Las víctimas se cuelan en las aulas para combatir el desconocimiento sobre ETA en las nuevas generaciones
¿Qué saben los jóvenes de 2021 de lo que fue ETA durante medio siglo? Recientes estudios han mostrado que no mucho, pero también apuntan a que no es un problema de desinterés. Este periódico, en el marco del décimo aniversario del final del terrorismo, ha realizado un experimento con ocho estudiantes de cuarto curso de una Universidad vasca y las conclusiones marcan una misma dirección. Conocen más o menos cuando se creó ETA, en pleno franquismo, que sus siglas esconden el lema Euskadi ta Askatasuna (‘Euskadi y Libertad’), que el militar Luis Carrero Blanco, una de sus primeras grandes operaciones, era el sucesor natural del dictador Francisco Franco y que existió el GAL como organización terrorista creada por los aparatos del Estado bajo el pretexto de acabar con ETA. Y no mucho más.
De las ocho encuestas, solamente en cuatro hay una respuesta a quién era Miguel Ángel Blanco, concejal del PP asesinado en 1997 y cuyo crimen sacó a la calle a miles de personas para protestar. Únicamente un estudiante señala que era edil en Ermua. A Fernando Buesa, vicelehendakari y dirigente socialista asesinado por ETA en 2000, lo menciona una persona, el mismo número de estudiantes que sabe que el nuevo Memorial está emplazado en Vitoria. La prueba se realiza en Donostia, la ciudad con más víctimas de ETA, un dato que no conocen. Tampoco son de dominio común conceptos como ‘kale borroka’ o ‘impuesto revolucionario’.
“Existe un escaso conocimiento sobre la historia reciente de Euskadi y la violencia vivida, pero eso no implica que tengan la cabeza vacía. Cada uno viene con su mochila, disponen de fragmentos de memoria individual y colectiva, ideas, relatos, simbología, etc. En su mayoría, estos proceden de las familias, de las cuadrillas, del entorno social y cultural o de los medios de comunicación y de las redes sociales, habiendo sido comunicados con frecuencia de forma implícita o parcial e interiorizados sin grandes cuestionamientos”, señalaba recientemente a este periódico Izaskun Sáez de la Fuente, investigadora de un proyecto llevado a cabo en la Universidad de Deusto a este respecto.
Para combatir ese desconocimiento y educar en un mensaje de deslegitimación de la violencia, la consejera de Educación entre 2009 y 2012, Isabel Celaá, puso en marcha hace una década un programa llamado ‘Víctimas educadoras’, que consistía en llevar a las aulas testimonios presenciales de afectados por el terrorismo. Inicialmente, el plan generó recelos en el PNV y en Aralar, el partido dirigido entonces por Aintzane Ezenarro. Ahora, un Gobierno liderado por los nacionalistas y con Ezenarro al frente del Instituto de la Memoria (Gogora) mantiene la iniciativa, que ha tomado el nombre de ‘Adi-Adian’. En Navarra existe un formato similar. A finales de 2019 se dio el dato de que al menos 15.000 alumnos habían participado ya en las charlas, ofrecidas no solamente por familiares de asesinados por ETA sino también de víctimas de los GAL o de la violencia policial. Se imparten en el segundo ciclo de Secundaria, en el Bachillerato y también en la Universidad.
El profesor universitario Iñaki García Arrizabalaga es uno de los participantes desde el inicio. Su padre, Juan Manuel García Cordero, fue asesinado en 1980 por los Comandos Autónomos Anticapitalistas, una de las ramas de la ETA de la época. Era delegado de Telefónica en Gipuzkoa. Explica que en este década habrá dado entre 30 y 35 charlas, en centros públicos y privados y en grupos de euskera o de castellano, indistintamente. “Para una víctima nunca es agradable rememorar. Pero hay un espíritu de compromiso con la sociedad. Es nuestra aportación a la convivencia. Hay un sentimiento de gratitud y satisfacción de sentir que he pasado por una situación no agradable pero que ha merecido la pena”, señala.
“La participación de un centro es absolutamente voluntaria. Lo que nos hemos encontrado es una acogida muy favorable, una situación de respeto absoluto. Cuando estás delante de los estudiantes, ves que tienen un interés y una atención increíbles. Se les ha hablado poco y mal en sus familias y en la educación y tienen unas ganas enormes de saber. Hay mucha participación y muchas preguntas, aunque evidentemente no es lo mismo tercero de la ESO que tercero de carrera”, explica. No se le olvidará cuando le lanzaron la siguiente hipótesis. “Si tuvieras una pistola, ¿le dispararías ahora al que asesinó a tu padre?”. Cree García Arrizabalaga que llegan a reflexiones y conclusiones a las que no llegaría un adulto “contaminado” por toda la trayectoria previa.
“Cuando nació, se vio esto con muchísimo recelo. ¿Los van a querer adoctrinar? El tiempo ha acabado dando la razón a quienes diseñaron este programa y a quienes lo gestionan ahora. Ofrecemos sentimientos humanos desprovistos de cualquier intencionalidad política. No hay manipulación posible”, defiende. Destaca también la importancia de que colaboren personas que han sufrido violencias de diferente signo. “Que participen otras víctimas debe tomarse de manera absolutamente natural. Lo que planteamos todas es un mensaje de superación del odio y de concordia. Lo que pueda decir Pili Zabala, por ejemplo, lo asumo yo al 100%”, explica sobre la hermana de uno de los casos más duros del terrorismo de Estado, el crimen de Lasa y Zabala.
En vísperas del Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo de 2021, celebrado el 11 de marzo, el Gobierno vasco presentó un documento consensuado en el seno del Consejo Vasco de Participación de las Víctimas del Terrorismo, en el que se sientan organizaciones como la AVT, Covite o la Fundación Fernando Buesa. En él, se planteaba ampliar ‘Adi-Adian’ para dar cabida también a “personas que ejercieron la violencia y con posterioridad han realizado una profunda reflexión autocrítica de su propio pasado y del recurso a la violencia con fines políticos”, esto es, a miembros de ETA arrepentidos como los de la 'vía Nanclares'. “Un centro educativo tiene que ser valiente para traer a un exterrorista a las aulas. Pero no hay mayor deslegitimador de la violencia terrorista que quien la ha ejercido y que ahora dice que aquello no sirvió para nada. Como experiencia sería perfecto”, asegura García Arrizabalaga.
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