“Gracias”, han pronunciado los familiares de algunas de las más de 1.800 personas fallecidas en Euskadi durante la pandemia tras una breve conversación en la que el lehendakari, Iñigo Urkullu, les ha dado sus condolencias. Urkullu, acompañado por representantes de todas las instituciones y de todos los partidos políticos -“reunidos y unidos”-, ha presidido este lunes en Vitoria un acto institucional solemne en memoria de todas ellas, una cita de recuerdo que tiene vocación de repetirse cada 21 de septiembre, justo coincidiendo con el cambio de estación del verano al otoño. La reconstrucción económica no puede dejar de lado la emocional, ha solicitado Urkullu.
El acto, acompañado de dos piezas de violonchelo -la 'suite' número 2 Sarabande de Bach y 'El cant dels ocells', una canción popular catalana que Pau Casals llevó a la ONU como símbolo de paz-, ha tenido lugar en un nuevo parque de Vitoria consagrado especialmente a la memoria de las personas muertas a causa de la COVID-19. Junto al colegio Urkide, una secuoya gigante de 1860 -ya seca pero aún erguida- y otra recién plantada -pequeña y floreciente- aún los valores de “despedida, tristeza, dolor, sufrimiento y pérdida” pero también los de “esperanza, compromiso, humanidad, esfuerzo, unión y solidaridad”, ha asegurado Urkullu en un breve parlamento en euskara y castellano mientras, de fondo, le acompañaba por casualidad el tañido de campanas de alguna iglesia cercana.
“La caída de la hoja y el color cobrizo -ha señalado Urkullu- son las imágenes que representan el otoño. Lo vivido y sufrido en la lucha contra esta pandemia nos vincula con el sentimiento otoñal. El otoño es el adiós del verano. Los colores del otoño nos trae a la mente que la rueda de la vida sigue adelante y nos ayuda a reflexionar con sosiego, a prepararnos para el invierno y a emprender con fuerza, como una nueva vida, la siguiente primavera”.
El parque Sempervirens “se ha concebido como un lugar de recogimiento, silencio y memoria”, en el corazón de una de las ciudades más golpeadas por el coronavirus y que incluso pudo ser su puerta de entrada en España en febrero. El nuevo espacio “representa la voluntad institucional y social de recordar a las más de 1.800 víctimas, a todas ellas, a cada una de ellas” y a las fallecidas “en las comunidades vascas en el mundo”. A juicio del lehendakari, la secuoya vieja representa la “fuerza y la solidez” y la “permanencia en la memoria”. Y la nueva es “la vida”. “Estos dos árboles son eslabones de la misma cadena de la vida”, ha solemnizado.
Urkullu, que ha recordado que la pandemia no ha terminado, ha asegurado que a la “reconstrucción económica” le tiene que acompañar una “reconstrucción emocional y de la convivencia social”. Ha destacado que muchas personas murieron solas, sin que sus familiares pudieran despedirse de ellas. “Nos dolemos con ustedes, cerca de ustedes. Queremos acompañarles en su sentimiento de pérdida. No están solos”, se ha dirigido a ellas el lehendakari.
Con Urkullu han estado todos sus consejeros, los de PNV y del PSE-EE, también la presidenta del Parlamento Vasco y líderes de las fuerzas de la oposición -EH Bildu, PP+CS, Elkarrekin Podemos-IU y Vox-, el delegado del Gobierno de España, Denis Itxaso, los rectores de las universidades, la fiscal superior, Carmen Adán, los alcaldes de las capitales encabezados por el anfitrión, Gorka Urtaran, y los tres diputados generales, entre otras autoridades.