regímenes fascistas y totalitarios no vale la vida de una persona inocente”. Tras sus palabras, la bertsolari Maialen Lujambio ha cantado un bertso, dentro del búnker, dedicado a las víctimas y supervivientes del bombardeo de Gernika.
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