Vox y Sumar han iniciado su cohabitación en el grupo mixto del Parlamento Vasco con un conflicto inmobiliario. La formación de ultraderecha ha denunciado ante la Mesa y públicamente que fruto de un supuesto sectarismo en la Cámara le quieren dar menos espacio que a la coalición de izquierdas aun cuando tienen idéntica representación, un escaño. Aunque, en efecto, hay un planteamiento que confiere un despacho algo mayor a Jon Hernández, el argumentario de Amaia Martínez Grisaleña, sin embargo, orilla que la aritmética otorga 15,3 metros cuadrados por electo y que en la peor de las propuestas recibidas se le atribuyen 22 y que en la pasada legislatura disfrutó de una estancia de 47 metros cuadrados, por 18 que dispuso Ciudadanos cuando, con también un escaño, pasó al grupo mixto tras romper con el PP. Los 'populares' y la entonces suma de Podemos e IU tenían un espacio notablemente inferior, en proporción, a lo que dispuso Vox.
“Vengo más que nada para hablar de la distribución del grupo mixto. Creemos que está cargado de intencionalidad política, la de perjudicar a Vox y dificultar el normal desempeño [de este partido]. La propia Mesa reconoce que tanto a Vox como a Sumar les corresponde idéntico número de metros cuadrados. Ha hecho cuatro propuestas y en todas sale perjudicado Vox con respecto a Sumar. Y, encima, se ha decantado por la más insultante”, ha explicado Martínez Grisaleña ante los medios de comunicación para insistir, acto seguido, en que ve “sectarismo” en el órgano de Gobierno del Parlamento, a cuyo frente continúa Bakartxo Tejeria del PNV.
El arranque de cada legislatura tiene también otras implicaciones más allá de la política. Es un clásico cada cuatro años que haya que hacer obras para adaptar los despachos al nuevo tamaño de los grupos. En pura teoría, hay que agrandar ahora las salas de EH Bildu, PSE-EE y PP, reducir la del PNV y habilitar un espacio pequeño para Sumar y Vox. Las obras ya están presupuestadas. Hay una partida reservada de 116.976,97 euros (más IVA). El concurso se puso en marcha a finales de marzo, antes de las elecciones, y aún no se ha adjudicado, según el portal de transparencia de la institución.
En la propuesta, PNV y EH Bildu tampoco tienen los mismos espacios a pesar de contar con idéntica fuerza, 27 escaños. En ambos casos, el PNV obtuvo más votos que EH Bildu y Sumar que Vox en el conjunto de Euskadi. Incluso, Podemos, finalmente sin escaños, sacó más votos que la ultraderecha. En Álava, donde fueron electos los únicos representantes de Vox y Sumar, la ultraderecha se impuso ligeramente a su rival, 3,71% por 3,69%.
Sostiene Vox que “no hay impedimentos técnicos o arquitectónicos” para darle un despacho homogéneo al de Sumar. A preguntas de los periodistas, ha preferido pasar de puntillas sobre el espacio del que disfrutó en la última legislatura o sobre las diferencias con Ciudadanos. Ha insistido en que esto es “un mal comienzo de la legislatura” y lo ha comparado con la decisión de hace cuatro años de acotar sus tiempos de intervención y sus iniciativas a modo de cordón sanitario, aunque luego Vox logró que se enmendara en el Tribunal Constitucional. Ahora no descartan acabar también en los juzgados por el asunto de los metros cuadrados. “Tomaremos todas las medidas que consideremos apropiadas”, ha manifestado Martínez Grisaleña.
La portavoz de Vox ha aprovechado la ocasión para cargar contra sus nuevos vecinos de Sumar. Ha llegado a decir que “la cortesía parlamentaria escapa a su conocimiento” y que sus posiciones “rozan la mala educación y el mal perder”. Incluso ha añadido un comentario jocoso sobre la ruptura del antiguo grupo de Podemos y de IU. “Estabámos dispuestos a hablar con Sumar y a llegar a acuerdos... administrativos”, ha manifestado también Martínez Grisaleña, que ha asegurado que con Ciudadanos en el pasado hubo sintonía en la cohabitación dentro del grupo mixto, extremo que siempre desmintieron los 'naranjas'. De hecho, fue la Mesa la que tuvo que tomar decisiones salomónicas como el reparto de la portavocía.
Desde Sumar indican a este periódico que su única pretensión es contar con un espacio de trabajo propio y separado. No es nada nuevo ya que el grupo mixto, históricamente, siempre ha tenido un despacho dividido en tantas partes como partidos lo han compuesto. Es recordada la cohabitación, por ejemplo, de EA, IU y UPyD en la legislatura de 2009 a 2012, cada cual con sus instalaciones.