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Las trabajadoras de la limpieza del Guggenheim denuncian la precariedad laboral con un partido de fútbol ante decenas de turistas

El personal de limpieza del Guggenheim de Bilbao ha escenificado un partido de fútbol frente al museo este viernes

Beatriz Olaizola

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Después de un año en el que las visitas parecían llegar con cuentagotas, los turistas han vuelto a hacer cola frente al museo Guggenheim de Bilbao. Este viernes, decenas se personas -de Francia, Catalunya y otros lugares de Europa y España- esperaban su turno para entrar en una cola que se extendía desde la puerta de entrada, a lo largo de toda la explanada del museo y hasta la estatua de Puppy, que asistía, a 25 grados, al ir y venir de familias, parejas y grupos de amigos. A las 11.00 de la mañana, la llegada de turistas era constante y la espera cada vez más pesada, pero entonces el himno del Athletic ha comenzado a sonar a lo lejos. El murmullo entre los visitantes, que no sabían de dónde procedía la música, ha dado paso a los clics de cámaras y teléfonos móviles cuando han visto llegar a hombres y mujeres con camisetas rojas y blancas, un carro con altavoces, banderas, fregonas de colores y dos porterías de plástico. Algunos preguntaban si se trataba de la selección femenina del club bilbaíno y otros solo miraban asombrados. Eran las trabajadoras de la limpieza del Guggenheim, que llevan en huelga indefinida desde el pasado 11 de junio para exigir mejoras salariales, reducción de cargas de trabajo y el fin de la brecha salarial en su sector.

El sindicato ELA, en representación de la plantilla, convocó la huelga hace 64 días y desde entonces cada mediodía las 16 trabajadoras que la secundan -en la plantilla son 19 personas- se han concentrado frente a la explanada del museo y han protagonizado diversas 'performance' reivindicativas con el objetivo de que “se les escuche” y se abra la negociación. Este viernes, han escenificado un partido de fútbol entre dos equipos bautizados como Athletic Garbikuntza Club, formado íntegramente por personal de limpieza, y el Precarity United FC, que representaría al museo. Susana Marcos es una de las trabajadoras en huelga y se queja de las “precarias condiciones laborales”, que “no han cambiado en 20 años”. Aunque matiza que ella no es una de las mujeres que lleva todo ese tiempo en el museo, critica que “muchas otras sí” y que “jamás han aumentado sus sueldos”. “Lo único que hacen es meternos más cargas de trabajo, bajas laborales que no se cubren y descansos que no se cumplen”, denuncia. Otra de sus reivindicaciones es la brecha salarial entre el personal de limpieza viaria, hombres en su mayoría, y el personal de limpieza de edificios y locales, al que pertenece la plantilla de limpieza del museo. “Trabajamos de lunes a domingo y muchos en jornadas parciales. Con ese tipo de jornada es imposible buscar otro trabajo, no hay conciliación familiar y con 600, que es lo que se cobra, no llegamos a fin de mes”, añade Susana.

Sin embargo, el servicio de limpieza no depende directamente del museo, sino que está subcontratado a la empresa Ferrovial Servicios, lo que también critican las trabajadoras en huelga. “La subcontratación empobrece al obrero cada día más, mientras ellos se llenan el bolsillo”, acusa Susana. En junio, ELA interpuso una denuncia ante la Inspección de Trabajo contra el Guggenheim, Ferrovial Servicios y el Ayuntamiento de Bilbao por encargarse de las labores de limpieza a pesar de la huelga convocada. Ahora, Susana explica que la resolución de la inspección “ha sido demoledora” porque “ha dado la razón al museo” y considera que “no han creído” al personal de limpieza. “Están vulnerando el derecho a huelga. Limpian la explanada y han contratado gente nueva. Dentro del museo hay cuatro baños divididos en plantas y la mayoría están cerrados. Cierran servicios, pero quieren abrir el museo a toda costa”, indica. Ante ello, en septiembre tienen previsto volver a denunciar para que se lleve a cabo una segunda inspección de trabajo. “No vamos a parar, porque no nos han ofrecido nada respecto al dinero. Seguiremos en huelga hasta que consigamos lo que pedimos y reconozcan la brecha”, insiste la trabajadora.

Las críticas de la plantilla se extienden también a la posible construcción de un nuevo Guggenheim en Urdaibai y a la reciente campaña de recaudación de fondos que ha lanzado el museo para renovar la estructura interna de Puppy. “Anda que no tendrá patrocinadores...”, se queja Susana. Respecto a la ampliación del museo, el Patronato planteó un esbozo del proyecto ya en junio: dos nuevos edificios, uno en los astilleros de Murueta y otro en una antigua fábrica de Gernika, ambos conectados por una vía verde. En los dos borradores de la propuesta, constaba que el presupuesto estimado para las obras sería de 127 millones de euros. El 10 de junio, un día antes de que comenzara la huelga del personal de limpieza, el director del museo, Juan Ignacio Vidarte, en declaraciones a Europa Press, advirtió de que la ampliación de la pincacoteca todavía no se había aprobado en el Patronato y que, por el momento, aspiran a que la forma de financiación del proyecto “esté ligada con el proceso de obtención de fondos europeos”. “Eso es lo que nosotros estamos contemplando. Lo que pueda pasar en un futuro, no lo sé. Hoy por hoy, esa es la situación, y mientras eso no esté más planificado y definido, el proyecto para nosotros sigue estando en la situación en la que está”, aseguró. Susana acusa al museo de querer “montar campañas pidiendo dinero para salvar a Puppy” y “abrir un nuevo Guggenheim” mientras ellas siguen en huelga.

Mari Carmen, delegada de ELA y miembro de la plantilla, reconoce que se han reunido “cuatro veces” con el abogado de Ferrovial Servicios, pero que les han comunicado que sus peticiones “son excesivas” y que “siempre responden lo mismo”. Por su parte, Susana acusa al museo de haberles “coaccionado de miles de formas antes de empezar la huelga”, para que “no la secundaran”, y de “recriminar” y “amenazar con el despido” a la plantilla que se ha sumado a las reivindicaciones. Aun así, señala que van a seguir viniendo a la explanada “a cantar con una sonrisa” y que “cada cierto tiempo montarán algún tipo de actuación”, como el partido de fútbol, para “motivar” al personal de limpieza y “llamar la atención” del museo y de los transeúntes. “Vamos a hacer lo que en 20 años no hemos hecho: ensuciar en vez de limpiar”, concluye.

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