El nuevo edificio que construirá en Donostia el Basque Culinary Center, al que llamarán GOe (Gastronomy Open Ecosystem) y que contará con 5.500 metros cuadrados de dominio público además de, al menos, 24 millones de financiación pública -18 millones destinados por el Gobierno vasco y 6 por la Diputación de Gipuzkoa-, ha suscitado grandes críticas entre los vecinos de Gros, el barrio en el que será construido. Por el momento, se han unido en una recolecta de firmas contra el proyecto y han convocado protestas, pero no descartan llevar más acciones a cabo como presentar alegaciones al Ayuntamiento en contra de la cesión. “Queremos que no se haga lo que se ha planteado porque es el mayor despropósito desde hace décadas. Deberían pensar en la ciudad y no tanto en los negocios. En esa parcela cedida podrían realizar un ambulatorio, viviendas para jóvenes o cualquier otra cosa que pudiera beneficiar a toda la ciudadanía y no solo a unos pocos. Además, están construyendo en una de las pocas zonas verdes que hay en el barrio”, denuncia Félix Soto, portavoz de la asociación de vecinos Uliako Auzo Elkartea.
Y es que, el nuevo edificio, construido tan solo 10 años después de que el primer Basque Culinary Center aterrizara en la ciudad, se plantea construir sobre los parques de Manteo y Zemoria, en un lugar por el que recorre el Camino de Santiago. “El parque de Zemoria desaparece totalmente, convertido en dos parcelas para construcciones de 16 metros de altura que convierten el Camino de Santiago en un vulgar pasillo a su sombra. La financiación también la realizan las instituciones públicas, pero lo mas sangrante del proyecto es su ubicación”, critica Soto, que advierte de que la financiación anunciada por las instituciones es “una broma”, ya que, según asegura, “costará más de 28 millones de euros”. “Lo único cierto es que los 8.000 metros cuadrados reservados para equipamientos sociales se regalarán a la entidad privada de millonarios Basque Culinary Center”, destaca.
¿Cómo justifica el Ayuntamiento de Donostia la cesión de, al menos, 5.500 metros cuadrados aprobada en la Junta de Gobierno Local? Porque, según explican a este periódico fuentes del consistorio, se trata de “una fundación sin ánimo de lucro y considerada como de utilidad pública” y, al termino de la cesión del terreno, este volverá a ser del Ayuntamiento. “El Basque Culinary Center es una Fundación sin ánimo de lucro y considerada como de utilidad pública, impulsada por la Universidad de Mondragón, pero en la que además participan el Gobierno vasco, la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de San Sebastián, que son patronos. El éxito de esta iniciativa ha quedado contrastado en sus diez años de andadura, y muestra de ello es su necesidad e intención de ampliar su oferta académica e investigadora, vinculada a la gastronomía. Donostia es un referente gastronómico mundial y a ello ha contribuido el hecho de tener una de las primeras universidades vinculadas a la cocina y la gastronomía. Por tanto, que este proyecto se consolide y amplíe su actividad en la ciudad es una apuesta que como ciudad compartimos y agradecemos”, aclaran, para después insistir en que “la parcela en la que se va a construir el proyecto está clasificada como 'equipamiento' en el Plan General, por lo que casa perfectamente con una actividad de tipo formativo y de investigación como va a desarrollar el BCC. Además, se prevé que el BCC lo utilice en régimen de cesión, y que al término del tiempo que se establezca, revertirá al Ayuntamiento”.
A pesar de que los vecinos aseguran que han tratado de reunirse sin éxito con el Ayuntamiento de Donostia para “evitar la cesión del suelo” a la construcción de este nuevo edificio, desde el consistorio señalan que “las puertas están abiertas” para todo aquel que quiera “hablar del proyecto”.
“Interacción con el barrio”, pero sin acceso gratuito
Por su parte, fuentes del Basque Culinary Center señalan que “son sensibles a las críticas”. “Escuchamos y recogemos las diferentes opiniones y, en la medida de lo posible, intentamos integrarlas en el planteamiento y evolución del edificio. De hecho, la preocupación e inquietud por plantear un proyecto que se integrara en el barrio de una manera orgánica generando nuevos espacios urbanos es muestra de esa escucha activa en relación a las inquietudes de los vecinos. La integración del edificio en la trama urbana y su entorno, la interacción con el barrio, creando un nuevo espacio la ciudadanía era uno de los principales criterios y focos del concurso, criterios sobre los que se basaron las propuestas delos cinco estudios arquitectónicos. Además, conforme el proyecto se encuentre más avanzado, se van a establecer diferentes dinámicas de trabajo con profesionales creativos locales con el objetivo de acercar el planteamiento a la realidad y propuestas creativas locales”, explican.
Esa “integración del edificio en la trama urbana y su entorno”, como describen, se basará en “un espacio público a modo de plaza” y “terrazas transitables que potencian la interrelación con los espacios y crean nuevas vistas sobre el entorno urbano”. Sobre si la ciudadanía tendrá acceso libre y gratuito a esos espacios en los que aseguran que habrá una “interacción con el barrio”, detallan que “a los externos sí”. Sin embargo, “el acceso a los espacios interiores dependerá de la actividad que se desarrolle en determinados momentos”. “Es nuestro barrio y no nos tienen en cuenta en la toma de decisión. No hacen nada para el bien de la ciudad y sus vecinos. Se habla de desarrollo sostenible, pero están convirtiendo Donostia en una ciudad balneario, solamente pensando en el turista y los negocios”, critica Soto, que por el momento ha recaudado mas de 2.500 firmas de los vecinos.