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Tribunales, Inspección de Trabajo y huelga: la plantilla de Guardian intenta paralizar el apagado del horno

Trabajadores de Guardian Glass Llodio en una concentración contra el cierre.

Belén Ferreras

Llodio —

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La plantilla de Guardian Glass Llodio sabe que su puesto de trabajo depende de un hilo. Por eso, ha iniciado una ofensiva ante los tribunales, Inspección de Trabajo e instituciones, que acompañará de una huelga a partir del jueves, para evitar que la empresa apague el horno este miércoles, lo que los trabajadores consideran que será un golpe para el que no habrá marcha atrás y supondrá el cierre de la empresa de forma irreversible.

La dirección de la empresa ha comunicado a los trabajadores su decisión de adelantar el apagado del horno, que estaba previsto para el 3 febrero, a este mismo miércoles, lo que pone el acelerador al cierre de la planta y los despidos de los 174 trabajadores. La dirección argumenta haber encontrado desperfectos “críticos” en el horno que hacen imposible continuar con la actividad y, por tanto, de la planta. Y parece no querer atender a razones para modificar su decisión.

De hecho, ha decidido adelantar el apagado al miércoles tras conocer la intención de la plantilla de convocar una huelga y sin esperar a la reunión que este martes está prevista con el Departamento de Industria, Transición Energética y Sostenibilidad. Ante lo que parece una decisión irrevocable de cierre, el comité ha pedido al Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) que decrete medidas cautelares que eviten el apagado del horno, y a la Inspección de Trabajo que vigile también las consecuencias que puede tener dicho apagado para la seguridad del edificio y de los trabajadores. De entrada, la plantilla se concentrará ante las instalaciones este miércoles para evitar que personal ajeno a la empresa se ocupe de las labores de apagado.

Este lunes los trabajadores se han reunido en asamblea en los dos turnos para votar la convocatoria de una huelga a partir del jueves, aunque la decisión se ratificará el miércoles tras comprobar si finalmente se apaga el horno o no. De manera previa a las asambleas, la compañía había confirmado al comité que la decisión de cierre es “irrevocable” y que se apagará el horno el miércoles.

El Gobierno vasco no ha ocultado su “asombro y malestar” ante esta decisión cuando está prevista una reunión este martes y desde el departamento que dirige Mikel Jauregi han pedido a la empresa que no tome decisiones que “hipotequen” el futuro de la empresa. El Departamento de Industria ha sugerido a la empresa que el problema con el muro de carga “se puede solucionar con una parada en caliente (Hot Hold) o cualquier otra solución técnica que permita garantizar la integridad del horno a futuro”.

En esa línea, ha propuesto a los propietarios de la empresa que, “antes de adoptar cualquier decisión técnica respecto al horno, se encargue a una asesoría técnica independiente acordada por ambas partes, una evaluación de la situación del horno y un análisis de las posibles soluciones”. Habrá que ver la respuesta que este martes da la empresa a esta propuesta por parte del Gobierno. “Se trata de entablar un diálogo y buscar una solución alternativa al anuncio de cierre de la planta y esperamos que la empresa corresponda con la misma actitud”, señalan desde el Ejecutivo.

Por su parte, desde el departamento de Economía, Trabajo y Empleo del Gobierno vasco, de la parte del PSE-EE, ha requerido a Guardian para que cumpla con la legislación vigente en materia de prevención de riesgos laborales en este “delicado momento”, según han informado a Europa Press fuentes de este departamento. Según han señalado, la semana pasada, con motivo de la comunicación de Guardian en la que apuntaba a la existencia de un problema de seguridad con el horno “con afectación a las personas trabajadoras”, tanto la Inspección de Trabajo como Osalan se personaron en las instalaciones que Guardian tiene en el valle de Ayala a fin de comprobar dicha situación.

Además, el Departamento de Economía, Trabajo y Empleo solicitó documentación suficiente al objeto de verificar que la empresa cumple con la seguridad de las personas trabajadoras en todos los procesos de funcionamiento del horno y/o enfriamiento del mismo. Se ha requerido a la empresa que “cumpla” con la legislación vigente en materia de prevención de riesgos laborales “en este delicado momento, y que implemente las medidas de seguridad y salud que sean necesarias”.

A la espera de lo que decida hacer la empresa el próximo miércoles con el horno, por lo que se puede acelerar el proceso de cierre, la localidad alavesa vive una mezcla de tristeza y rabia que se deja ver en el ambiente, en las pancartas que se pueden ver en la localidad y en los vecinos que recuerdan que en este pueblo “llueve sobre mojado”. “Hay mucha incertidumbre, porque es un palo muy gordo porque hay muchas familias pendiente de un hilo”, dice Patxi. Ya jubilado, recuerda que trabajaba para un taller al que se contrataba para hacer las reparaciones del horno que ahora se quiere apagar, y no duda que se trata de un “cierre premeditado”.

“No se ha reparado lo que se tenía que reparar. Va a hacer los diez años que dura un horno y lo que han hecho es buscar el cierre”, dice. “Hay muy mal panorama. Porque esto no afecta sólo a las 174 familias que dependen de Guardian. Esto afecta las tiendas, a los bares, a todo... Están dejando morir el pueblo”, agrega.

De las implicaciones que puede tener el posible cierre en el futuro de su negocio sabe bien Tere, una de las propietarias de la cafetería La Avenida. “Desde que se anunció, aquí no se habla de otra cosa. Hay mucha preocupación en el pueblo. Para la hostelería puede ser la puntilla”, lamenta. “Desde la pandemia ya nada ha sido igual, con el parón con la subida de la inflación, pero ya añadiendo cierres encadenados de empresas, no sé que va a pasar”, dice. “Y nadie ha hecho nada por pararlo. Se vendió Glavista a un fondo de inversión, que ya no se tenía que haber hecho, se llevaron el Lidl a Vitoria, ... ¿En qué se queda el valle de Ayala?”, se pregunta.

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