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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Vivir al lado de un embalse lleno y sufrir restricciones de agua por falta de infraestructuras: “Es cabreante”

El pequeño pueblo alavés de Ozaeta, con unos 200 habitantes empadronados pero con algo más población en verano, se encuentra a dos kilómetros en línea recta del embalse de Ullibarri-Ganboa, que está conectado con el de Urrunaga y que, juntos, conforman la mayor lámina de agua dulce de Euskadi. Por sus calles, en las que hay mapas de la zona en carteles, pasan ciclistas en busca de las playas del pantano o furgonetas camperas de matrícula extranjera en plena ruta veraniega. Ulibarri-Ganboa y Urrunaga dan de beber a Vitoria y a Bilbao, a cientos de miles de personas con sus industrias, servicios y actividades de ocio. Esta semana el pantano está al 76% de su capacidad, cinco puntos por encima que hace un año. En diciembre, quedó a 21 centímetros de desbordarse y hubo que soltar grandes cantidades de agua para impedirlo. El sistema hidrológico tiene recursos para rato. Pero en Ozaeta han vivido ya varios días con cortes de agua, hay actividades limitadas como el riego o el lavado de coches y algunos vecinos han tenido que comprar agua embotellada en la capital, en Vitoria.

La consejera vasca de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, Arantxa Tapia, ha solemnizado esta semana que incluso aunque se mantenga durante semanas este período sin lluvias, el 90% de la población tiene el suministro garantizado. Como la zona de Urdaibai en Bizkaia, donde incluso se ha planteado ya un sistema para llevar agua potable en barco desde Santurtzi hasta Bermeo, la comarca de la Llanada Alavesa forma parte de ese 10% en riesgo. ¿Por qué? En el caso de Ozaeta, su suministro de agua no procede del pantano sino de la sierra de Elgea, de manantiales mucho más golpeados por el estiaje y la falta de precipitaciones. Esas montañas ponen fondo al paisaje del pueblo y están coronadas de aerogeneradores.

Ozaeta, además, no forma parte del consorcio de aguas de Álava, conocido por su nombre Urbide. Es el concejo –ni siquiera el Ayuntamiento de Barrundia, que es el término municipal al que está adscrito el pueblo– el que gestiona todas las competencias. Rodolfo Uriarte es el ‘alcalde’ de Ozaeta, técnicamente el presidente de la junta administrativa del consorcio. Es algo así como un presidente de la comunidad elegido en unas elecciones diferenciadas de las municipales. Detiene el tractor y sus labores para atender a elDiario.es, aunque en lo que va de agosto ha intervenido ya en televisiones y radios en varias ocasiones. “Pasa otros veranos, sí, pero este año se ha adelantado mucho”, explica sobre la peculiaridad de este pueblo de “230 habitantes y 150 tomas de agua”. “Esto ha llegado mes y pico antes”, repite.

“Esto” es que ha habido ya cuatro días con “cortes de agua de 22.30 de la noche a 5.00 de la mañana” y que están vigentes recomendaciones para limitar el llenado de piscinas particulares, el lavado de coches, el riego de huertas y jardines y otras actividades no esenciales. Explica Uriarte que se han sumado todos los factores negativos: altas temperaturas durante muchas jornadas en junio y julio, muy pocas lluvias y un mayor consumo en el verano por las segundas residencias de los vitorianos, unas colonias infantiles, las piscinas particulares y las actividades agrícolas. En suma, “salía más de lo que entraba en el depósito” de Ozaeta. Y había que cerrar el grifo. Literalmente.

Durante la entrevista, empieza a llover en el pueblo. “Esto no es llover. Pero se agradece. Al menos no hay que regar los jardines. Eso que nos quitamos”, bromea. Uriarte considera que sus convecinos “se han portado muy bien”. Desde que empezaron los problemas, “la media de consumo ha bajado de 230 metros cúbicos a 130”. El Rover familiar de uno de los vecinos, en efecto, hace tiempo que parece no haber recibido un manguerazo. El concejo optó también por hacer una lectura de contadores antes de las restricciones y hará otra al término del estiaje. “Así conoceremos el uso de cada toma”, explica. ¿Es por controlar a los incumplidores? “O para saber si hay algún problema con alguna fuga, por ejemplo”, expone.

