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Las trabajadoras de ayuda a domicilio en Bizkaia se plantan contra la precariedad: “La que tiene suerte cobra 1.000 euros”

Manifestación en Bilbao de las trabajadoras de ayuda a domicilio en Bizkaia en su primera jornada de huelga este 2023

Maialen Ferreira

2 de enero de 2023 21:47 h

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Hay mañanas en las que Alicia Graña se despierta sin saber en qué municipio de Bizkaia trabajará como empleada de ayuda a domicilio de personas dependientes. Tampoco cuántas casas le tocará visitar en esa mañana. Lo que sí sabe, desde hace siete años, es que su sueldo seguirá siendo el mismo: poco menos de 1.000 euros. “Hay días en los que nos levantamos sin saber a dónde tenemos que ir porque te pueden llamar para que vayas a un servicio en el último momento. Por eso, la disponibilidad tiene que ser absoluta. Nuestra jornada laboral va de entre las 07.00 y las 22.00 y tenemos que cumplir con las horas de trabajo dentro de ese tramo horario. Otro de los problemas son los kilómetros, ya que atendemos a casas de toda Bizkaia, un día puedes empezar en Marquina-Xemein y terminar el Valle de Carranza, aunque los separen más de 100 kilómetros. Todo eso con nuestro coche y el kilometraje que nos pagan es una vergüenza, no nos da ni para la gasolina”, lamenta la trabajadora, que lleva 33 años ofreciendo este servicio.

Desde hace 22 años, Maite trabaja en la ayuda a domicilio de Bizkaia. Atiende una media de cuatro casas al día, pero pueden llegar a ser hasta seis. Se encarga de despertar a la persona, asearla, vestirla, darle el desayuno y recoger un poco la casa. Eso por las mañanas. Por las tardes, sigue dando comidas y recogiendo lo necesario y, por las noches, lo mismo que a las mañanas, pero a la inversa. En su mayoría, las personas a las que cuida son muy mayores y viven solas, por eso es importante tratar de entablar una conversación con ellas, porque puede que sea la única que tengan en todo ese día. “Tenemos que estar alerta, activas y con buen humor porque cuidamos de personas que realmente lo necesitan. A pesar de que es un trabajo totalmente físico, porque tenemos que agacharnos mucho a hacer la cama, asear a las personas o limpiar, los dolores de espalda o lumbagos no nos cuentan como enfermedad laboral. Es un servicio totalmente precarizado”, critica Maite, que prefiere no decir su apellido.

Ambas coinciden en que solo con su salario es imposible llevar una vida digna. La mayoría de las trabajadoras no tiene posibilidad de realizar una jornada completa, por lo que el salario rara vez supera los 1.000 euros. “Hay muchas trabajadoras con jornadas parciales y con contratos fraudulentos que llevamos años denunciando. Tú no sabes cuánto vas a cobrar cada mes, la que un mes tiene suerte puede llegar a cobrar 1.000 euros o algo más si consigue la jornada completa porque le han podido meter horas, pero hay meses en que solo podemos trabajar 15 horas y es una vergüenza el dinero que ganamos. En mi caso, yo tengo un contrato de 15 horas, pero con disponibilidad para que me puedan llamar si una compañera se pone enferma o no puede acudir por algún otro motivo, aun así con este salario solamente es muy complicado”, sostiene Graña, quien señala, además, que el sector cuenta con familias monomarentales cuya situación es aún más precaria.

Al igual que Andrea y Maite, otras 1.500 trabajadoras viven lo mismo cada día. Una situación “injusta e insostenible”, como ellas mismas han denunciado este lunes frente a la sede del Gobierno vasco en Bilbao con una manifestación que ha abierto la primera de las cuatro jornadas de huelga en el servicio convocadas -por ahora- para este 2023. “Este es un sector de mujeres que han dado el callo a lo largo de todos estos años, incluido el confinamiento y toda la pandemia, cuidando a personas dependientes. Estamos ante una patronal que es insaciable, las trabajadoras llevan siete años con el salario congelado y ha propuesto un 3,6% de subida en seis años, es algo inaceptable. Queremos hacer un llamamiento a las administraciones públicas: es una vergüenza que este servicio que se paga con los impuestos de todos los ciudadanos, que han visto incrementadas las licitaciones en los Ayuntamientos, esté realmente enriqueciendo los bolsillos de las patronales. ¿Por qué el incremento en las licitaciones no repercute en el salario de las trabajadoras, que son quienes aguantan sobre sus espaldas el cuidado de las personas dependientes?”, se ha preguntado Loli García, representante de CCOO, al inicio de la manifestación, en la que ha participado también el sindicato UGT.

Por su parte, desde UGT, Raúl Arza ha insistido en que la propuesta de la patronal de una subida del 3,6% en los próximos tres años -un 1% en 2023, otro 1% en 2024 y un 1,6% en 2025- , teniendo en cuenta que ya llevan “siete años de retraso” es una “tomadura de pelo”. “Se están riendo de las trabajadoras. No quieren dignificar este tipo de trabajos y las administraciones públicas deben ser quienes exijan que la subida en las licitaciones tiene que suponer también un incremento en los salarios de las trabajadoras. Es una responsabilidad de todo y una obligación social”, ha argumentado.

Tras una parada frente a la sede del Gobierno vasco, donde han desplegado una pancarta en la que se leía “Convenio ayuda a domicilio” y pegatinas con el mensaje “Salario o conflicto”, decenas de trabajadoras han recorrido la Gran Vía bilbaína con cánticos como “Con cero subida no me da la vida”, “sinvergüenza, usurero, te quedas con mi dinero” o “Con esta patronal, vamos fatal”. De no haber negociación tras los cuatro días de huelga convocados, que siguen a más jornadas de paros que han cumplido en los últimos años -también en el pasado mes de diciembre-, las trabajadoras no dudan en seguir con las protestas hasta lograr su objetivo: salarios y trabajos “dignos” para aquellas que en su momento fueron “esenciales” y han pasado a ser, a día de hoy “ninguneadas”.

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