Tsunami en Ferragosto

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Llaman en Italia Ferragosto a la época del año en torno al 15 de agosto. Es ese momento de calor, de éxodo vacacional, de ciudades vacías y de sequía informativa. Pues bien, el Gobierno todavía en funciones de Iñigo Urkullu ha agitado la agenda mediática del Ferragosto de 2020 con el anuncio de que Euskadi vuelve el 17 de agosto a estar en “emergencia sanitaria”. Es un “paso atrás” en la nueva normalidad y traerá medidas “restrictivas” que se irán desgranando, según la consejera comisionada por Urkullu para la desescalada y ahora también para la escalada, Arantxa Tapia, que parece una portavoz a la que se le han dado más galones que a la propia responsable de Salud, Nekane Murga.

Tapia, que es de esas políticas que no necesita leer palabra por palabra lo que tiene que transmitir, ha sido capaz de explicar a la sociedad que “emergencia sanitaria” no es “estado de alarma” y que no implica confinamiento. De hecho, considera que es la medida para evitar un segundo cerrojazo. Que quien lo diga sea la responsable de Desarrollo Económico y quien más se opuso en España al cierre total de las empresas decretado por Pedro Sánchez tiene su importancia. No hay pistas de la duración de esta situación, pero viene para quedarse. Urkullu se convierte desde ya en “mando único” y, desde septiembre, tendrá también un Gobierno con mayoría absoluta en el Parlamento.

La segunda ola es menos dura pero parece que será más persistente, según dejar caer desde el Ejecutivo. Haciendo un símil ciclístico, este segundo puerto es más largo y tendido frente una primera ascensión de menos kilómetros pero altos porcentajes. Pero, aunque sea más llevadero, no conviene obviar el desgaste de la primera subida y que la alta velocidad que muchos han ido adquiriendo en la bajada hacia la nueva normalidad parece difícil de ser frenada. Los contagios por decenas en Bilbao resulta que se estaban produciendo “en la costa”. Hace no tanto hubo un empeño especial por acabar con el estado de alarma y reabrir el tránsito de Bizkaia a Cantabria para fomentar esos desplazamientos. ¿Cómo se pide ahora que emprendan el camino de vuelta? La foto de Urkullu con Miguel Ángel Revilla quedará para el recuerdo.

Se empeña el Gobierno vasco en recordar que los datos actuales no son iguales que los de marzo aunque un primer vistazo pueda dar esa impresión. Ayuda a ello que Murga, en vez de “ola”, hable ya de “tsunami”. Sin embargo, se matiza de continuo que cuando aparecen 575 positivos como los de este sábado no son como si esos casos se hubiesen conocido al inicio de la pandemia. No sin razón, se repite que en este momento se supera cada día el número de PCR realizadas y que el rastreo es capaz de detectar que un 50% de los infectados son o asintomáticos o presintomáticos. Le gusta decir a la consejera Murga que ahora se ve más parte del iceberg. El problema es que en marzo nadie reconocía que no se hacían en Euskadi las pruebas suficientes, que se tenía semanas a gente enferma sin atender o que los asintomáticos estaban sin diagnosticar y contagiando. También entonces había datos como para que el ahora desaparecido portavoz de Salud, Mikel Sánchez -el periódico de mayor tirada lo apodó el “Fernando Simón vasco”- sostuviera día sí y día también que Osakidetza era campeona en hisopos.

Sea como sea, la ola está alcanzando a los hospitales. Y lo hace con buena parte de la plantilla de vacaciones. Es cierto que la actividad habitual cae en picado en agosto, pero los ingresos se están disparando. Son 158 las personas hospitalizadas. Aquí se pueden ver unos cuantos gráficos y mapas sobre la evolución de la pandemia en Euskadi. Un profesional de una UCI explica que en su centro ya ha se ha alcanzado una ocupación del 50% en pocos días. La pandemia también martillea a la Atención Primaria, muchas veces olvidada. Una joven donostiarra se ha asombrado esta semana cuando le ofrecían una cita para noviembre en su centro de salud. La nueva portavoz del Sindicato Médico, Mabel Arciniega, entiende que faltan hasta 500 profesionales en esa primera línea de batalla y no solamente para atender casos de COVID-19.

En este contexto, Murga llama a la responsabilidad ciudadana para cortar la cadena de contagios. No le faltan ejemplos de lo contrario. Desde los “200 niños” en la plaza de un pueblo jugando sin ningún tipo de protección hasta esas mujeres que se besan mascarilla con mascarilla. Hay quienes creen que cualquier excusa es buena para quitarse el tapabocas, sea un helado, un cigarro o un chupa-chups. Pero, ¿una Osakidetza algo desbordada en este inicio de agosto es infalible? ¿Hay rastreadores que tardan cinco días en solicitar un listado de contactos de un positivo? ¿Se deja a criterio del afectado si salir o no a la calle aun estando a la espera de una PCR o se le dan directrices claras? 

elDiario.es/Euskadi

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