Este alcalde entiende que, para que el sistema de suministro sea sostenible, “Ozaeta debería incrementar el coste [que abonan los usuarios] un 22%”. Entiende Uriarte, además, que a mayor precio menos incentivos para despilfarrar el líquido elemento. Además, tiene ya en mente un “cambio de ordenanzas” para incorporar para 2023 “sanciones por mal uso” o fijar precios por “tramos de consumo”. Asegura, igualmente, que ha encontrado receptividad en la Diputación para poder realizar una pequeña obra para conectar un tubo con captación para otras localidades con el manantial propio del concejo para situaciones de alerta. “La compraríamos y pagaríamos en caso de necesidad”, explica. “Pero, si no llueve y mejoramos en el consumo, vamos a volver a tener problemas”, vaticina.

En el economato del pueblo, que vende productos de kilómetro 0, no suelen comercializar garrafas de agua pero su dueño sí se ha traído provisiones desde Vitoria. “De cinco litros”, cuenta. No ve como una novedad que, en el verano, toquen restricciones en el suministro y entiende que es momento para ser responsables.

–¿Y usted, señora, ha tenido problemas con el agua?

–Sequía hace tiempo que no hemos tenido tanta como este año. Pero yo tengo un pozo propio.

Urbide, por su parte, ha colgado en su página web una nota con “medidas excepcionales” ante la sequía. Plantea limitar “el uso de agua cuyo destino sea el riego de parques o jardines de carácter público o privado”, “el uso de agua cuyo destino sea el riego o baldeo de viales, calles o aceras, tanto públicos como privados, o de cualesquier otros elementos instalados en las vías públicas o privadas”, “el uso de agua para el lavado de vehículos”, “el uso de agua con fines puramente ornamentales en fuentes e instalaciones” y “el llenado y reposición de piscinas privadas”. Afecta a los concejos de Gauna, Trocóniz, Txintxetru. Añua, Arbulo. Argomániz –donde hay un parador nacional–, Gaceta, Hijona, Egileta, Mendijur y Oreitia, así como a los municipios de Elburgo y Alegría-Dulantzi.

En este último viven ya 3.000 personas y su alcalde, Joseba Koldo Garitagoitia, incide en que “la situación es preocupante”. “Si vemos que la meteorología no mejora, a corto o medio plazo se tendrán que aumentar las restricciones. Las reservas de agua están al límite. Esto es bastante preocupante y con visos de no solucionarse”, explica al otro lado del teléfono el regidor independiente. Y añade sobre las lloviznas de este miércoles: “No sirven para nada. Llevamos arrastrando la sequía desde prácticamente abril y necesitamos que llueva en abundancia y unos cuantos litros más”. Al menos, entiende que se ha superado la época de cosechas del cereal sin haber sufrido grandes incendios como los ocurridos en Navarra.

Para Garitagoitia la situación es “cabreante”. Su municipio se abastece también de Elgea y no de los pantanos. Y es muy claro a este respecto: “Lo que más crispación nos produce es que llevamos varios años con estas medidas limitativas. Esto no es nuevo. Y el problema es que estamos viendo cómo pasa el agua de nuestros ríos delante de nuestras narices para llenar el embalse de Vitoria y de Bilbao. Nosotros no podemos hacer uso del agua que hemos visto pasar. El sistema se creó para abastecer a las dos capitales e incluso se hizo un canal para desviar el río Alegría. Cuando necesitamos hacer acopio de agua, no tenemos posibilidad. Es triste y cabreante. En invierno vemos que el embalse supera su capacidad y que hay que desembalsar... Esto se podría evitar con suministro previo a la Llanada. Pero esto es pura política. No hay voluntad política para solucionarlo”.

El término municipal de Elburgo tiene 600 habitantes. Su alcaldesa por el PNV, Natividad López de Munain, sostiene que “no hay este verano ninguna situación diferente” a la de otros años, salvo porque las limitaciones han llegado “igual algo antes”. “Esta mañana llovía un poquito y ha sido como una sorpresa. Da alegría”, se felicita la regidora.

Es el mismo argumento que el empleado este martes en una rueda de prensa por el diputado general de Álava, Ramiro Gónzalez, también del PNV. “Todos los años en verano hay localidades que tienen problemas. No es una situación extraordinaria. En algunas hay incremento del número de vecinos y eso genera problemas de abastecimiento. Ozaeta es una de las localidades que suele tener problemas todos los veranos”, señaló González. Urbide, dependiente de la Diputación, tiene la misión de “garantizar tanto la cantidad como la calidad del agua”, en palabras del diputado general, que remarca que 58 camiones-cisterna han movilizado en lo que va de 2022 754 metros cúbicos para solventar problemas de abastecimiento temporales. “Y realizamos inversiones importantes en la red. Casi cada semana traemos proyectos”, quiso recalcar González. 

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